En contra

Publicado el Daniel Ferreira

Si el río hablara

Si el río hablara / Teatro La Candelaria / Creación Colectiva / Dirección de César Badillo / 11 y 12 de octubre a las 7:30, últimos días de cartelera en
Calle 12 #2-59 Bogotá / Reseña

Es inútil combatir el dolor. Ni enfrentarlo. Ni desafiarlo. El dolor de la pérdida. El dolor del duelo. Cuando estás muerto. En un pueblo, junto a un río, encallan los cadáveres. ¿Quiénes son? ¿Por qué los mataron? ¿Quién quiso desaparecerlos de esa forma? ¿Alguien los busca? ¿Tienen cara de llamarse Juan, o Dioselina, o Rafaela? En ese pueblo, una mujer adopta a los muertos. Como quien adopta a un perro desamparado que se refugia de la lluvia bajo el asiento de un parque. La mujer les pone nombres. Limpia sus tumbas. Les llevará flores. Promete.

¿Qué se sentirá estar muerto? Solo lo saben los muertos. Algún día también tú lo sabrás. Memento mori. Los muertos no recuerdan de qué murieron. A nadie le gusta saber la verdad, menos a los muertos. Los muertos conversan. Los muertos gritan. Los muertos llaman a los vivos. Los muertos sienten miedo. Los muertos esconden secretos culpables y secretas pretensiones. Los muertos no saben qué hacer cuando les piden milagros. En esta obra.

El escenario es un cementerio, el relieve de un panteón multidimensional ornado como un museo de reliquias afectivas. En las paredes del teatro, convertidas en osarios, no hay nombres y fechas, sino metonimias: un zapato de tacón, un reloj despertador detenido a las 4:30, una jofaina, una pierna de muñeca mutilada, un teclado, un cuchillo oxidado, un carriel de cuero. Objetos que son rastros, que son huellas, que son indicios; de una ausencia. El cementerio es así el único museo que poseen los pueblos arrasados. Objetos  huérfanos, que vomita el río. El río que no habla, el río indigesto de cadáveres de hombres y mujeres y niños desmembrados y borrados hasta de los recuerdos.

El espectador es transportado al territorio del mito: el interregno entre el elíseo y el tártaro donde está el mundo de los que murieron sin honra, de los que ignoran por qué murieron: los inocentes y los arrepentidos. La atmósfera del esperpento. Los cuatro actores multiplicados por los miles de seres humanos desaparecidos en las fosas comunes de los ríos colombianos. El único espacio democrático de Colombia es la fosa común. Ahí cabemos todos.

Stanislaus B.

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