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El arquero muere primero

Ya todo está dicho. Alguien ya se encargó de decirnos que el portero Iván Arboleda no está hecho para estas cosas del arco, y que su debut con la Selección Colombia también fue despedida. Que cómo es posible que un arquero no ponga bien las manos, y que suya es la culpa de la derrota 2-1 con Corea del Sur. Alguien también dijo, como se dicen –y se escriben- tantas cosas por estos días, que habíamos encontrado el “Karius colombiano”.

Como si la del portero no fuera ya una posición que convive con el error debajo de los tres palos, al pobre alemán –es raro escribir pobre y alemán juntos- Loris Karius le tocó ser víctima, en el mismo partido, de una mezcla fatal entre la mala suerte y la mala leche de Sergio Ramos. Días después de equivocarse (dos veces en dos goles) en plena final de la Liga de Campeones frente al Real Madrid, las pruebas médicas demostrarían que el golpe propinado por el defensa español le produjo al entonces portero del Liverpool una conmoción cerebral que perjudicó sus reflejos.

Si hay una verdad contrastada en el fútbol, que está tan lleno de mentiras, es que los porteros mejoran con la edad. Cara opuesta de los delanteros, quienes se alimentan de anotar goles, los porteros se van tomando confianza a punta de recibirlos. Y de todos los tipos. Pero, sobre todo, de recibir goles que a simple vista parecen fáciles de evitar: un remate a la altura de las dos manos o un disparo cruzado que rebota en el momento exacto para esquivar una mano endeble, por ejemplo.

Convendría, por el bien de la Selección, que Arboleda entendiera que ser portero de Colombia es ser, también, el primer sospechoso en la derrota. Desde que a René Higuita se le dio por hacer un amague de piedra fuera de su área contra Camerún, en el Mundial del 90, hemos sido testigos de lo creativos que pueden ser nuestros arqueros a la hora de equivocarse: balonazo de Óscar Córdoba en la espalda de un compañero y gol del argentino Hernán Crespo o remate del también argentino ‘Piojo’ López al que le hizo la vista Faryd Mondragón pensando que iba para afuera. Ambos fallos contra Argentina. Ambos porteros fueron ídolos en clubes de Argentina. Cosas del fútbol.

En la actualidad, nuestro mejor portero es David Ospina. De no mediar desgracia, será el portero durante la próxima eliminatoria a Catar y, quien quita, podría llegar sin apuros, con 38 años, para disputar la del Mundial del 2026. Mientras tanto, Arboleda, a sus 22 añitos, tiene tiempo para seguir equivocándose. Entre más rápido se equivoque, mejor.

Los porteros gozan de larga vida para envidia de sus verdugos, los delanteros, aunque para efectos de la derrota -tal y como tituló alguna vez Juan Villoro-, al ser los últimos, mueren primero. Para algún fulano, sobre Arboleda ya todo está dicho. Ahora falta por verse.

En Twitter: @ivagut

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