Hundiendo teclas

Publicado el Carlos Mario Vallejo

Disidencias, Gurisatti y Dávila: unidos más que nunca en hacer trizas la Paz.

Aunque pareciera lo moralmente procedente, el problema con solidarizarse con las comunicadoras oficialistas Dávila y Gurisatti estriba en que les termina otorgando una imagen favorable, el papel de víctimas, a personas mediocres en su oficio: comunicólogas mediocres, avariciosas y corruptas como estas señoras, y su equivalente desde el otro lado: guerrilleros o exguerrilleros o políticos o pseudorrevolucionarios mediocres, avariciosos y corruptos como Santrich y sus secuaces. ¡Ellas no son periodistas, señores de la Fundación para la Libertad de Prensa, así ostenten ese título universitario!: ¡el periodismo es un servicio social de tipo público, no privado!
Todos, Dávila, Santrich y Gurisatti, Tan banalmente malvados, como diría Hannah Arendt, juegan a lo mismo: emplearse a fondo en hacer trizas el hecho que partió en dos la historia del país y cambió la cara de Colombia ante el mundo: EL ACUERDO DE PAZ DEL 24 DE NOVIEMBRE DE 20016 EN EL TEATRO COLÓN DE BOGOTÁ.
Estos tres individuos, de acuerdo con Arendt, no es que sean monstruos ni pozos de maldad ni que estén dotados especialmente para la crueldad. Se trata de personas que actúan dentro de las reglas de un sistema al que pertenecen sin reflexionar sobre sus actos: -el sistema de la ultraderecha en armas de Santrich y Raúl Reyes (llamarlos de izquierda supone una estolidez supina); y el de la ultraderecha ideológica de las dos señoras). Estos agentes del mal no se preocupan por las consecuencias de sus actos sino por el cumplimiento de las órdenes. La tortura, la ejecución de seres humanos o la práctica de actos «malvados» parecen no calar en sus conciencias puesto que los dictámenes para ejecutar dichos actos provienen de estamentos superiores.
Los dos guerrilleros y las dos comunicadoras, pues, se identifican activamente con grupos cuya ideología cohonesta la opresión y destrucción de otros, y, a pesar de que se saben partícipes de la comisión de crímenes, simplemente encuentran un modo de justificar su proceder.

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