Acércate a las brasas para ver lo que dices, nuevo libro del profesor Baudilio Revelo Hurtado (Guapi, Cauca, 1942) que acaba de publicar la Universidad Antonio Nariño dentro de la colección de coediciones del GEUP (Grupo de Editoriales Universitarias del Pacífico), recoge dichos, refranes y expresiones de la afroralidad del Pacífico Colombiano, dentro de una muestra más o menos antológica del trabajo etnográfico de un autor dedicado a la recuperación de la oralidad a través de obras como Cuentos para dormir a Isabella (2010); y Voces e imágenes del litoral pacífico colombiano (2005). Comparto a continuación parte del prólogo que escribí para este nuevo libro de Revelo Hurtado, obra que será presentada el próximo domingo 25 de octubre a las seis pm en el marco de la Feria Internacional del Libro de Cali 2020. Esta y otras obras de la colección están disponibles para su descarga en el siguiente enlace: https://filcali.com/coediciones/
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La recuperación de la memoria oral del Pacífico colombiano supone, además de una vasta tarea etnográfica, una interesante empresa polisémica, por cuanto en ella confluyen los saberes y tradiciones de la oralidad junto a una muy significativa teatralización en la que debemos rebasar nuestro lugar como lectores, esto para acercarnos al fuego y compartir un imaginario lleno de música y simbolismo. En una de esas breves conversaciones mantenidas con el maestro Baudilio Revelo Hurtado alrededor de esta nueva compilación de su trabajo1, apareció la anécdota que de paso daría título al libro, “acércate a las brasas para ver lo que dices”, precisamente como ejemplo de lo que significa escuchar de primera mano ese cúmulo de anécdotas, relatos y narraciones de la afroralidad como marco de una cultura vitalmente unida a su territorio y sus raíces. En este acercamiento, también harán falta los olores y la fuerza del mar y los ríos meciendo los relatos, vertientes a través de las cuales confluye buena parte del saber ancestral de los abuelos y abuelas de la región, y en cuya memoria se conserva el imaginario del Pacífico desde su realidad hablante, el dialecto tan propio de ese hombre-litoral que con orgullo conserva “algunos rasgos lingüísticos de origen africano, características de la cultura del mareño, de los hombres de ríos, de selva, esa infinita manera de ser, de saber, de sentir, de recrearnos” (Revelo Hurtado, 2016, p. 5).
En este proceso de investigación y reescritura de los saberes del Pacífico, Baudilio Revelo Hurtado se dio a la tarea de compilar palabras del dialecto afrocolombiano de esta región desde diccionarios como Voces e imágenes del litoral pacífico colombiano (publicado en 2005 en colaboración con su hijo Javier Revelo González, y quien falleciera años después); luego en la recuperación de relatos e historias que Revelo compila junto a sus hijos Camilo y Carolina en dos completos volúmenes bajo el título Cuentos para dormir a Isabella (ambos de 2010, Biblioteca de Literatura Afrocolombiana, Ministerio de Cultura); así como en el libro Ritos de Orillas, espiritualidad de las comunidades negras del Pacífico Colombiano (2015), obra que recoge también voces, expresiones, conceptos y generalidades de la afrocolombianidad, junto a un anexo de coplas y poemas llamado “Cantos y Lágrimas del Pacífico Sur”, volumen dedicado póstumamente a su hijo “Javiercito” y para quien su tío Hernando Revelo escribe el poema que abre el libro.
De este libro en particular, que por demás examina elementos de la idiosincrasia, religiosidad, y la vida social y cultural en esta vasta zona del país, bien vale ir a un apartado de las palabras que el antropólogo cultural Javier Arocha Rodríguez escribiera, a manera de prólogo, al momento de poner en relieve la tarea fundamental en el trabajo del profesor Revelo, esto para realzar el “carácter paradigmático” de su discurso, en cuanto metáfora de un universo que se narra por fuera del examen antropológico eurocentrista:
Quizás baste reproducir tres defensas que hace de la “afrooralitura”: una, que mujeres y hombres protagonistas de su obra “encallaron en la civilización de la oralidad y nunca más podemos salir del encantamiento de los sonidos acompañados con lianas de abrazos de los memoriosos”. Dos, “En esta etnoliturgia de la tradición oral, baúl de chachajo de la cultura, por cuando es madera que resiste el embate de sol y lluvia …e [impide] que la modernidad rompa sin piedad la transmisión de los saberes de las abuelas”, y tres, “Estos comportamientos místicos de los hombres y las mujeres los acompañan desde que el moro es recibido por la comadrona, hasta la sepultura” (Revelo, 2015; prólogo, p. 6).
