Por: Adriana Patricia Giraldo Duarte
Antes de que te levantes, esa voz traicionera te arropa y te seduce con desdén para que intentes ser otra.
No le hagas caso. Adentro tienes un tesoro que brilla todos los días.
A nadie tienes que darle explicaciones de tus sobresaltos, de tus perezas momentáneas, de tus dudas y cansancios.
Sólo a ti misma te debes. Has intentado sin descanso llegar a la cima, y en los escalones vas descifrando los mensajes que buenamente te convencen de los logros que no ven los demás.
No necesitas trabajar para sus satisfacciones.
Habita tus ritmos y sonríe cuando te mires al espejo, a primera hora de la mañana.
Búrlate de los indeseables, de quienes sufren con tus buenas vibraciones y vuelve a entender que en el aquí y en el ahora las libertades ganadas no tienen ningún precio.
Siente esa melancolía, el susto de no tener con qué cumplir con las obligaciones. Finalmente sólo será eso. Un ventarrón de miedos pequeños que no podrá acomodarse contigo.
Eres valentía, precisión, novedad, creatividad. El tiempo que ya ganaste para ti, es el mismo que irá cerrando los ciclos que dejaste atrás.
Antes de que te levantes, una que otra vez al mes, volverá la voz traicionera de tu otro yo.
No lo dejes actuar. Sonríe y dile que vale la pena cerrar la puerta y dejarla atrás mientras recoges pedazos de tu propia luna.
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