Tejiendo Naufragios

Publicado el Diego Niño

Las virtudes del hechicero

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Reseña del libro Corazón de Araña Negra de Jerónimo García Riaño.

Ediciones Corazón de Mango, 2017.

La construcción de personajes es la primera virtud de Jerónimo: con un puñado de palabras levanta un personaje de la nada. Se parece a los hechiceros que hacen emerger mujeres con un golpe de muñecas. Jerónimo, usando la mística de los magos, no deja ver el truco: no hay tornillos ni bisagras en los cuentos. Parece que el personaje existe desde siempre y sólo le hubiera quitado la sábana que lo cubría. Y no necesita grandes frases, palabras perdidas en los diccionarios, para que los personajes cobren vida. Baste citar a Sebastián Peña, quien es “dueño de una fuerte carcajada y de unas gafas de grandes lentes que escondían la verdadera dimensión de sus ojos. Un hombre de pocos amigos. Por momento se cubría con un manto de prepotencia y orgullo que terminaba aislándolo de los demás”.

La segunda virtud es la construcción de historias. Bien lo dice el maestro Isaías Peña: “sus once cuentos imponen la estética de la acción sin detrimento del lenguaje y la composición sorpresivamente innovadora”. De nuevo Jerónimo, como un mago, esconde el  truco. Las primeras palabras son la puerta a una historia que se presenta sin esfuerzos, como una mujer decidida a entregarse. El lector recorre lugares, sucesos y personajes como si fuera un trozo de mantequilla que resbala por el sartén caliente. Ese hecho, que parece tan fácil, tan razonable para el lector, es la suma de la buena literatura. Por ello requiere técnica para que no se vean las costuras y trabajo para que las palabras sean las justas y para que el ritmo de la historia sea perfecto. Una palabra de más, una coma de menos, y el cuento se zarandea como el ciclista que se irá de cara contra el asfalto.

La tercera virtud, y perdonen que las enliste como una receta, es el conflicto que se desarrolla en cada historia. Una mujer que no sabe que su hijo murió, un hombre que ve a su exnovia acompañada de quien se  la quitó, la mujer que cambia sexo por su libertad, son una muestra pálida de lo que se encuentra en los once cuentos. No existe relato en el que el lector no abra los ojos con asombro. Probablemente esa sea la razón por la que se relee el cuento: para encontrar el indicio, el espejo, los engranajes que conducen a la sorpresa.

Los cuentos son ágiles e inolvidables gracias a la convergencia de esas virtudes (que no son las únicas). Ágiles por la arquitectura de la historia e inolvidables por el conflicto que palpita en el alma de los personajes. Cada cuento es una historia que acompaña al lector por días, acaso semanas. A veces el recuerdo es un rumor tímido que se presiente en los resortes del alma. Otras veces es tan fuerte la evocación que se tiene la sensación que se acabó de presenciar con los ojos abiertos y el corazón desbocado.

Al final de Corazón de araña negra queda el desasosiego de no saber cuándo, cómo, de qué manera  se tendrá la posibilidad de leer el siguiente libro. La incertidumbre de quien se ha deslumbrado por la técnica del hechicero. El guayabo, en suma, del enamorado que debe dar media vuelta y dejar al ser amado atrás, sin saber cuándo la verá de nuevo. Frente a este hecho sólo queda la esperanza que Jerónimo no tardará en publicar otra antología de cuentos o, con un poco de suerte, una novela en la que exhiba su capacidad para alucinar al lector.

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Jerónimo García Riaño (Armenia, 1978). Docente universitario y escritor egresado del TEUC. Algunos de sus cuentos se han publicado en El Tiempo, Magazín El Espectador y Revista Actual. Colaborador de las revistas Puesto de Combate, Cronopio, Corónica, Analecta literaria de Argentina y El Comité de México. Ganador del Primer Concurso Nacional de Cuento Breve Revista Avatares y finalista de concurso de cuento Museo de la Palabra 2015.

Corazón de araña negra se consigue en Bogotá (Lerner, San Librario y Hoja de Parra), Bucaramanga (Librería Profitécnicas) y Armenia (Librería Libélula).

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