Lloronas de abril

Publicado el Adriana Patricia Giraldo Duarte

El misterio no resuelto de la vida

Viento. Ramón Manrique Boeppler

Para Ramón y María Cristina

En su cuerpo tan alto como su experiencia y tan ancho como su sabiduría, añadieron juntos a su bolsa de deseos, el tono de voz que los hizo cómplices durante toda una vida.

Tenían un trato al que nadie pudo anticiparse.

Ahora, a pesar del dolor, ella se sienta en el sillón de la sala a repasar el estallido de su sonrisa y a buscar la fuerza de su voz detrás de la puerta de madera desde la que él la orientaba cariñosamente y con precisión.

Menos mal hablaron siempre a una sola voz, y se acogieron al vínculo elegido. Reformularon los días con la magia de sus discusiones, que no fueron otra cosa que un compartir con diferentes posiciones de lucha, y a la vez, de un tácito respaldo común.

Todos los vimos celebrando la vida en cada paso, en cada gesto crítico, en la defensa colectiva de los derechos y en el rechazo abierto a lo que sonara a misterio y a duda.

Fueron una única sombra al despedir el viento, fueron la magia de lo invisible, la fuerza de lo que no se contiene.  Y ahora que él se adelantó en un nuevo tránsito de color, a resolver al fin el misterio de la vida, aprendemos que nos queda una cuota de tiempo, de lenguaje, de arte, de sueños.

Ella le hereda el privilegio de recorrer en su sello, el sendero obsesivo que quiso mostrarle como una llovizna de amor.

A él le queda el tono inconmensurable de su pensamiento, regado de colores por la sala de la casa en la que compartieron pedazos de una eterna galleta de vientos, de árboles, de pájaros, de luz!.

Hasta siempre, Ramón Manrique B.

Por: Adriana Patricia Giraldo Duarte

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