Nuestras sociedades crecieron bajo postulados coloniales y de clase que terminaron por demarcar centros y periferias, fruto de lo cual éstas desconocen las alteridades y las manifestaciones culturales y sociales que están supuestamente por fuera del marco por ellos normalizado. Es así como hoy, en pleno siglo XXI, el racismo estructural se pasea campante por entre modelos sociales aparentemente por todos aceptados, de ahí el negacionismo por parte de muchos y la supuesta superación de un racismo cuando se valora más los hechos que los procesos, como pensar que, con una ley de manumisión donde los esclavos fueron liberados, se acabó con el racismo y las diferencias sociales y de clase.
La pandemia del Covid-19 ha permitido ver la realidad profunda que hay en los territorios colombianos, especialmente donde habitan esas alteridades desconocidas por los centros, territorios de afrodescendientes e indígenas que visibilizaron su debilidad en la atención en salud, uno de los principales derechos fundamentales de todo ser humano, de tal manera que esa radiografía ha puesto al descubierto un abandono estructural, fruto de un racismo taimado que sigue latente en nuestro país.
Por ello que celebramos profundamente que el Instituto de Investigaciones Afrolatinoamericanas de la Universidad de Harvard promueva desde la academia importantes investigaciones y estudios sobre el racismo estructural presente en América Latina. Al respecto, anotan:
“En respuesta a los desafíos que enfrentan las poblaciones afrodescendientes de América Latina, al racismo estructural y la violencia policial racializada, exacerbados por el impacto de la pandemia de Covid-19, y en atención a la necesidad de “promover un mayor conocimiento y respeto de la diversidad de la herencia y la cultura de los afrodescendientes y de su contribución al desarrollo de las sociedades,” como demanda el Decenio Internacional para los Afrodescendientes, el Instituto de Investigaciones Afrolatinoamericanas de la Universidad de Harvard (ALARI, por sus siglas en inglés) ha lanzado un ambicioso programa de cursos en línea abierto a estudiantes y personas interesadas de toda la región. Los cursos han sido diseñados por reconocidos especialistas del campo de estudios afrolatinoamericanos de América Latina, Europa y los Estados Unidos, pueden ser tomados individualmente de forma gratuita, o como parte de un “Certificado de Estudios Afrolatinoamericanos” que requiere una matrícula módica.”
El campo de estudios propuesto por este destacado Instituto busca que los cursantes cuenten con herramientas académicas profundas que les permitan entender ese racismo estructural y desmontar, desde diferentes estrategias, el mismo.
“Se trata de una iniciativa pedagógica, transnacional y antirracista, que intenta democratizar los contenidos académicos y hacer accesibles instituciones como Harvard y académicos como los que participan en los cursos a las personas interesadas en los estudios afrolatinoamericanos. El racismo no se reduce a una distribución desigual de bienes sociales según la “raza” o el color de la piel, sino que descansa en un andamiaje cultural, ideológico y epistemológico de manufactura colonial, un conjunto de valores, impresiones, asociaciones y saberes que identifican al sujeto afrodescendiente (el llamado “negro”) con una serie de atributos negativos. El campo de estudios afrolatinoamericanos investiga e intenta desmontar los mecanismos de poder que reproducen las estructuras de desigualdad y las ideologías y culturas que sostienen el racismo contemporáneo, con sus secuelas trágicas de violencia y exclusión.”

Son dos años ya con un trabajo intenso y activo, en donde varios estudiosos latinoamericanos han tenido la oportunidad de compartir sus experiencias, de obtener premisas importantes de parte de expertos en el tema del racismo estructural, de tal manera que se va construyendo un tejido que, esperamos dentro de poco, tenga incidencia real en nuestras comunidades.
“En las primeras dos cohortes (2019 y 2020) del Certificado se han matriculado 356 personas, con representaciones de todos los países de América Latina, excepto Bolivia, especialmente de Brasil, Colombia, México, Argentina y Perú. Más de la mitad de los matriculados se autodefine como afrodescendiente (58%), dos tercios, como mujeres. El perfil ocupacional de los participantes incluye fuertes representaciones de estudiantes, docentes, activistas, funcionarios públicos y representantes de organizaciones no gubernamentales. La alta participación de docentes (un quinto del total) es particularmente prometedora, dada la capacidad de estos profesionales de llegar a públicos más amplios. El ALARI lanzó dos convocatorias de becas para personas de América Latina. En total se han otorgado 50 becas completas y 243 becas parciales (correspondientes al 50% del valor de la matrícula). Los participantes comparten espacios de formación virtual donde, desde disciplinas diversas, estudian el origen y evolución de las desigualdades raciales y cómo combatir prácticas e ideologías racistas. Los foros de discusión son particularmente enriquecedores, al nutrirse de experiencias, saberes, y preocupaciones tejidas desde ámbitos de acción muy diferentes. Como ha expresado el director del ALARI, Alejandro de la Fuente, “Si algo define esta iniciativa, es la polifonía, cuanto hemos aprendido juntos.”
Para más información, pueden contactarse con Angela Yesenia Olaya Requene, Doctora en Antropología, tumaqueña, y quien actualmente es la Coordinadora Académica, Instituto de Investigaciones Afrolatinoamericanas, [email protected]
O en el siguiente enlace: https://certificadoalari.fas.harvard.edu/