Reflexiones

Publicado el RicardoGarcia

21N: Trabajadores, jóvenes y clases medias

La marcha en el paro del 21 de noviembre resultó efectivamente voluminosa y heterogénea. Su amplitud indica que la convocatoria, aunque fuese difusa y fragmentada, sensibilizó transversalmente a una ciudadanía inconforme por diversos motivos, en una coyuntura en la que a ciertas necesidades políticas y sociales se agregaba un descontento con el gobierno, manifiesto en las opiniones negativas plasmadas en las encuestas.

La heterogeneidad de la movilización, encarnada en los muy diversos sectores que confluían aluvionalmente por las calles para converger en los lugares y plazas de concentración, expresó, en suma, una coalicion tácita entre las organizaciones sindicales y los ríos de grupos humanos, algunos de ellos en pose festiva, compuestos por profesionales, jóvenes y gentes de las capas medias urbanas, tal vez los estamentos que con su presencia pusieron la nota más destacada de la jornada.

Esta composición mixta ha puesto de presente el movimiento por unos intereses y actitudes distintos, pero coincidentes en el mismo reclamo, el de asegurar los relativos avances en materia de ingresos económicos; reales, pero bajo el acecho de mil riesgos en un país de grandes desigualdades, en donde se camina siempre por el borde del abismo.

En las organizaciones de trabajadores, rodeados estos de una mayor seguridad y estabilidad en términos sociales, había un interés gremial y una actitud defensiva de carácter preventivo: evitar las posibles reformas regresivas en materia laboral y pensional.

En los profesionales, jóvenes y estratos medios, por el contrario, lo que se evidenció fue una actitud más espontánea y proactiva, es decir, un anhelo de conquistar nuevos espacios para su influencia política; además, para abrir la ruta de nuevos avances en la paz y en los temas del medio ambiente.

Los progresos en materia económica y social, experimentados por el país, con el consecuente crecimiento de los estratos medios urbanos, despejan los horizontes para nuevas conquistas, sentimiento este que se percibe en la inconformidad ciudadana.

Ahora bien, estas expectativas de empoderamiento no se contradicen con los sentimientos en sentido contrario, los que nacen del temor a la inestabilidad social, originada esta última básicamente en el desempleo, particularmente en el desempleo profesional; pues el país asiste a una curva ascendente en la economía, pero también a una cierta precarización del trabajo y a un mantenimiento del desempleo estructural.

Esta combinación de expectativas de empoderamiento y de inestabilidad en las capas medias es la base para una inconformidad que está acompañada por un ánimo de movilización notable y duradero; elemento psicológico que pone de presente una fuerza moral que por lo pronto no desfallece, como quedó demostrado en el cacerolazo y como se confirma en el llamado a un nuevo paro seis días después del primero. Al contrario, parece asegurar una presencia masiva en la calle, a la búsqueda de una mayor representación social y de logros tangibles, frente a unas élites gobernantes, sin muchas ganas de cambiar el status quo en el que se sienten  muy cómodas.

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