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Por el buen trato

Colección de cielos Instagram: @AndreaVillate_Cielos

 

Hace unos días conversando con la Señora que me colabora en mi casa, me contó que había renunciado a una de las casas que iba entre semana a hacer el aseo, me lo contó más que nada por si yo conocía a alguien que necesitara una empleada domestica por días.   Le respondí que iba a averiguar y con gusto la recomendaría. Sin embargo, le pregunté ¿por qué había tomado la decisión de renunciar?

Me contó que llevaba trabajando con la señora dos meses pero que había cosas que no le gustaban.   Primero, cuando la contrató le dijo que le pagaría 46 mil pesos el día, por un trabajo de 8am a 7pm,  para hacer el aseo de una casa de tres pisos.   Luego de insistir en que el pago debería ser 58 mil pesos, llegaron a un acuerdo de 50 mil el día.    De antemano le dijo que se olvidara de ese cuento de cesantías  ni nada de eso a final de año.   Ella por la necesidad, tiene 3 hijos y su esposo estaba sin empleo por esos días, accedió.

Decía que llegando a trabajar el trato era inhumano, no solo la gritaba y no reparaba momento alguno para humillarla y decirle “es que ustedes, tras de pobres, brutos” cuando algo no quedaba como ella quería, sino que a la hora de almorzar la mandaba al patio, a comer con los perritos.  No le permitía comer en la cocina si quiera. Ella iba 3 veces a la semana a esa casa y me decía “hasta los gritos me los aguanto, pero esa humilladera era todo el día,  yo me metía al baño a llorar porque a veces no aguantaba”.

La conversación que tuvimos fue larga, yo le preguntaba detalles del trato, de cómo era la señora, porque me parecía inaudito que alguien trate a otra persona así  y cuando contaba ciertos maltratos se le quebraba la voz.    Un día le sonó el celular y ella fue a contestarlo, la dueña de la casa  le dijo “aquí usted no puede usar su celular sino hasta que salga”. Ella le dijo que eran sus hijos y que sus hijos eran primero y contesto el celular. La señora se puso furiosa y cuenta que le metió un regaño de terrible.  Luego de esos meses trabajando con ella, por fin su esposo logró conseguir empleo y aunque necesitan el dinero ella dijo “no más”. Le dijo a la señora que le renunciaba y que no volvería.  Ella comenzó a insultarla  y decirle “por eso es que los pobres no progresan, no se dejan ayudar”. El día que tuvimos esta conversación me mostró mensajes de audio que le dejaba la señora en WhatsApp, diciéndole que cómo le iba a dejar el trabajo botado y que si no se presentaba al día siguiente, luego cuando no tuviera qué comer se acordaría de ella.

Al escucharla hablar me daba tristeza, porque en su voz y en su mirada se percibía un halo de resignación. Como si por ser empleada domestica viera normal que quien la contrate la regañe y la griten.

No puedo creer que aún existan personas que traten de semejante manera a otras y peor aún, que piensen que porque una persona le ayuda a uno indica que uno tenga derecho a tratarla mal o que por tener un estrato o un cargo más alto, signifique que una persona vale menos que otra.    El trato que un ser humano tenga con sus semejantes dice mucho de quién es.

En diciembre de 1998 estaba en vacaciones de la universidad y en esa época cerca a mi casa por el Parkway había un restaurante “Sopas de mamá y postres de la abuela”  y pasé a preguntar si necesitaban una mesera. Yo nunca había trabajado, pero siempre que íbamos a almorzar con mis hermanas notábamos que los meseros eran gente muy joven. Así que fui a preguntar por el administrador del restaurante y me atendió una señora, me dijo que él no estaba, pero que para qué lo necesitaba y, le dije que yo era estudiante, que estaba en vacaciones y que quería saber si necesitaban meseros por diciembre, que yo vivía por ahí.   Ella me dijo que por ahora no, pero que le dejara mi teléfono.  Al día siguiente a las 11 de la mañana me llamó la misma señora, que ahí supe que era la dueña del restaurante, que por favor fuera de inmediato, el trabajo seria de 11am a 3pm. Yo seria “Volante”  mientras me relacionaba con la carta y me enseñaban cómo era el manejo.   Volante es el que les ayuda a los meseros, a recoger la loza, a pasar las cartas, poner la mesa, llevar la cuenta, todo lo que necesite rápidamente el comensal para que esté bien atendido.   Luego ya fui aprendiendo y a la semana siguiente ya estaba de mesera.

En ese trabajo por ese corto tiempo aprendí mucho, no solo de la atención al cliente y algunas recetas que todavía preparo,  sino también acerca del trato, que uno este atendiendo a alguien, no indica que esa persona es más o menos que uno.   Ni los dueños son más que los administradores, ni los administradores son más que los meseros, ni los meseros más que los cocineros o los cocineros más que los que lavan los platos.  Ahí éramos todos iguales.   Muchas veces atendí gente que era despectiva y odiosa con la atención que uno le brindaba, no daban la cara para pedir las cosas, no daban las gracias, nada… pero si dejaban propina y en ocasiones yo prefería que no dejaran propina pero que nos trataran bien.

Cerca del restaurante en esa época quedaba Caracol TV, CM& y otras productoras, iban muchos actores y periodistas muy reconocidos, como Javier Hernández Bonnet, Rafael Poveda, Claudia Cano, Erika Fontalvo, Tito Pucceti, Manuel Teodoro, Carlos Calero, María Cristina Uribe,  Ilia Calderón, ellos son lo que más recuerdo, puedo decir que eran adorados, muy queridos y amables con quienes los atendíamos.  Hay otro que no vale la pena ni mencionar, porque su trato era despectivo y si su orden se demoraba un poco más de lo debido apelaba al «Usted no sabe quién soy yo».

De esto he sacado varias conclusiones.  Las cosas más importantes de la vida parten de cómo nos relacionamos con los demás.  Un buen ser humano se deja ver en esas pequeñas actitudes que tiene al tratar a otras.

Que una persona tenga un delantal y la otra corbata no es un indicador que sea uno mejor que otro.   Que una persona tenga más títulos que otra no quiere decir que es más que otro,  ni mucho menos que se merezca un trato diferente.   Son personas iguales, simplemente, que tuvieron diferentes oportunidades en la vida.

Entre los seres humanos hay muchos conflictos, las relaciones son complejas, pero siempre hay una forma de hacer y de decir las cosas.

La gente olvidará lo que dijiste, también olvidará lo que hiciste, pero jamás olvidará cómo les hiciste sentir

En twitter: @AndreaVillate

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