El viernes pasado al finalizar la tarde, estaba en mi apartamento trabajando. Me llamaron de la recepción para decirme que me había llegado un regalo, que por favor bajara a recibirlo, me emocioné porque era de parte de mis amigos de LaCava y era un regalo de ellos para Copito, el perrito que adopté y que mañana llegará a mi casa, pero bueno, esa ya es otra historia.
El caso es que bajé a recibir mi paquete, mientras caminaba por el conjunto, a paso lento, disfrutando esa brisa fría de la noche, cielo despejado, me pareció curioso ver una estrella fugaz, esos instantes mágicos que uno no se espera…. Mientras me iba acercando a la portería del edificio, en una ventana de uno de los apartamentos tenían las persianas abiertas, la luz encendida, cuando veo a una mujer que se abalanza sobre un hombre alto y lo abrazaba como si no hubiera mañana, luego ponía sus dos manos en la cara de él, como incrédula de que él estuviera allí y le decía algo y lo volvió a abrazar. Fue emocionante ver esa escena, que hasta se me llenaron los ojos de lágrimas del sentimiento que percibí en ese abrazo. Incluso me detuve para seguir viendo. Uno de los celadores que estaba haciendo ronda, me vio y me dice “es que él no vive en Bogotá y por lo del coronavirus no venía como desde marzo”. Me asusté al ver al Celador, sonreí un poco apenada, confieso, por estar de chismosa y claro, quería saber más detalles de la historia, pero daba como pena.
Fui a recibir mi lindo regalo en la portería y me regresé a mi apartamento muy feliz, no sin antes echar un vistazo a la ventana de la bonita escena y ya se veían sentados en la sala charlando.
Esta escena me pareció super bonita. Siempre he creído que los seres humanos somos como una matica, que necesita de agua y luz para crecer y florecer. Y el agua y la luz son los seres que nos rodean y las caricias alimentan nuestra alma. Y es una fórmula que aplica para todos. Nadie se resiste a un abrazo. El roce de la piel nos conecta con otros incluso nos tranquiliza.
Esta escena me hizo acordar de un libro de Joan Brady, que contaba la historia de una mujer que estaba agobiada por su trabajo, sus deudas, los niños y comenzó a notar que aunque todo iba bien en su matrimonio, seguían juntos, no discutían, si se habían alejado como pareja, ya había olvidado, incluso, cuándo fue la última vez que estuvieron juntos.
Luego de hacer varios cambios en su vida, para volver a encontrarse ella misma, comenzó a ver qué era lo que a ella le había llamado la atención de él, por qué lo admiraba, entre otras cosas.
Él era integrante de un grupo musical de jazz y tocaba el saxofón todas las noches en un Pub. Y desde que nacieron los niños, que ya tenían 5 y 8 años respectivamente, ella cayó en cuenta que dejó de verlo tocar. Así que decidió ponerse sus Jeans ajustados que hacía tiempos no se ponía, maquillarse un poco, tacones altos y llegó al bar para verlo tocar. Cuando llegó, él se puso super feliz al verla, incluso pidió que le sirvieran un trago, le dedicó una canción. Luego bajó del escenario para brindar con ella y la besó, como no la besaba desde que eran novios. Ella tuvo que irse pronto por los niños y le dijo que lo esperaba en casa, no sin antes darle un beso y un abrazo. Llegó a su casa feliz de haber vuelto a ser lo que eran cuando eran novios. Se acostó, pero no conciliaba el sueño… cuando él llegó, ella se hizo la dormida de medio lado, pero un hombro desnudo quedaba al descubierto. Él llegó y se acostó a su lado, como todas las noches, pero antes de apagar la luz, le dio un beso en el hombro desnudo. Ella sintió que caía al vacío y su corazón se aceleró. Todo por un simple cambio de actitud y poner en valor lo realmente importante.
No deberíamos esperar a que los abismos entre unos y otros se hagan grandes. Ni que sucedan cosas externas que nos alejen de las personas que amamos para ahí si darles el valor. Un simple gesto, una simple actitud pueden hacer la diferencia. Como decían en un comercial de J&J: “Cinco segundos de caricias, valen más que cinco minutos de palabras”
Eso que dicen que con el matrimonio se pierde el amor y la pasión por la convivencia y la rutina, creo que solo es cuestión de dar un paso, de hacer de vez en cuando una revisión, de cómo vamos y mejorar, innovar y no dejar que la rutina se apodere del amor.
La vida es muy corta. No debemos dejar que gane tanto terreno la costumbre, ni el frío, ni la monotonía. Un abrazo, un beso, una caricia, como decía Joan Brady en su libro: Hace caer al vacío y nos hace sentir vivos de nuevo.
“Las caricias son tan necesarias para la vida de los sentimientos, como las hojas para los árboles. Sin ellas el amor muere por la raíz”
PD: En estas épocas donde todo se ve difícil… recuerdo esa frase final de una de mis películas favoritas, Love Actually: Si miramos con atención a todo lo que nos rodea, nos daremos cuenta que el amor está en todas partes.
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