Lloronas de abril

Publicado el Adriana Patricia Giraldo Duarte

Dos nuevos cuerpos

 

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Mírala.

Escarba en sus grandes ojos amarillos y pregúntale otra vez y hasta que te convenzas, cuál es la raíz de su sensualidad.

La que marcaste tuya en la renovación de sus prejuicios de niña arrepentida, la que nombras con insistencia y por primera vez, al medio día, cuando la untas de placeres blancos para repetir.

Derrámate en su sonrisa y vívela sin miedo, que ella alista un nuevo vocablo para cada encuentro.

Desátale los últimos temores y acércate al centro de su corazón, susurrándole con lentitud, cómo era la vida antes de conocerla.

Permítete escucharla hablar sobre el pasado, sólo para saborear este día de calurosa intimidad.

Sólo para alardear con otra voz, el código que construyes con ella en la nueva creación de un beso, un roce, un abrazo, una noche, un despertar.

Permítele que se siga viendo contigo al espejo, con el asombro del cariño y sin el miedo afanoso de sentir un cuerpo inhabitado.

Bésala una y otra vez.

Abrázala hasta el final y compártele tus percepciones sobre la infinita sensación que guardan y guardarán tus dedos al acariciarle las vías de la espalda.

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