Tijeretazo en el recorrido. Los 130 kilómetros del diseño original de la etapa se redujeron a 59. La naturaleza es inclemente- En las montañas, es impredecible. Aún con la versión mini, se trataba de la tercera etapa con meta por encima de los 2.000 metros de altura, algo inédito en la historia del Tour. El extraño final de ayer había ahogado la euforia. Egan Bernal estaba a un paso de hacer historia. La emoción estaba reprimida para una jornada que pasaba a ser una especie de cronoescalada larga hasta Val Thorens, saliendo todos juntos. Hoy se daban los últimos pedalazos en Los Alpes, pero se daba un salto definitivo hasta París. Día de mucha ansiedad.
Tras lo ocurrido ayer, la diferencia de Egan en la clasificación general era de 45″ sobre Julian Alaphilippe y 1’11» sobre su compañero de equipo Geraint Thomas. En sala de espera para entrar a podio estaban Steven Kruijswijk y Emanuel Buchmann. No había mañana. Si querían llegar a uno de los tres cajones, tenían que mover la carrera. Salieron de Albetrville, la sede los Olímpicos de Invierno en 1992. Eran 26 kilómetros en terreno plano y 33 de para arriba a un premio de montaña fuera de categoría. A Colombia solo lo separaba del podio en París la subida a Val Thorens. Jornada explosiva, intensa.
La fuga se armó en dos colectivos. Uno pequeño, de seis hombres, encabezado por Dylan Teuns, que había ganado la quinta etapa. Uno grande, de 26 ciclistas, comandado por el subcampeón del Giro Vincenzo Nibali. Las dos causas se juntaron antes de llegar al pie del puerto. En el grupo controlaban de manera alterna el Deceunick y el Ineos. Hasta que llegó el ascenso. Adelante, la aventura del día se liquidó. Solamente sobrevivió Nibali, que con la victoria de etapa recordó el valor del honor para los realmente grandes. En el grupo, se dio la batalla esperada. El Team Jumbo Visma apretó el paso en medio de un embudo humano hacia la cima. Alaphilippe no aguantó y poco a poco fue cambiando su cajón del podio por un noble quinto lugar.
El kilómetro final de la cresta del ascenso a Val Thores tiene un tramo de concreto que antes era de tierra. Cuando no le habían hecho este arreglo, en la única ocasión que esta estación de esquí había sido meta de etapa en el Tour, ganó un colombiano. Fue en 1994, cuando levantó los brazos Nelson «cacaito» Rodríguez. Hoy la victoria fue para el italiano Nibali, pero la gloria fue para un país entero.
Para Egan, los 59 kilómetros de hoy fueron un conteo regresivo. Cada pedalazo hacia Val Thorens era un salto hacia los Campos Elíseos. Labró su sueño, lo hizo realidad y lo transformó en hazaña. Se le vio tranquilo, concentrado, pleno. Su equipo lo arropó y no permitió ataques que pusieran en riesgo lo conseguido hasta hoy. Alaphilippe lo felicitó antes de empezar a subir. Nobleza del francés. Thomas lo abrazó para cruzar la línea de meta en la etapa. Muestra de grandeza del británico. Todos hablaron de él en el Tour. Proeza. Colombia entera celebra. Se lo merece.
A los 22 años y 156 días de nacido, Egan Arley Bernal Gómez será el tercer campeón más joven en 106 ediciones de la carrera francesa. Para sellarlo le faltan 128 kilómetros en las calles de París. La fecha de la hazaña es la de mañana. La emoción se cortó ayer, pero desde hoy anda suelta. ¡Es una locura!.