Bloguera invitada: Dunia Espinoza Esquivel
Todas las mujeres guardamos en el baúl de nuestras historias de amor todo tipo de prospectos, incluso hay quienes dicen que no podemos pasar por la vida sin haber amado con locura, que no es lo mismo que haber amado a un loco. Durante varios años estuve convencida de que amaba locamente, como nunca antes, que había encontrado al amor de mi vida, si es que algo así existe en el universo, hasta que una noche de domingo en un hotel en Cartagena me di cuenta de que éramos varias las féminas que creíamos exactamente lo mismo, y el velo que cubría una realidad de película de terror se descorrió, dejando al príncipe azul desnudo en la verdadera dimensión de sus miserias.
Lo conocí una tarde lluviosa de septiembre durante la conferencia inaugural de un congreso de cuyo nombre no quiero acordarme, como escribiera el célebre Cervantes, la calidez y la humanidad de sus palabras, unidas a su mirada penetrante enfocada en mí, hicieron “clic”.
Fue una relación a distancia, él bogotano yo costarricense, de manera que el correo, las aplicaciones de mensajería instantánea, las llamadas y las videollamadas, así como el ir y venir de aquí para allá sumando sellos en los pasaportes, encuentros apasionados y despedidas insufribles en distintos aeropuertos hicieron lo suyo y lo que yo creía que era amor pareció crecer. No podría decir cuándo empecé a sentir que algo no estaba bien, no sé si en realidad hay un sexto sentido, pero sí afirmaré categóricamente que cuando una siente que algo está mal, es porque en realidad lo está. Es por eso que me atrevo a decir que es necesario que nos escuchemos y nos hagámonos caso.
Cuando descubrí lo que el filósofo escondía (además era filósofo, se podrán imaginar, la retórica era su arma más letal, canta Shakira), me percaté que en principio había visto únicamente la punta de un iceberg, debajo de la superficie me enfrentaba a una mole de hielo capaz de volver a hundir al Titanic. El tinieblo en cuestión por el que yo sentía amor, que digo amor, admiración y casi devoción, no solo tenía una relación de pareja estable de casi una década…no, tenía al menos cinco o seis relaciones más de manera simultánea, algunas estaban iniciando, otras, como la nuestra, sumaban varios años. El tipo había montado en su vida una especie de maquila afectiva y producía en serie frases amorosas, maneras cariñosas de nombrarnos, canciones de amor y postalitas románticas que nos enviaba al tiempo. Siempre me ha gustado escribir y él inspiró varios de mis correos y mensajes más hermosos…ahora sé que le aporté una cantidad importante de material que le sirvió para endulzar a sus otras víctimas sin que se me reconociera la autoría.
Descubrí su donjuanismo, si es que acaso su patología no es aún más seria, y salí de Colombia 12 horas después dejando atrás la historia más bonita que he vivido pero que curiosamente no fue real: por algunas horas me sentí atrapada en la dimensión desconocida, para luego abordar un avión en El Dorado y desembarcar en mí país siendo otra, sintiéndome la viuda de un hombre que jamás existió.
¿Cómo fue que me recuperé de semejante herida narcisista, de una desilusión de ese tamaño? En primer lugar me salvó mi amor propio, 4 décadas de vivencias y varios procesos psicoterapéuticos no han sido en vano, me han ayudado a aclararme con respecto a lo que merezco, particularmente en la vida de pareja, no estoy ni estaré dispuesta a conformarme con menos de lo que quiero y no estaré con alguien con tal de no estar sola, para eso están mis perros que me aman sin condiciones. Ningún amor puede ser más grande e importante que ese que sentimos por nosotras mismas, esa es la fuente de los afectos.
En segundo lugar mi cuerpo empezaba a hablar a un volumen imposible de ignorar, las crisis de ansiedad habían empezado meses atrás, para decirme que algo no marchaba bien, que detrás de la imagen de ese hombre se escondía algo que hacía daño, y es que el inconsciente no descansa hasta ser escuchado y el mío es casi tan tenaz y terco como yo. Haciéndole frente a lo que mi cuerpo indicaba encontré el camino del bienestar, en definitiva creo que las personas tendemos al buen vivir, en especial las mujeres.
En tercera instancia estuvieron mis amigas, esas mujeres que hacen que la vida funcione. A mi lado estuvo la que pasó a buscarme al aeropuerto para abrazarme y contenerme, también la que me escuchó contar repetidamente esta historia de espanto hasta que yo misma me la pude creer, las que me abrazaron y lloraron por mí (yo ya no lloraba, en una isla del Caribe había vertido todas las lágrimas posibles), estuvo también la que se dijo dispuesta a impedir a toda costa que volviera con él en caso de que me buscara…mis amigas me anclaron a la vida y acamparon a mi lado mientras pasaba de la negación al asombro, al dolor y de este a la rabia, hasta que cada una de esas emociones acabó por aplacarse y él dejó de ser mi último pensamiento por las noches y el primero que me habitaba cada mañana.
¿Hasta cuándo me iba a doler este Don Juan? Hasta que yo lo permitiera, de manera que me puse de mi lado convirtiéndome en mi mejor aliada, me recordé a mí misma que esto no iba a ser lo peor que me pasó en la vida y me dispuse a sanar. En el camino quemé todos los puentes que pudieran conducirme a él o que le permitieran acercarse a mí, me autoprotegí asegurándome de que jamás me buscara y guardé en mi mente una especie de clave de seguridad para cuando la tontería me invadiera con recuerdos de los tiempos hermosos: una postalita con una frase de García Márquez que le envié días antes de mi encuentro con su verdad y que él usó, apenas unos minutos después para enviársela a otra chica con la que recién iniciaba la conquista…¡ya mencioné que producía en serie!
Una duda me rondó la mente y el corazón por casi un año, ¿sería capaz de amar de nuevo? Yo, que siempre había confiado y que jamás había tenido un encuentro con el monstruo de los celos, ¿sería capaz de volver a creer y entregarme? El tiempo ha transcurrido haciendo lo suyo y la vida se ha encargado de responder a mis preguntas…ese hombre se fue de mi vida matando al mejor compañero que yo había tenido hasta entonces, él me perdió a mí y yo conservé esta capacidad de amar con ternura, pasión y entrega, eso me pertenece por completo y hoy veo para atrás solo para decir que se puede sobrevivir al engaño ya que la verdad, por dura que sea, es siempre mejor que cualquier mentira. Ahora miro hacia adelante y sigo, porque el amor está esperando por mí mientras compone una nueva melodía con mi nombre.
Dunia Espinoza Esquivel
Dunia fue una de las ganadoras de la convocatoria para ser bloguera invitada. Es una psicóloga costarricense especialista en género y la puedes seguir en www.twitter.com/dunia_esqui
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Las imágenes son del actor Paul Newman, que realmente no tuvo nada de Don Juan, ya que estuvo una bella relación por más de 50 años con su esposa y también actriz Joanne Woodward.