Reseña de la novela Es mejor no preguntar. Sergio Ocampo Madrid (Planeta, 2018).
Es la primera vez en veinte años de docencia, y treinta de lector, que encuentro un retrato tan profundo y tan fiel de los jóvenes: independientes y frágiles; brillantes y conflictivos. La novela desarrolla sus matices, filos y grietas a través de la vida de Jacobo y Nicoleta. Es un trabajo meticuloso que no escatima en detalles ni búsquedas. Eso se dice fácil pero es un ejercicio que exige paciencia para ensamblar toda la información sin que agote al lector ni ser repetitivo. Se necesita alma de cirujano para acomodar todo en espacios lo suficientemente pequeños para no agobiar pero sin sacrificar la amplitud ni la profundidad del tema.
Para ilustrar lo que acabo de decir, piense en una escena en la que se desea establecer la relación de dos hermanas. La mayor (Nicoleta) es autoritaria, caprichosa, pendenciera y pataletosa. La menor (Daniela) ha crecido a su sombra, pero sin que ello le reste autonomía ni carácter. No queremos abrumar al lector con largas reflexiones sobre las relaciones entre hermanas ni mucho menos despechar el asunto con cuatro palabras: Nicoleta odia a Daniela. La escena debe suceder entre esos márgenes y debe ser dinámica, además que el escenario y la atmósfera estén bien definidos. Con esas variables Sergio escribió esta escena: “Nicoleta la había subido a la fuerza hasta lo alto del tobogán, que no debía ser muy alto en verdad, y se había lanzado, y a ella la dejó allí, muerta del terror ante un precipicio de dos metros y pico, con el viento zarandeándola fuerte y sin saber qué hacer, qué decir. Desde abajo la otra la observaba con un gesto muy raro, que ella no comprendía, pero que no era amistoso. Y, mientras la chiquilla gritaba allá arriba, pedía que la ayudara a vajar sin resbalarse por esa caída mortal, y lloriqueaba sin hacer bulla, la otra simplemente se empezó a ir muy despacio. Daniela le veía la espalda y el pelo negro con cola de caballo moviéndose de un lado hacia el otro, mientras se alejaba, quizás para siempre y quién sabe adónde. Fue un instante apenas, pero fue suficiente para sentir mucho miedo, ya no de caer desde esas alturas, sino de algo más; algo que tenía que ver con su hermana y con ella”.
Ciento sesenta y nueve palabras en las que anuncia la relación que tendrán las hermanas Dalmar. Naturalmente que la relación de no se restringe a esta escena. Es un trabajo concienzudo que abarca todos los espacios y todas las posibilidades. Pero no lo hace por capricho: el vínculo con su hermana es una de las dimensiones de Nicoleta. Sergio no deja cabo suelto ni recodo sin esculcar en el universo de Nicoleta ni en el de Jacobo. Algunas veces parece que no se trata de un escritor sino un demiurgo que revuelca la psique, hunde los dedos en la niñez, destiende la adolescencia, husmea en la juventud. Es una búsqueda que transcurre con una prosa abundante sin ser barroca. Una prosa ligera, ágil y divertida. El humor de Sergio es contundente. Difícilmente se encuentra un humor tan certero y tan bien trabajado. Pero no es el humor que busca la carcajada, sino el que invita a reflexionar. También es el humor que empuja las acciones: “En una de esas jornadas, sin papá ni mamá en la casa, se acercó por primera vez a la bienaventuranza de satisfacerse a sí mismo y entendió, mejor que en veinte clases de antropología, por qué fue determinante para los homínidos desarrollar el dedo pulgar y adquirir la función prensil, y, más que en cuarenta talleres, que el sexo asustaba menos y era menos complejo de como lo querían pintar. Era más lógico que la aritmética, más práctico que la ortografía, provocaba más reacciones que la química y menos incógnitas que la religión”.
Pocas veces se tiene la oportunidad de disfrutar de una escritura tan vigorosa como la de esta novela. La prosa de Sergio es el abismo en el que crecen flores y revolotean mariposas; es la superficie del agua en la que se refleja el sol y el fondo que arrastra fango y peces; es el atardecer que se refleja en las ventanas de un edificio. Su prosa es profundidad, belleza, exactitud, regocijo, alegría y vida. Especialmente vida.