En esta labor de reescritura, Baudilio Revelo Hurtado emprende la compilación de dichos, relatos, expresiones, refranes, cuadros de costumbres y todo un abundante glosario que configura su estudio de orden etnolingüístico, fruto de la transculturización de la región y necesario lugar de referencia para propios y ajenos. Esta compilación en particular ha querido poner en relieve algunas de las frases y locuciones que el autor recogiera en sus libros y que posteriormente la Sociedad Portuaria de Buenaventura publicó bajo el título Diálogo de Aguas (2013), breve tratado de etnología donde nos retransmite, junto a su hermano Hernando Revelo Hurtado, aquella suma de “arcaísmos, formas dialectales del ladino y, por supuesto, vocablos que recuerdan en su musicalidad, una añeja cuna africana”, esto es, referencias tomadas de los abuelos y abuelas de la región, “nombres, apellidos, cultos de santos, rezos, oraciones, invocaciones, arrullos, apariciones, dichos y refranes”, según subraya en su prólogo Medardo Arias Satizábal (Revelo, 2013, pp. 6-7).
De entrada a dicho compendio, Baudilio Revelo acude a su hija Isabella –receptora de buena parte de esa tradición recuperada–, para dejarnos al tanto de aquello que a mi parecer constituye su estilo en el sentido de poetizar continuamente sobre la memoria como lugar y espacio metafísico: “La muerte de un abuelo negro, es la incineración de la aldea fluvial de la palabra”.

Para llevar a buen puerto este Diálogo de Aguas, Baudilio Revelo parte de algunas matrices con las que configura su corpus investigativo para transmitir al lector la experiencia simbólica de la afroralidad, afluentes que pernoctan en la palabra para llenarse de significado: el territorio como lugar de encuentro, las formas dialectales de la región, la memoria recuperada y la resistencia cultural como forma de perpetuar el alma de sus ancestros.
El mar como cartografía de la memoria
En primer lugar, aparece la idea del hombre y la mujer litoral plasmados sobre la geografía del mar: “tradición oral, dichos, africanía, voces” (Revelo, 2013, p. 9), universo polifónico que, de acuerdo con la investigadora Nina de Friedemann, conviene en defender aquellas “huellas de africanía” que el colonizador lejos estaría de poder erradicar, sobre todo al entenderse como resistencia cultural blindada tras el concepto de oralitura, saber ancestral que convino en adaptarse a la transculturación como sincretismo que, no obstante, permitió que estas tradiciones y lengua se mezclaran en un mestizaje racial y reescritura del lenguaje. Aquí la autora pondrá sobre la mesa la cuestión central en esta labor de traducción de la oralidad a la escritura, una etnoliteratura que trascribe aquellas “expresiones estéticas de la oralidad, de una tradición étnica”, con el fin de reelaborarlas sobre el papel (Friedemann, 1999, pp. 25-26). Se trata de convertir esas voces llenas de expresión corporal e imágenes en mapas etnográficos que quizá nos ayuden a navegar por las arterias de aquella aldea ancestral.
Aquí encontramos otra de las ideas capitales desarrolladas por Revelo, esto es, la memoria vista como un talismán que cruza las barreras del tiempo y la transformación o adaptación cultural desde su idea de “legión” pluricultural donde encontramos las huellas de los bisabuelos Bantú, Yoruba y Akan en medio de la “tormenta de proyectiles y sangre que ha llenado de alabaos y chigualos el paisaje del mar” (Revelo, 2013, p. 9), ritos fúnebres que, adornados de música y poesía, acompañan el peregrinaje de los muertos. Ya esta idea la había desarrollado Baudilio Revelo en su introducción a Cuentos para dormir a Isabella al navegar río adentro por esa historia común a sus ancestros, cuando “los esclavizados prefirieron enterrarse en el socavón que continuar bajo el dominio del peninsular, cantando: ‘Aunque mi amo me mate a la mina no voy’ hasta que los abuelos, “libres para enrumbar su vida (…) aplicaron el bálsamo de los cuentos contados y cantados”, entonces
El bisabuelo bantú, con su afligida voz viajera, nos dio la palabra viva, la palabra creadora y nos volvió inmortales como los dioses africanos que vagan en la memoria colectiva del hombre-litoral; nos dio esa palabra enriquecedora de la cultura para verterla en las almas de los ñetos que navegan por paraíso de potrillos, de barcos atiplados de algarabía fonética, de bosques de marimbas, de olas cansadas de vagar refugiadas en esteros, de mareños extenuados por soportar la caldera de sol que derrite su piel (Revelo, 2010, p. 23).
