La película de hoy en el Giro de Italia es merecedora de un Oscar. La etapa 20, la última de montaña y la penúltima de la carrera, fue un drama extendido que duró tres premios de montaña. El recorrido salió de Verbania, en la costa Lombarda, bordeó el Lago Maggiore, cruzó la frontera, se metió a territorio suizo, superó dos puertos alpinos arriba de los 2.000 metros de altura sobre el nivel del mar, pasó por túneles y carreteras que serpenteaban las montañas y regresó a Italia para subir a Alpe Motta después de 164 kilómetros. La escenografía es merecedora de una estatuilla. La ambientación también: nieve, frío, niebla y lluvia en algunos sectores. La trama se resume en un valiente ataque a la camiseta rosa y una digna defensa de la misma.
Cuando cruzó la frontera de ida, en el Cantón del Tesino, el etapón alpino de hoy pasó por las calles de Locarno. En esta ciudad turística se realiza desde 1946, en agosto de cada año, el Festival de Cine que lleva en nombre de la ciudad. Por la misma Piazza Grande en la que se proyectan las películas ante 8.000 espectadores y se entrega el «Pardo d’Oro», a la mejor cinta, pasaron hoy los protagonistas de la carrera haciendo el último esfuerzo en la montaña antes de la contrarreloj de mañana. En la fuga del día se incluyeron los actores de reparto, aventureros de ocasión que alegran la carrera en busca de la gloria con una victoria de etapa que hoy no se les dio. Hoy fueron seis. Entre ellos estaba el suizo con corazón colombiano Simon Pellaud, que con los de hoy sumó casi 800 kilómetros en fuga en todo el Giro y aseguró uno de los premios especiales que entrega la organización.
Las acciones fuertes llegaron después de subir el Passo San Bernardino. El Bike Exchenge de Simon Yates había hecho una selección de la carrera, pero entraron otros actores en acción. El DSM de Romain Bardet lanzó un ataque en bloque arriesgando en el descenso con tres de sus hombres y tras ellos saltaron dos del Bahreim. Al mejor estilo de los clásicos del western, Damiano Caruso, segundo en la clasificación general, había guardado una sola bala en su tambor y decidió dispararla justo en esa bajada para intentar un golpe de gracia. Fue un ataque directo al líder y a su banda. Por delante quedaban 45 kilómetros y dos puertos de montaña, con un descenso en la mitad. Algunas fallas en la señal de origen de la televisión hicieron las veces de música de suspenso y el cronómetro cobró importancia en el guión.
Rumbo al Puerto del Spulga, otro coloso arriba de los 2.000, cuya carretera fue construida por el ingeniero Giovanni Donegani, el Ineos tuvo que gastar casi toda su artillería: Moscon, Puccio y Narvaez fueron perdiendo el paso después de un trabajo colosal. Al paso por el puerto, Castroviejo y Daniel Martínez mantenían controlado el ataque fluctuando entre los 30 y 50 segundos; una renta no muy alta para el segundo de la general que había comenzado la jornada a 2’29» de Egan Bernal. Castroviejo comandó el grupo en el último descenso del Giro, mientras Pello Bilbao hacía lo propio adelante con Damiano Caruso. En la subida final, Caruso solo tuvo a rueda a Romain Bardet, que solo tuvo piernas para aguantar unos kilómetros. Por su parte, Egan quedó acompañado de su compatriota Daniel Martínez, un gregario de lujo que se ganó el premio del público por su valentía y sacrificio. Daniel se vació por su compañero y en los 1.500 metro finales Egan administró las diferencias con la precisión de uno de los famosos relojes que fabrican en el sector.
El desenlace fue el mismo de las etapas de la última semana. Egan defendió lo conseguido en las dos primeras y cedió una pequeña parte de sus utilidades al osado que lo retó. Administró su renta como banco suizo. Ya había pasado con Yates en dos ocasiones y hoy la película fue igual con Damiano. Caruso cruzó la meta con 24 segundos sobre el líder y 35 sobre Martínez, que tuvo fuerzas hasta para terminar en el podio de la etapa. En la clasificación general, Egan tiene 1’59» sobre Caruso y 3’23» sobre Yates. Fue un final dramático. Una gran cinta.
El epílogo del Giro será mañana en Milán. Quedan 30,3 kilómetros planos para un último esfuerzo individual. El guión para el cierre, no se conoce. El escenario es Milán. Es el Giro, y como siempre, valdrá la pena preparar las crispetas.