Uno de los logros de la película El Fundador (The Founder) es que al terminarla nos puede acariciar la misma sensación ambigua que sobrecogió a Robert D. Siegel, guionista de la cinta, tras apreciarla siete veces: la de no saber si odiar al protagonista por su codicia desenfrenada o alabarlo por... Ver post completo.
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