Lloronas de abril

Publicado el Adriana Patricia Giraldo Duarte

El tránsito del poder femenino

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“La espera no puede esperarse a sí misma al término de su propio pasado, no puede hechizarse con su paciencia, ni apoyarse de una vez para siempre en el valor que nunca le ha faltado”.  Michel Foucault.

 

Premisa 1. Silencio y olvido

También a él, quizá por ser un hombre brillante en una época de lujo, lo confundió la promesa de esta generación.

Lo sedujo la voz atrayente de las sirenas, la idea de buscar el compromiso de un futuro que señalara definitivamente la melodía para otro método, rebosante de las hazañas del pasado, las que nos vendieron con falsas ideas de la libertad, los mandamientos, la iglesia, la política, la familia, la propiedad privada o el amor.

La promesa de un después que pusiera punto final a la lucha entre el pasado, el presente y el futuro; a las condiciones del aquí y del ahora, de lo que está fuera de nuestro alcance, o lo que verdaderamente nos pertenece; a la realidad de nuestro habitus.

Intuyo que delineó la promesa de un nuevo rostro.  Uno más humano, demasiado humano, como el que le susurró y enseñó su maestro iluminado, F. Nietzsche.  Uno más cercano a sus válvulas internas y alejado del poder que él mismo llamó mentiroso, superficial, flotante, extraño; uno que dejara atrás los sellos imborrables del olvido y el silencio.

 

Premisa 2. El sello interior

En el después, en el afuera, tras el pesado transcurrir del tiempo que nos arrebata los sueños, tampoco habita el alma femenina, porque solo ella coincide con el nuevo orden.

No el que le enseñaron a los pensadores, en el instante pleno de su fama, cuando tenían muy claro que las respuestas palpitaban adentro, como cuando la madre se asombra al sentir por primera vez el movimiento de su bebé.  Lo que está fuera de ella misma ya no tiene que ver con los límites de su voluntad, de la presencia indeleble del otro, porque el otro la acompaña y  habita su ser.

Superado el silencio y el olvido, ya no hay nada que refutar, ya no hay conversiones simétricas para exigir.

En todos los tiempos, el alma le aligeró la fascinación, los lastres, lo inimaginable.  Conservó su intervalo neutro y le permitió hallar, como a nosotras, las mujeres de ayer y de hoy, la raíz, el zócalo, el sentido cuestionado y comprobado por sus maestros, el sentido de llegar a ser lo que verdaderamente  necesitamos ser.

Conclusión.  Reconvertir, recomenzar.

Solo la justa medida del tránsito del poder femenino, es el punto de partida para superar los abismos, para abrir la puerta de las habitaciones en las que los parentescos profundos estén lejos del poder y la envidia que corrompe el sano transcurrir de las pasiones.

Solo el tránsito del poder femenino puede resonar más allá de las voces apagadas, de los túneles distantes de la ficción, de la proximidad de un olvido al que huimos, de los gestos improbables que una vez rechazamos.

En el nuevo orden, el de “la discreción de las cosas en su estado latente”, vendrán la atracción, sin dudas ni falsas acomodaciones; el rechazo a la negligencia; el estar siempre despierto y abierto al honor, la solidez, la visibilidad triunfante, la luz que no disimule y las provocaciones únicas, solo desde el arte y el amor.

 

En ese estado latente, las mujeres buscamos un canto que se respalde en la esperanza.  Un extremo, una delgada línea con un rostro expresivo y con ojos de afecto.

El volumen que finalmente quiso escribir y leer para todas nosotras, se recrea hoy en un nuevo tiempo, en un orden que supera la noche oscura, los pliegues gramaticales, las manchas blancas del mantel sin costuras, “el afuera vacío, el secreto que no tiene profundidad, aquello que no habla y que, sin embargo, ha sido dicho para siempre”.

El volumen que se muestra en un verso de Diótima, en El Banquete de Platón, pero con la gran voz poética de Hölderlin:

 

Ahora he vuelto a encontrarte,

más hermosa que como te había soñado

en las horas solemnes del amor.

¡Noble y buena, allí estás!

¡Oh pobreza de la fantasía,

sólo tú, Naturaleza, puedes crear este modelo único,

en medio de eternas armonías,

feliz en tu perfección!.

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