Reencuadres

Publicado el Manuel J Bolívar

Cambiar, mejorar, mantener 

En abril del 2021 reventó un inesperado estallido social que se prolongó por cerca de sesenta días. Hubo muertos, desaparecidos, renuncia de ministro, fuga de capitales y cerebros, visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, desabastecimiento alimentario, destrucción de la infraestructura y comercios de varias ciudades, quiebra de industrias, lucha armada de clases, pérdida de confianza en la Policía. Quedaron heridas profundas en la sociedad, el gobierno mostró su mala disposición, las fracturas sociales quedaron al descubierto. Y se marcó el tono que ha ido tomando la campaña presidencial. Algunos candidatos se montaron en la protesta; otros, la observaron con temor o indiferencia. 

La estrategia del gobierno —amén de la represión legal e ilegal— para neutralizar el paro fue la convocatoria a conversaciones nacionales con los manifestantes. Se instalaron cientos de mesas de diálogo a lo largo y ancho del país, sin metodología ni orden, con miles de personas que no representaban a nadie, y a las que no fueron invitados intencionalmente los organizadores del paro. Aún así, la tempestad amainó. Como era el propósito del gobierno, nada trascendió con el resultado de estas mesas. Y las causas del descontento —usufructuado por todo tipo de delincuentes— siguen vivas. El presidente logró superar la turbulencia y endosar el problema al siguiente.

Sin embargo, otros tomaron en serio el asunto. Seis universidades  (Universidad EAFIT, Universidad Nacional, Universidad de los Andes, Universidad del Valle, Universidad del Norte y Universidad Industrial de Santander) emprendieron un proyecto denominado Tenemos que hablar Colombia (1). Con la asesoría metodológica de universidades de Chile, donde se hizo algo parecido de cara a la convocatoria de la Asamblea Constituyente, abrieron conversaciones con más de cinco mil personas representantivas del país. Recogieron con juicio sus diálogos, abrieron debates improbables entre contradictores y acordaron una hoja de ruta para salir adelante. De ahí salió un documento que fue entregado a los candidatos (Seis mandatos para el futuro de Colombia)(2). Vamos a ver cuál de ellos lo toma en serio. Adelanto cuatro sorprendentes conclusiones: hay una expectativa general de cambio social; conversar genera confianza; el sentimiento prevaleciente es el de tristeza; la política y los políticos deben liderar los cambios.

Las conversaciones partieron de preguntas poderosas y simples. Entre ellas destaca una muy sugestiva: ¿Qué cambiaría, mantendría y mejoraría de Colombia? 

Y es la misma pregunta que uno debe plantearse en soledad y contestar con crudeza. Hacer una lista de asuntos debajo de cada término y luego confrontar con los programas y con los actos políticos de los candidatos, para buscar coincidencias y desavenencias. Quizás ayude a una mejor elección. Lo formulo de esta manera porque a mi juicio cada uno de los tres candidatos más serios y viables representa, a grandes trazos, uno de estos términos: Cambiar, Mejorar, Mantener. «Cambiar algo cuando no funciona o está mal y queremos que funcione o que esté bien. Mejorar algo cuando ya funciona y está bien, pero queremos que esté y funcione mejor. Mantener algo cuando es óptimo y queremos conservarlo».

Creo que Cambiar es la idea con la cual se percibe a Petro; Mejorar, a Fajardo, Mantener, a Gutiérrez. Repito: a mano alzada, simplificando; sé que hay matices. 

Petro (3) logró conectarse con ese sentimiento de cambio que experimenta una parte considerable de la población. De hecho, alentó la protesta, a veces irresponsablemente. Los votos obtenidos en las recientes elecciones así lo indican y las encuestas parecen ratificarlo. Para él no hay nada qué mantener o mejorar, simplemente se trata de cambiar. Echar todo a la basura y empezar de cero a partir de sus diagnósticos apocalípticos y soluciones improbables. El país renacerá gracias a su soplo. No ha dudado en proponer ideas insólitas y populistas (un tren eléctrico entre Buenaventura y Barranquilla; condonar las deudas con el Icetex; que el Estado contrate a quienes no consigan trabajo; eliminar las EPS privadas y que el Estado se encargue de la salud); soluciones autoritarias (hacer uso discrecional de los aportes que millones de ciudadanos han hecho en los fondos privados de pensiones; que los ingenios azucareros entreguen por un valor justo sus tierras al Estado para repartirlas; controlar la independencia del Banco de la República; imponer a las empresas la distribución del 70% de sus utilidades, etc.); hacer gestos que revelan su temperamento radical (llamar neonazis a sus críticos). En fin. Ha propuesto muchos cambios revolucionarios y taquilleros; saltos al vacío, que llaman. Y conociendo su escaso talento para resolver los problemas que prescribe o los que crea, no genera mucha confianza. Lo dice más claro un joven líder de la Primera Línea que apoya su candidatura: «…hay que hacer cambios… y que a algunos les da miedo, pues bien, a otros ya no nos da miedo». 

Fajardo (4) prefiere construir sobre lo construido, se halla más cómodo con lo que ha funcionado, y mejorar con reformas graduales lo que no. Considera que el comienzo de su gobierno no es el día de la fundación de la patria. Tal vez por esa razón, el activista antes citado afirma que tiene un «..discursito fresa que no plantea rupturas … bueno para los que ya están acomodados y temen perder lo que tienen». Sin duda, no ha logrado sintonizarse con la expectativa de cambio —cualquiera que sea— que anhela cerca del 40 % de la gente. 

Federico Gutiérrez (5) es el adalid del mantenimiento de lo actual. Continuismo taimado. Alaba el gobierno de Duque, al igual que el 25 o 30 % de la población que tiene una imagen favorable de su desempeño. Su propuesta más aventada es el incremento de los recursos para alcaldes y gobernadores, para que tengan libertad de gasto sin la supervisión del gobierno central (a sabiendas de que los mayores focos de corrupción y despilfarro son los regionales). Se opone a todas las medidas progresistas recientes (aborto, adopción de niños por parejas del mismo sexo, prohibición del glifosato). Su talante es conservador. Su otra gran propuesta es la creación de Escuadrones de Policía para enfrentar la oleada de atracos —y lo que surja. Su lema central es Orden. En conclusión, es probable que su gobierno sea fuertemente desafiado por ese 40 % de personas que exigen cambios y que aprendieron cómo se paraliza y quiebra un país, y se pone en jaque un gobierno.

En la vida es necesario balancear las cosas que deseamos cambiar, mejorar o mantener. Tomar dosis de solo uno de estos ingredientes es tóxico. Ojalá las campañas lo entiendan. Que Petro estuviera dispuesto a aceptar que el país no es un completo fracaso; que Fajardo asumiera posiciones y formas de comunicarse más contestatarias; y que Gutiérrez se perfilara como alguien menos complaciente y satisfecho con el estado actual de las cosas. De lo contrario, nos esperan cuatro años complicados. Como siempre.

  1. https://tenemosquehablarcolombia.co
  2. https://tenemosquehablarcolombia.co/informes/6-mandatos-ciudadanos.pdf
  3. https://www.lasillavacia.com/historias/silla-nacional/las-propuestas-bomba-del-programa-de-gobierno-de-petro/
  4. https://www.lasillavacia.com/historias/silla-nacional/las-propuestas-bomba-del-programa-de-gobierno-de-fajardo/
  5. https://www.lasillavacia.com/historias/silla-nacional/las-propuestas-bomba-del-programa-de-gobierno-de-fico-gutierrez/ 

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