Lloronas de abril

Publicado el Adriana Patricia Giraldo Duarte

Cuando me olvido de olvidarte

ceguera

 Laura María Rincón Arteaga

Había pensado que lo amaría para siempre, que estarían juntos  hasta el siguiente amanecer, y el siguiente, y el que le seguía a ese.

Creía que era eterno sin entender que en la mayoría de tiempos, lo eterno dura un instante.  Sabía con toda seguridad, que siempre sentiría ese algo, que amaría esa forma tan suya de ser.

Pero ahora están tan lejos de todos, incluso de ellos mismos, que ella ya ha comenzado a dudar de la suavidad de su cabello.  Para recordarlo acariciaba el suyo y el de sus amigos.

Recordaba el color de sus ojos y lo hostiles y dulces que podían ser, pero olvidó lo cambiantes que eran cuando él hablaba.

Su mente casi olvidó cómo era el único que la escuchaba sin pedir algo a cambio y cómo sus manos siempre la habían reconfortado.

Ya no podía recordar el sabor, o el color, o la textura exacta de sus labios, porque ya no recordaba cómo se sentían esos besos.

Aunque estaba segura de que sus caricias perdurarían en su cuerpo, ya no sabía si eran reales, o si las huellas estaban vacías, o si eran solo una fantasía.

Lo que no era capaz de olvidar era lo segura que se sintió en esos brazos, ni lo cómoda que se había encontrado en su pecho. Eso la estaba matando.

Había olvidado las cosas más personales y privadas, como el peso de sus sueños, el peso de su cuerpo, sus besos, sus miedos.

Quería pensar que habría funcionado si las cosas hubieran sido distintas; si no fueran tan jóvenes.

La verdad, le había amado más de lo que jamás había amado a nadie.

Él fue su primer amor aunque hubiera preferido que fuera su último amor y que vivieran felices para siempre. Y lo harían, vivirían felices pero no juntos.

Sin importar lo que dijera la gente, él siempre sería una magnífica persona. Siempre sería maravilloso, justo como en sus recuerdos. Prefería que fuera así, prefería pensar que había tenido la hermosa historia de amor que antecedía a todas las demás.

Le echaba de menos pero sabía que no podía hacer nada por cambiar las cosas. Tal vez estaba apegada emocionalmente, tal vez ese había sido el problema que no le permitía ver con claridad que el amor le vendaba los ojos.

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Fotografía de Robert and Shana ParkeHarrison ©
Mourning Cloak, de la serie Gray Down

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