En el ciclismo moderno, la última bala del tambor se dispara en la penúltima etapa. Así pasó hoy. Aunque más de uno llegó con el cargador vacío, los disparos sonaron en el frío ascenso a Cervinia. Etapa de angustia, de sufrimiento, de drama, de fuerza viril, de lucha, de arrestos físicos. Nadie quiso esconderse en las trincheras de la montaña más bella de Europa; cada quien gastó los proyectiles que le quedaban, y algunos hasta amagaron a disparar sin tener con qué.
Día 20 de competencia en el Giro, el penúltimo. Últimos tres ascensos, encadenados. 151 sobrevivientes, exhaustos. 40 segundos entre Froome y Dumoulin y 47 entre López y Carapaz, muy poco. Los dos europeos por el título y los dos suramericanos por la camiseta de mejor joven; duelos que se tenían que resolver. Había que disparar, así fuera sin dirección. Había que intentarlo, así fuera con balas de salva. Había que apretar el gatillo, así no hubiera cartuchos. Había que morir en el intento, y todos «se vaciaron», como se dice en el ciclismo.
No hubo tiempo para disfrutar el hermoso lago azul, que engalana el paisaje del Cervinia con el reflejo de la pirámide nevada que se forma en lo alto de la montaña. Cuando el grupo principal pasó a su lado, Dumoulin soltó su última descarga. La explosión sacudió un poco a Froome y al productor de la señal de televisión, que se olvidó del lago y se quedó con las acciones de la carrera. Los últimos 5 kilómetros fueron un tiroteo constante. Dumoulin y Carapaz gastaron toda su munición. Ni el holandés pudo hacerle daño al británico ni el ecuatoriano al colombiano. No lograron su objetivo, pero los casquillos quedaron todos en la carretera.
Atrás quedó el calvario de Thibaut Pinot, que inició el día en el podio y perdió 45 minutos al llegar a la línea de meta. El primer ascenso lo dejó fuera de la batalla. En el medio siempre estuvo la lucha entre los capos, con un protagonismo principal de los dos jóvenes suramericanos. Adelante entró la primera victoria de etapa para un español en la edición 101 de la carrera italiana. en la nieve del Cervinia celebró Mikel Nieve su cumpleaños número 34.
A Froome le faltan 115 kilómetros para conseguir la triple corona: Tour, Vuelta y Giro. La carrera italiana termina mañana con un circuito en Roma, un paseo por la capital para homenajear al nuevo campeón. El británico no se guardó nada; sus rivales tampoco. En el ciclismo nadie vuelve a casa con munición; en este deporte se gasta hasta el último cartucho.