Se trataba de voces que desembocarían, una y otra vez, en las aguas de la memoria para mantener el vínculo con su cuna ancestral, el “seno materno del África donde el bisabuelo dejó enterrado su ombligo” (Ibid).
La lengua y su paraíso privado
Como tercer aspecto, aparecen los dialectos del Pacífico: mixtura y resignificación cultural de la lengua que trajeran consigo aquellos invasores que arribara a las costas de América del Sur, “con un castellano mal hablado y su idioma de malhechor (…) para toparse con ciento setenta lenguas indígenas, el Araucano, el Arawak, el Caribe, el Guaraní, el Nahuatt, el Quechua, entre los más resistentes…” (Revelo, 2013, p. 9), esto además de la cultura musulmana que también dejó en la región un abanico idiomático crucial para su cultura. Entonces esta lengua surge en la oralidad significada por “variaciones fonéticas, morfológicas, sintácticas y léxicas que enriquecen la castellanidad y deben ser recogidas con premura” (Ibid); transformar la “castellanía del salvaje español para dejarla en gestación de vocales y consonantes montaraces y mestizas y mestizas que el tiempo ha transformado en idioma de atarvanes pero también en un lenguaje de poetas” (Revelo, 2013, p. 4).
Como siguiente aspecto transversal en los estudios de Baudilio Revelo, encontramos aquella teatralidad tocada desde el comienzo en este breve abrebocas, “narraciones nocturnas de memoriosos y memoriosas para hacer dormir a los ñetos”, esto junto al diccionario del hombre-litoral que es el tema de esta compilación realizada desde la Universidad Antonio Nariño. En todos estos relatos, expresiones y refranes, aparece la sobria pantomima del hablante, gestos “adornados con alegría gestual de ojos, manos, pies, cadera para impregnarle la voz del movimiento que permita anclarse por siempre a la mente del párvulo” (Revelo, 2013, p. 6), junto a ello queda por explorar un quinto camino, el de las relaciones con la naturaleza animal (relaciones de poder, antropoformización de aquellas especies que regentan cualidades o defectos enraizados en la cultura popular); junto a dichos y expresiones que van del imaginario mareño y litoral, hasta las relaciones de poder presentes en los grupos y étnias de la región, todo visto tras el tamiz de la religiosidad, la idiosincracia o el ecosistema del Pacífico como símiles o referentes cargados de mensaje y patrones de conducta, como bien puede verse en sus Cuentos para dormir a Isabella donde la astucia y la fuerza se convierten en moraleja permanente frente a la debilidad o la pereza, roles que en la oralidad cobran vida como el Tío Conejo, el Tío Tigre, Tío León, hasta llegar “los débiles, frágiles, sin liderazgo, llamados sobrinos; Sobrina Gallina, Sobrina Cucaracha” (Revelo, 2013, p. 6). En estas comunidades, huelga decir, el término tío refiere a un título de respeto hacia los mayores, no necesariamente unido a un grado de consanguineidad, se trata de una parentela tácita entre los pobladores de la región. Finalmente, cabe aquí entrar de lleno a este libro de y sobre Baudilio Revelo, entendiendo este mestizaje cultural en donde el cristianismo, las religiones del África y el castellano arcaico devinieron en una lengua sagrada que se canta sin embargo sin tanta solemnidad, más bien se trata de celebrar a los abuelos y seguir resistiendo.
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*Bibliografía disponible en el libro, libre para descarga en la página de la FIL Cali 2020.