Hundiendo teclas

Publicado el Carlos Mario Vallejo

7 selecciones de Un beso de Dick

En el apartado Selecciones de libros, siete apartes de Un beso de Dick, la novela de Fernando Molano que me suscitó gran entusiasmo por las críticas, halagüeñas todas las que leí, pero que me llevan de regreso a un adjetivo que había dejado de usar -sobrevalorado- desde que leí la regañina de Juan Esteban Constaín: «hay una categoría aún más grotesca de la crítica y la superioridad que es la de quienes lo liquidan todo desde su pedestal con el uso sistemático de un adjetivo lapidario, el de lo ‘sobrevalorado’. Allí está dicha la verdad: con esa sola palabra se puede anular para siempre lo que sea, cualquier persona o cualquier cosa, en especial si es magnífica y meritoria».
Desde luego que no se trata de anular la obra, pero sí es de advertir que por el soborno de la simpatía que comporta la corrección política implícita en apoyar las luchas antirracismo, feminstas y antidiscriminatorias -en este caso la literatura gay- el aplauso suele opacar la exigencia.
De cualquier manera, la historia de amor entre Leonardo y Felipe en la Bogotá ochentera que Molano escribió a los 30 años, pese a sus insuficiencias para imantar la atención lectora, goza de un patetismo con altos alcances poéticos, gran ternura de detalles y diálogos entre suspicaces y melancólicos.

1. “Yo no me estoy pudriendo: ¿qué culpa tengo? Yo sólo estoy aquí; con los ojos cerrados: si los abro voy a ver los buitres…ah, no hay nubes. Si los cierro, veré negro. Y si los espicho con los dedos, veré figuritas en lo negro. … ¿Hugo tendrá gusanos en los ojos?…: ¡seguro! Y a nadie le importa eso. Yo… yo pienso: si ahora viniera una bandada de buitres a picotearme, todo el mundo en este parque se vendría encima para espantarlos; pero si estuviera aquí muerto, a nadie le importaría que un millón de gusanos acabara conmigo: ¿y cuál es la maldita diferencia?: muerto o vivo, aquí estoy tirado y quieto. Estar vivo debe tener algo de importante, supongo”.
2. “El otro día dibujé un muchacho así: tirado sobre el pasto, dos segundo antes de que lo aplaste un meteoro. Pero lo dibujé bocabajo para que no sintiera miedo. Y para que no le dañara los sueños el meteoro. Está soñando que un día será actor de cine, y que sería lindo hacerse famoso en una escena que rodara por unas escaleras”.
3. “La primera vez que yo le miré todo su culo, rellenito y duro como decía César cuando miraba a Nubia…; pero ese culo de Leonardo, redondo y lisito como las burbujas, yo se lo vi: y a mí me pareció que era más lindo”.
4. “Solo con recordarlo se me para. Claro que a mí se me para con pensar cualquier cosa de él… De verdad: cuando nos peleamos me dio un golpe que me dejó un morado en el pecho, y yo me he hecho mil veces la paja tocándome el dolorcito: es terrible. Me da risa: porque siento que la tengo como el dibujo en el carrito de perros calientes de la esquina”.
5. “Los carros se escuchan muy lejos allá abajo. Cuando uno se asoma por las ventanas de estos edificios altos se ven tan pequeñas las cosas andando por Bogotá… ¡Qué ciudad fría esta!… Los carros se mueven como trocitos de mantequilla en las ollas desde estas ventanas. Y toda la gente parece como punticos en el televisor cuando se daña. Pero no hace ruido la gente desde los edificios altos: mientras más sube uno pisos, a Bogotá se le baja más el volumen”.
6. “Y es tan raro eso: cómo se le va metiendo a uno el amor así: como a escondidas, despacio, como si fuera a doler. Debe ser porque la belleza golpea muy duro, yo creo”.
7. “Uno se despierta y él está dormido con la boca abierta. Entonces dan ganas de besársela… Qué rico es meterle la lengua en la boca cuando está dormido. Entre las encías y los labios es delicioso. Y debajo de los dientes. Y así me estoy mucho rato y no se da cuenta. Bien dormilón que es. Ni siquiera cuando le acaricio los ojos con la lengua, y se los mojo todos, se da cuenta. Pero cuando se lo hago en los huequitos de la nariz, él la arruga todo chistoso: como si fuera a estornudar. A mí me da risa que haga así la nariz: entonces lo molesto más y él se despierta, me mira, y me abraza durísimo. De verdad: casi me destripa. Y otra vez se queda dormido”

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