Cuero a sol y sombra

Publicado el Jaime Santirso

En tierra de nadie mandan los buenos

Cuando en una disputa los dos bandos están igualados, los mejores deciden. En un partido sin dueño, ellos lo hicieron. Sin polémicas arbitrales ni peleas, el fútbol pudo ser protagonista, pero no estuvo a la altura. Pudimos ver un partido igualado, emocionante y movido, pero el fútbol pasó de puntillas y se fue sin dejarse ver. Los enfrentados jugaron espesos, desafinados, temerosos. Ninguno perdió de vista la clasificación, unos para que la diferencia no disminuyera y otros para que no aumentara. Dos veces Messi, dos veces Cristiano Ronaldo, y se firmó un empate que ni arregla ni revoluciona. Un empate que sirve para todo -y todos-, y que no sirve para nada.

El primer condicionante fue la baja de Piqué. Vilanova dio una alineación que generaba más dudas de las que respondía, y todas alrededor de un nombre: ¿Adriano? Los medios de comunicación no sabían dónde colocar al brasileño. Nadie se ponía de acuerdo y cada uno lo hacía a su manera: central, lateral, interior o extremo. A la hora de la verdad, la opción más extraña fue la acertada: Adriano se colocó en el eje de la defensa. Tito comentó en rueda de prensa en días anteriores que no hubiera traído a Song si fuera a jugar solo de mediocentro. Daba a entender así que también jugaría de central, siguiendo la línea evolutiva de Mascherano, e incluso formaron pareja contra el Granada. ¿Por qué Vilanova desechó esta opción? ¿Cuál era el valor diferencial de Adriano sobre Song? Misterios del fútbol. Invirtiendo la tendencia de los últimos clásicos, el equipo blanco mantenía su bloque sin experimentos, esta vez era la alineación azulgrana la que sorprendía.

Los primeros compases se marcaron a un ritmo vertiginoso, como es habitual cuando la energía desborda el vaso y la presión invita a vaciarlo de golpe. Madrid y Barcelona presionaban bien arriba, dificultando la salida de balón con un estilo distinto. Los blancos se presentaban como un bloque granítico: defensa adelantada y líneas muy juntas. De esta manera, ponían palos en las ruedas del juego del Barcelona, su centro del campo. Allí se creaba una aglomeración con superioridad merengue que impedía el desarrollo de la propuesta de juego barcelonista. Sus centrocampistas impedían la recepción por parte de las primeras opciones del contrario, Xavi y Busquets, y los fallos en la salida del balón se repetían. El Barcelona, en cambio, asfixiaba con manitas diminutas. Presión hombre a hombre que permite recuperar en campo contrario, lo que no es ninguna novedad . La revolución de Pep Guardiola se caracteriza tanto por su juego de posesión como por la presión que ejercen los jugadores cuando pierden el esférico. Si recuperas a 30 metros de la portería contraria es más probable que pase algo que si lo haces en tu línea defensiva.

La defensa azulgrana estaba descolocada y llena de lagunas. La segunda vez que Alves se pegó demasiado a su central, dejó hueco para que Ronaldo recibiera y batiera a Valdés con un disparo ajustado. En el siguiente balón, Benzema u Özil pudieron haber escrito la historia de otro partido -y puede que de otra Liga- si uno de los dos hubiera aprovechado la doble ocasión en boca de gol. Y ante este panorama gris, otra razón para llorar: Alves se lesiona. Llegó así el momento de Montoya, un chico del filial que gana protagonismo con calma, postulándose poco a poco como el futuro dueño del número dos -del Barça y de la Roja-. Alves parece preparar el terreno para un último contrato en el extranjero con muchos ceros, pero nadie llorará su marcha si Montoya sigue jugando como ayer. El canterano cuajó un gran partido y su entrada benefició al equipo.

La noche que tenía que ser azulgrana iba tomando un tono negruzco hasta que apareció un argentino diminuto, que transformó en gol un barullo en el área pequeña. Hasta ese momento, el Barcelona no había sido de tirar ni una sola vez a puerta. Messi había sido el único capaz de crear sensación de peligro bajando a recibir. En palabras del periodista Axel Torres: “cuando Messi conduce pasan cosas”. El partido se desató y llegó el descanso.

La segunda parte empezó con el mismo guión con el que acabó la segunda y así se mantendría hasta el final del partido. Las fuerzas iban menguando y el Madrid cambió su línea de presión al centro del campo. Su defensa se iría convirtiendo en una política de faltas con el avanzar del cronómetro. El encuentro enloqueció un poco más y se convirtió en una ida y vuelta constante, sin dueño, abierto y descosido pero con poco fútbol. Si uno de los dos contendientes hubiera estado en plenitud de facultades hubiera sentenciado aquí sin mayores problemas. En su lugar, hubo que rascar de donde no había, y en eso los mejores son ellos, los mejores. Messi clavó una falta en la escuadra y celebró con rabia haber dado la vuelta al partido por sí solo. Con un Madrid mirando al fondo del abismo, apareció Ronaldo y su definición total. El guión del partido hacía quiebros, pero se mantenía simétrico. El portugués y el argentino llegaron al Clásico igualados a 6 goles y 19 tiros a puerta pero el cara a cara no solucionó nada. “Son de otro planeta y debería estar prohibido debir quién es mejor”, afirmaría después Mourinho en sala de prensa.

A partir de ahí, más desorden, más huecos y más colmillo, pero la misma historia. Pocas ocasiones reales, exceptuando el larguero de Montoya y el último balón en los pies de Pedro, que fue uno de los mejores del partido. El canario y Alba crearon una superioridad en las bandas que fue el contrapunto al atasco en el centro. Iniesta estaba como un filete congelado: bueno, pero mejor recién hecho. Alonso, y en especial Busquets, inmensos en una labor que pasa desapercibida para las cámaras de televisión. Özil cuajó uno de sus mejores partidos en lo que va de temporada, lo que teniendo en cuenta su nivel hasta ahora tampoco es mucho decir. Los cambios añadieron poca cosa, salvo la lectura de que Kaká ha dejado de ser un descarte para convertirse en un contendiente más a la titularidad, y algunos detalles del mejor Alexis. El Barcelona echa de menos al chileno.

Y mientras tanto en Madrid, Atlético y Málaga se postulaban como la alternativa en un partido de poder a poder, pero eso es otra historia que no tardaremos en contar. Hasta entonces, nos vemos en Twitter.

Jaime Santirso

@jsantirso

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