Por: Mary Ramírez
Ojos color sol. De esos cálidos, resplandecientes, luminosos; cual par de estrellas casi imposibles de alcanzar. Dos sonetos de versos de arte mayor.
Ojos color sol. Dulces, viscosos como la miel, pero igual de peligrosos como el polen de esos venenosos. ¿Por qué? Porque atrapan casi al instante a cualquiera que los mire, quedando enjaulados sin saber cómo escapar.
Ojos color sol. Llenos de nitidez, de transparencia, de duda y convicción. Ojos color miel, color sol, color amor.
Ojos color sol. Combinación perfecta con una curva de sonrisas que sólo puede llamarse arte o un tipo de ciencia oculta como la magia, que sorprende, que atrae, que hechiza.
Ojos color sol. Los quiero para mí, sin importar riesgos que me lleven a la locura, al dolor, o a la más profunda emoción.
Ojos color sol. Son los tuyos, con los que me topé, con los que me enjaulé, sin siquiera haberlos tenido en frente. Solo los sueño, los imagino, o miro al cielo y asimilo que ahí están. Ojos color sol, mi encuentro o perdición.
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