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Mis ojos son tu voz

Represa del Tominé

El lunes por la tarde iba paseando con mi perrito Copito, eran pasadas las seis y treinta de la tarde. Se iba apagando la luz en el cielo y se encendían las luces lentamente en la tierra. Hacía una preciosa y sorprendente tarde pues la mañana de ese día no había hecho más que llover y el sol se abrió espacio entre las nubes y salió un ratito a despedir el día.  

Fui cruzando por un parque y vi que venían dos mujeres, parecía mamá e hija.  La mamá iba tomada del brazo de su hija, caminaban muy lentamente y notaba que la hija le iba narrando lo que veía en el camino.  La mamá iba vestida de ropa de descanso y la hija de tacones muy altos y arreglada como si acabara de llegar de trabajar. 

Escuché que la hija le decía -Estamos pasando por el árbol de flores amarillas- La mamá hacía un leve gesto como de sonrisa, a través del tapabocas, y la hija continuó -Ahí viene un perrito blanquito-  Y Copito se les arrimó a saludar, la hija se detuvo a consentirlo y le tomó la mano a su mamá y se la puso en la cabeza de Copito. Yo no entendía bien la escena pues la mirada de la mamá se veía bien.

La mamá le preguntó a la hija, -¿Es de la misma raza que teníamos cuando ustedes eran pequeños? y la hija respondió – Parecido, pero el de nosotros tenía las orejas diferentes-   La hija notó mi cara de desconcierto y elevando una ceja me miró y dijo -Es que mi mamá perdió la vista hace poco-    Ahí se me hizo un nudo en la garganta. La mamá interrumpió -Un problema con el azúcar, pero yo antes veía perfecto y era independiente, salía sola con mis perros y mi esposo pero ahora, ¿cómo?.   Y la hija dijo -Salimos con ella todos los días y le vamos contando lo que vemos-.   Solo atiné a decir – Que hermoso-. 

La señora tenía ganas de conversar más del tema… y dijo -Yo salía dos veces al día a caminar con mis perros y mi esposo, pero mi esposo falleció el año pasado por la pandemia y luego esto-  hacía como un movimiento de resignación con su cabeza…  entonces interrumpí y le dije, mirando a la hija -Qué hermoso que cuente con su hija y que le narre todo lo que ve-  y dijo, con un gesto como entre agradecida y apenada, -Si, eso sí- respondió, mientras le hacía un cariño a la mano de la hija. 

Yo no sabía qué decir, de esos momentos en que uno siente que cualquier cosa que diga sobra, sin embargo dije -¿Ya le contaron que hoy salieron varias estrellas y que se ve marte y están las estrellas que son seguidas que les dicen en diciembre los tres reyes magos?- y la hija se rió y ambas alzaron la mirada al cielo.  Y me despedí…  les deseé feliz noche y seguí mi camino…  Las seguí observando de lejos y la hija continuaba narrando todo a su alrededor. 

Esta escena me pareció preciosa, lo que uno haría por un ser querido en esta situación: ser sus ojos, contarle cómo va cayendo el sol, cómo está el color de los árboles, de las flores, para que no los olvide, para que se mantenga activa su mente y su imaginación.  Es amor, es solidaridad, es compasión.

Cuantas veces, en diferentes situaciones, la vida nos pone la tarea de ser los ojos de alguien, de ser quien sana a alguien con palabras, con un abrazo, con un beso, con estar ahí. Hasta en discusiones básicas, de mostrarle al otro, o que nos muestren, lo que no podemos ver.   

Es creer firmemente en el poder del amor profundo. Esos poderes mágicos que tenían nuestros papás cuando nos caíamos y llegábamos a casa con la rodilla raspada y con ternura nos soplaban la herida y mágicamente nos pasaba más rápido el dolor. 

Yo creo en ese poder mágico que tienen los grandes sentimientos. Hace unos días vi algo, era como una pareja de amigos y a él lo acababan de vacunar y decía que le dolía un poco el brazo y ella, con ternura, se quedó mirándolo y le besó delicadamente el brazo, seguramente deseando en lo más profundo que sanara. Es como creer que besando una herida, un dolor, una molestia mágicamente va a sanar al otro. 

La magia no la hace una varita, una moneda o lo que saques de un sombrero negro, tal vez la magia del amor, de hacer algo por alguien, la verdadera magia esta en lo mas profundo del corazón.

El amor se representa en tantas cosas. El amor es desear el bienestar del otro.

En twitter: @AndreaVillate

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