Me arriesgaría a decir que todas las féminas en algún momento de la vida intentamos cambiar a un chico malo. Quizás algunas fueron como yo, reincidentes, ilusas y más tercas que una mula, con aquella necesidad fogosa de buscar a los peores chayanes emilios, para probar esa alocada teoría de que si es posible regenerar a un ovejo descarriado.
Hoy en día, siendo una mujer hecha y derecha, madura, evolucionada, coherente y propositiva (como dice mi amiga Sparkies) me considero curada de este mal y con toda la experiencia del mundo como saber con certeza, cuál es la clase de sujetos que en definitiva no quiero en mi vida. Desde hace algún tiempo salgo con un chico bueno y es fabuloso estar con una persona a la que no lo interesan las tragedias.
Hay que entender que no todos los gamines son iguales, hay unos más perturbados que otros. Algunos son del tipo guache con altos niveles de testosterona, unos son del tipo egocéntrico, otros del tipo sensible-bipolar-manipulador, otros del tipo buen polvo y labia fascinadora. Y dice una famosa leyenda urbana, que la amiga de una amiga de una amiga, salió con uno que era la combinación de todas las anteriores, una especie de gamín mix.
¿Y por qué carajos hacemos esto?, ¿De dónde salen esas ganas absurdas de complicarnos la existencia con tipos más enredados que el laberinto de creta?
Porque nos enseñaron a creernos las salvadoras: Por los siglos de los siglos, los temas de amor fueron etiquetados como “cosas de chicas” y por ende, en el pasado y aun en tiempo presente se nos responsabiliza del éxito o fracaso de una relación, de ser el pilar del hogar y de sacrificarnos si es necesario. Y una de las tantas cucarachas que nos metieron en la cabeza, fue que las féminas de gran corazón podíamos suavizar a esos hombres de naturaleza tosca y tallar a un diamante en bruto, a punta de amor, paciencia y cantaleta. Esto fue y ha sido reforzado a través de la literatura romántica, de las telenovelas, películas, reality shows y de nuestra cultura latino-ardiente con sus diferentes refranes populares acerca de todos los milagros que una buena mujer puede lograr. Y cuales santas que redimen a las almas pecadoras, nos creímos el pajazo mental de ser lo suficientemente heroicas como para aceptar el reto de cambiar a un sujeto que lleva no-sé-cuántos-años-comportándose-de-la-misma-forma.
Por atracción sexual: Así como a muchos hombres les gustan las mujeres híper mega femeninas con pinta de doncella desvalida y vocecita infantil que les alborota ese deseo de mostrarse como protectores y proveedores. En algunas mujeres el equivalente es buscar aquellos tipos con atributos de macho alfa, o sea, fuertes, dominantes, apasionados, que van directo al grano, que así no sean los más bonitos, son seguros de sí mismos y sus actitudes audaces sugieren que pueden ser grandes amantes, de esos que las cogerán duro (en el sentido figurado y literal), pues dicen que los chicos malos tienen fama de ser buenos polvos, sin embargo luego que se les conoce un poco más, es lo único bueno que tienen, así que no vale la pena aguantarse los demás detallitos molestos, solo por el placer de una gran revolcada.
Porque se confunde lo excitante con lo inestable: Se pueden vivir emociones fuertes con mucha pasión, sin necesidad que exista el drama y de paso ahorrarse las lágrimas y las quejas eternas de lo que el tipo hizo o dejó de hacer. El hecho de salir con un sujeto decente, no quiere decir que la relación va a ser aburrida o sin chispa, pero ojo, he dicho un tipo decente, no un tipo bobo, esos si son bien aburridos. Bastantes féminas creen que las peleas, los celos, la manipulación y los efervescentes polvos de reconciliación, son sinónimo de estar vivas o de vivir intensamente, pero no, eso no es vivir intensamente, eso es puro y físico sufrimiento y se llama inmadurez. Créanme, la estabilidad es reconfortante y eso de dormir tranquila, no tiene precio.
Por baja autoestima: Cuando “una” sabe lo que vale, se dice a sí misma, naaa ya no estoy para perder el tiempo en estas pendejadas, pero una fémina con inseguridades y que no se quiere lo suficiente, se sentirá atraída hacia los atarvanes porque de manera inconsciente esa es la clase de hombre que ella cree merecer. Esto no me lo he inventado yo, pues muchos psicólogos afirman que en las relaciones románticas tendemos a buscar personas con autoestima similar a la nuestra, y que de cierta forma son un reflejo de lo que tenemos dentro y de allí esa afinidad que se genera por el otro. Y en este caso en particular, si nos gustan los tipos difíciles y problemáticos, eso habla mucho de nosotras, como dice el refrán “dime con quién andas y te diré quién eres”.
Por heridas de la infancia: A mi prima segunda Sara Fernanda (Si, que combinación de nombres más extraña) le encantaba salir con hombres cortados por la misma tijera, igual de mentirosos, parranderos y mujeriegos que su papá, quien por cierto la había abandonado a ella y a su madre cuando esta era solo una niña, y en los últimos años llegó a conocer a siete de sus hermanas y hermanos que estaban regados en diferentes lugares del país. Volviendo al tema, de cierta forma ella se culpaba por la ausencia de una figura paterna en su vida y pensaba que rehabilitando al gamín de turno podría ser aceptada por su invisible padre. Lo que Sara Fernanda hacía, era proyectar a su progenitor en sus parejas, creyendo que así vencería a ese fantasma. Y este es solo uno de los tantos casos, en donde los vacíos sin resolver del pasado, nos llevan a tomar en el presente decisiones desastrosas en el amor.
Ya sea por la edad, por la inexperiencia, por los rollos internos, o por pura confusión, en cierta etapa de la vida, se nos da por salir con chicos malos, tomando el camino más difícil y espinoso para aprender acerca de las relaciones románticas. Cuando maduramos y solucionamos nuestros problemas, cambiamos el chip y nos empiezan a gustar los buenos hombres, esos que si valen la pena y que no nos causan penas.
Mi conclusión final es que las féminas a las que les fascina rehabilitar gamines, también necesitan rehabilitarse y desintoxicarse, porque los tipos malos son como una especie de droga.
Solteras DeBotas
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