Reflexiones

Publicado el RicardoGarcia

Elecciones locales y voto independiente

Los comicios del 27 de octubre mostraron otra vez la eficacia del voto independiente, a nivel local, sobre todo en las grandes ciudades, allí donde puede dar un impulso inusitado a liderazgos nuevos, incluso alternativos. Estas elecciones enseñan la consolidación de ciertas tendencias que proporcionan un sello particular, por oposición a las presidenciales o a las parlamentarias.

En las elecciones para alcaldías se da la concurrencia entre votación independiente y votación de partido. Lo cual sucede de una manera algo distinta a como se dan las cosas en los otros certámenes democráticos. La causa reside en el universo de votantes, en su naturaleza, en su perfil y en sus alcances. La escala de ese universo demográfico, esto es, un municipio, es cuantitativa y cualitativamente hablando más pequeña que la existente en los eventos de carácter nacional. El tamaño de la unidad política, sobre todo en el caso de las ciudades, define unos agregados electorales más pequeños y un conjunto de problemas que se vuelve favorable a la cercanía entre el ciudadano y la instancia de poder que va a ser constituida por los electores; vale decir, la alcaldía.

Los agregados electorales están conformados por el bloque de votantes que orienta su escogencia hacia un candidato determinado. Por otra parte, la cercanía tiene que ver con las posibilidades de una proximidad especial del individuo con el alcalde o sus ayudantes, y con los problemas que estos deben atender, tales como las obras públicas de una localidad.

En tal sentido, en las elecciones locales, el efecto de los agregados electorales puede determinar una composición del paisaje político diferente. Una determinada votación orientada en el sentido de apoyar un candidato en el abanico de opciones, que a nivel nacional puede tener un impacto menor, en el universo de la ciudad por el contrario puede llegar a tener una influencia mucho más decisiva. Todo lo cual hace de este universo de comportamientos electorales una dimensión diferente a lo que ocurre en las votaciones parlamentarias y en las presidenciales.

En las parlamentarias, la votación independiente se dispersa al tiempo que se contrae. En las presidenciales, no consigue la fuerza suficiente, proporcionalmente hablando, para conquistar el poder. En cambio, en el nivel local o municipal puede concentrarse y alcanzar simultáneamente el triunfo en la competencia electoral. En otras palabras, tiene la potencialidad para convertirse en una mayoría, así sea relativa, con la consiguiente conquista de la alcaldía.

Es lo que sucede en algunas ciudades en donde el voto independiente –el no partidista– ha venido permeando nuevas franjas de ciudadanos; lo cual se ha traducido en ganancias electorales, cuando dichos segmentos de ciudadanos se dan cita con liderazgos que les resultan más seductores por su personalidad o por su programa. Es lo que ha ocurrido en Bogotá desde la primera alcaldía de Mockus en 1995 y en Medellín desde el mandato de Sergio Fajardo; también parcialmente en Cali, algo que así mismo sucedió hace unos veinte años en Barranquilla.

La virtud de la democracia representativa en el nivel local es la de premiar la concentración del voto independiente para las alcaldías, concediéndole su prima de éxito, en el momento en el que se casa con liderazgos innovadores o atractivos, como ha sucedido con Claudia López y Daniel Quintero. Es algo virtuoso que conduce a un mayor pluralismo, no solo en la participación y la representación, sino en el ejercicio del gobierno, base para un enriquecimiento de la democracia y de la variedad de alternativas que esta ofrece, en términos de gobernabilidad creíble, y no solo de una oposición destinada a dejar constancia de su existencia.

 

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