En los últimos tres kilómetros del Zoncolán los ciclistas entran en una especie de trance. Allí las rampas pasan del 20 y llegan al 27%. Se sube de pie, en el piñón más grande y a veces hasta se serpentea de lado a lado en la bicicleta para intentar llegar a la cima. La línea de meta de la etapa 14 del Giro se trazó hoy al lado de la moderna estación de esquí ubicada en la parte más alta. Para los ciclistas, esa línea es parte de un mundo sobrenatural lleno de nubes y de flores al que solo se llega de un esfuerzo colosal. Cruzar esa línea después de una jornada de 205 kilómetros y 14 días de esfuerzo es una conquista, una liberación.
La carrera hoy tuvo dos caras; la de la fuga, que luchó por la etapa, y la del grupo de candidatos al título, que terminó desgranado tratando cada uno de perder el menos tiempo ante el coloso del giro, Egan Bernal. El Zoncolán tiene 14 kilómetros de extensión por la vertiente desde Sutrio, por el Este, que fue la utilizada hoy. La otra subida es por el lado de Ovaro, en el Oeste, que es más corta pero más dura. No importa por dónde se suba; es una pared temible. No tiene descansos, la vía es estrecha y permanente hay nieve y niebla; no hay donde esconderse. Se pedalea hasta arriba y gana el que tenga piernas. Es una de las subidas más duras del ciclismo profesional en Europa y la más reciente en el ciclismo entre los puertos míticos italianos. Gilberto Simoni ganó allí en 2003 cuando se inauguró esta cima en el Giro, subiendo por el mismo lado por el que subió hoy. Hoy ganó la etapa un compatriota suyo, Lorenzo Fortunato.
La fuga fue de 11. Trabajaron todo el día, hasta que empezó la subida al ascenso final. La selección fue natural. El pedalista de AEolo – Kometa sobrevivió hasta la parte final con Jan Tratnik. En los últimos 3 kilómetros pedaleó con el alma; y vivió su trance. Su cara agónica, descompuesta y pálida, milagrosamente se transformó en una sonrisa fresca justo cuando cruzó la línea. Fue su primera victoria en una grande. En el Zoncolán. este monte está ubicado en Los Alpes Cárnicos, llamados así por la región en la que se encuentran. Cuenta la leyenda que en la antigüedad los pueblos Celtas llegaron a Carnia con fama de belicosos y fieros, decididos a conquistar Venecia, pero los sedujo la calma de aquellas montañas en las que encontraron tranquilidad y leña. Zoncolán es un nombre antiguo que significa «plantas cortadas». En el grupo principal al equipo del Astana le pasó igual hoy. Sus corredores asumieron la etapa agresivos y guerreros, queriendo controlar la carrera y proponiendo ataques, pero cuando llegó la montaña perdieron su fiereza. Su jefe de filas Alexander Vlasov recibió un leñero en tiempo que lo sacó del podio e la clasificación general.
El Zoncolán es un coloso con nombre propio. Es un puerto que provoca al mismo tiempo terror y pasión. El único que se atrevió a atacar allí fue Simon Yates; el único que le respondió su ataque fue Egan Bernal. El colombiano lo acompañó un rato y en la rampa más dura lo dejó atrás. En la frontera con Austria, el colombiano dio otro golpe de autoridad. Parece sobrenatural. Impuso récord en la subida a este puerto. Delante de él, entraron 3 sobrevivientes de la fuga. Fortunato inscribió su nombre como ganador sorpresivo en la primera etapa de alta montaña, Tratknik llegó a 26 segundos y Alessandro Covi a 59. Después llegó Egan y detrás de él, uno a uno, sus rivales. La renta del colombiano en la clasificación general es de 1’33 frente a Yates, de 1’51» ante Damiano Caruso y 1’57» frente a Vlasov. Los demás se alejaron en minutos.
El ser humano siempre ha considerado la montaña como el lugar más cercano a Dios. Por eso allí le construye templos y le realiza ritos y los sacrificios. Ese universo mítico se traslada al ciclismo. La montaña dicta sentencia. Subir el Zoncolán es algo ceremonial. En este templo del pedal la montaña decide quién es y quién no. A unos como a Egan y a Fortunato les abre el cielo de la gloria deportiva; a otros, como a Vlasov hoy, les deja abierta la puerta del infierno. Mañana se disputará una etapa corta. Serán 147 kilómetros entre Grado y Gorizia, en un circuito fronterizo entre Italia y Eslovenia. Faltan 7 jornadas. La etapa reina aún no se ha disputado. El Giro no ha terminado. Para algunos, hay tiempo de redención.