Y bueno, me gustaría pensar que muchos de ustedes acertaron a quitarle el antifaz al personaje de la adivinanza que les propuse la semana pasada, pero lo cierto es que no lo sé, porque por no sé tampoco qué extraña antipatía que parece dispensarme la Cibernética, no tengo acceso al foro de mi blog.
Por cierto que cuando la semana pasada les dije que les acababa de facilitar una pista valiosísima al preguntar que quién fue ese, a pesar de todo, feliz mortal, no sé si se fijaron lo suficiente en la palabra “feliz”. También les conté que cuando nuestro personaje fue por primera vez al teatro, Arthur Rimbaud pudiera haber cumplido, de haber vivido todavía, los 62 años, y recuerden que también les dije que ese personaje nuestro nació el mismo día que Rimbaud, es decir un 20 de octubre.
Basta buscar en un buen calendario de efemérides para ver quienes nacieron en esa misma fecha, y con seguridad que encontrarán ahí el nombre del personaje en cuestión. Pero es que además les dije que murió a los 62 años de edad de la misma enfermedad que alguien que lo admiró irrestrictamente y que le siguió a la tumba veinte años y treinta días después. Relacionando este dato con el anterior de Rimbaud podemos establecer perfectamente bien el marco temporal en que vivió nuestro hombre. Rimbaud nació en 1854, y si hubiese vivido 62 años nos encontraríamos en el 1916, que es cuando nuestro personaje va por primera vez a un teatro y ya lleva cinco años estudiando piano. Eso significa que nuestro personaje debió nacer entre 1900 y 1905 y que por consiguiente debió morir entre 1962 y 1967, de tal manera que su irrestricto admirador tuvo que morir entre 1982 y 1987. Es, como ven, sólo cuestión de relacionar detalles.
De ese su admirador irrestricto, a su vez, les dije que fue uno de los autores más admirados y revolucionarios del idioma de Cervantes, y por las palabras suyas que cité se enteraron de que vivía en Chascomús en diciembre de 1939. Si no saben donde queda Chascomús, búsquenlo en una enciclopedia: allá les dirán que es un partido del centro de la Argentina, en la provincia de Buenos Aires. O sea, debe tratarse de un escritor argentino, cuyo violín de Ingres, dicho sea de paso, era la trompeta…y hay una foto suya muy famosa en la que se le ve, grandote como una sequoia, siguiéndole los pasos a Louis Armstrong.
Y por cierto que también les dije que si yo les insinuase, sólo les insinuase, de qué va en su libro más conocido y siempre codiciosamente leído, porque cada vez se lo puede leer de una manera distinta, ustedes sacarían enseguida la primera punta del ovillo. Un libro que se puede leer cada vez de una manera distinta, y obra de un autor revolucionario… ¿no les huele que debe ser Rayuela, la obra maestra de Julio Cortázar?
Hagamos la prueba con Cortázar. Que murió el 12 de febrero del 84. Veinte años y treinta días antes había muerto nuestro personaje misterioso, es decir, el 13 de enero de 1964, y murió además a los 62 años, o sea que debió nacer en 1901 ó 1902, según los meses respectivos de nacimiento y defunción. Todos los datos coinciden hasta ahora. Y sabemos además que su fama no la alcanzó con sus conciertos de piano, y que se casó nada menos que cinco veces. Pensemos en qué razones podría tener Cortázar en quererlo haber conocido cuando vivía en Chascomús.
Lo más inmediato que se nos ocurre es que se tratase también de un escritor, con quien poder conversar de todo lo divino y todo lo humano (y ustedes disculpen el pleonasmo). ¿Les empieza a sonar ahora en los oídos, insistentemente, lo que dije la semana pasada acerca de este, a pesar de todo, feliz mortal? ¿No recuerdan ningún escritor de la zona rioplatense en cuyo nombre intervenga la palabra “feliz”, aunque sea con otra ortografía?
¿Por ejemplo, Felisberto Hernández, el uruguayo que se casó cinco veces, que se ganó la vida como concertista de piano, que no pasó a la historia como tal sino como uno de los escritores más personales y originales de su tiempo, que nació un 20 de octubre, como Rimbaud, pero en Montevideo, y que a los 37 tocó a Stravinski en la megalópolis al norte del lugar de su nacimiento, es decir, en Buenos Aires, que aunque no lo parezca sí se encuentra al norte de Montevideo? Pues sí, estimadasíma audiencia de este foro, Felisberto Hernández es la solución de la adivinanza. Y colorín colorado, la charada se ha acabado.
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