Bogotá

La hija llega un poco nostálgica a visitar a su papá y pregunta  

-¿Cómo supiste que mamá era la indicada?  

El papá sonríe tiernamente y responde -Es difícil decir con exactitud cuándo lo supe… pero yo creo que fue por un día en el que estaba limpiando el ático de tu abuelo y tu mamá no quería ni acercarse porque le tenía pavor a las arañas… 

-Si, lo recuerdo, gritaba cuando veía una-  ambos sonríen y la recuerdan con amor… 

El papá continúa -Ese día en particular ella escuchó que me caí, atravesé el viejo piso de madera… y subió corriendo al ático más rápido que un rayo. Atravesó cientos de telarañas, que se le enredaron en su cabello-  La mirada del papá se eleva como recordando aquel momento y sonríe – Simplemente ahí lo supe- Dice.  

– Enfrentó su mayor temor por ti….-  deduce la hija.

-Sus acciones hicieron darme cuenta de cuánto me amaba- concluye el papá.  

Esta escena hace parte de una película que vi estos días: “Medianoche en la Magnolia”. Me pareció lindo ese diálogo, pues el amor no es otra cosa que hechos, como dice una vieja frase “Las cosas no se dicen, se hacen, por que al hacerlas se dicen solas” 

Que saca uno que le digan que lo quieren si no se preocupan por las cosas que son importantes para uno. El amor son hechos y los hechos son detalles, porque uno cuida el corazón de quien le interesa. Que se sienta amado, cuidado, valorado, querido. Y eso es en todos los aspectos donde hay amor, entre parejas, entre familias, entre amigos.

 Días antes de que a mi papá lo operaran de un cáncer muy agresivo, cumplia años mi mamá y a pesar de la situación tan difícil y tan preocupante en la que estábamos, mi papá nos llevó al centro comercial a comprarle los regalos a mi mamá y así fue siempre, incluso cuando ya estaba en la etapa terminal de su enfermedad (mi mamá cumplia años el 13 de mayo y mi papá murió el 17 de mayo), estaba preocupado porque le compraramos la torta, regalos, flores, todo, que mi mamá nunca dejará de sentirse que celebrabamos su vida.  Y estoy convencida que eso es el amor.   Siempre he pensado que el antónimo de la palabra amor, no es desamor, es indiferencia. Cuando a uno le importa cinco como se sienta la otra persona o deje de preocuparse o interesarse por las cosas que para la otra persona son vitales, hay que evaluar y reaccionar.  A veces no es falta de amor, pero si es cuestión de organizar las prioridades.  Los detalles son importantes, es estar presente en cada instante. 

Y una cosa, ser detallista no tiene nada que ver con el dinero. 

Ojalá siempre estemos pendientes de nuestros seres queridos, de sus momentos importantes, de las celebraciones, que cuidemos el  corazón de quienes amamos. Todos podemos olvidar lo que nos dijeron o lo que nos hicieron, pero nunca como nos hicieron sentir.   

Menos palabras y más acciones. 

 

Andrea Villate

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