Adriana Patricia Giraldo Duarte
En el mundo aspiracional de mi afecto, tengo que reconocer mis imperfecciones.
Me sorprendo del tránsito que habito, entre los mundos de la sensibilidad y la racionalidad.
A veces creo que deberías entender que la debilidad de mis miedos me vuelve silenciosa, me alerta un desconcierto; me hace mortal.
Yo, que estaba tan desacostumbrada. Que había preferido las falsas evocaciones a estas realidades sin miedo.
Tu, que me sacaste del castillo público al que pertenecía para traer de repente una directriz de ternura y goce absoluto.
Esos antecedentes deberían ser suficientes. La prueba de que es posible la vida sin fantasmas.
Todos nos hemos visto con ellos al espejo. Nos han jugado la mala pasada de las burlas, antes de que el amor nos enseñe a despedirlos, solo con miradas, sin ninguna posibilidad de retorno.
He tenido que aprender a explorarlos y analizarlos antes de que me ataquen. Les hablo y les digo que tengo dispuesto un amor adecuado, compasivo, que los aleje de la ira.
Un amor humano, listo para favorecerte. Un amor dispuesto al eco, la aire, a los vientos de la nueva voz. Créelo cuando nos miremos al espejo.
En el mundo aspiracional de mi afecto reconozco que soy una mujer imperfecta. Eso sí, ajustada a tu espera, a la respuesta que debo darte en el castillo. Una mujer salpicada de emociones que no fallan, que se esfuerzan en perseguir tu pasión, a pesar de las pausas, a pesar de los fantasmas.
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Fotografía tomada de mypinkadvisor.com