Dedicado a Sandra Milena Guayambuco
Avanzamos en el ajedrez de la noche. Tu contoneo de mujer temprana evoca el reino de la luz. Se duerme la brisa, desaparecen las personas que caminan a nuestro lado, sucumbe la algarabía de la universidad. Sólo quedan tus ojos y un cacho de luna. Debo irme, susurras con la voz perdiéndose en los rumbos del azar. Te abrazo y luego siembro un beso en tu mejilla. Relampaguea tu mirada al tiempo que emprendes tu camino. Contemplo tu marcha con el vacío creciéndome entre pecho y espalda. Te detienes en la esquina, giras la cabeza y lanzas una sonrisa que me regala el tesoro de la incertidumbre…