Putamente libre - Feminismo Artesanal

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Más allá del respaldo de Piedad Córdoba a la presidencia de Petro

ilustración : Andrés Reina 

“Un roble hecho mujer: Piedad Esneda Córdoba Ruiz”

Nació en Medellín el 25 de enero de 1955, de raíces chocoanas, fue nominada al Premio Nobel de Paz 2009. Amenazada, secuestrada, exiliada, inhabilitada y desprestigiada. Confrontada, cuestionada, odiada, amada, olvidada y recordada según sea a quién consultemos. Invito a leer con corazón, mente y oídos abiertos para que este ejercicio les permita hacer sus propias reflexiones y así sacar sus conclusiones de modo libre e independiente.

Como periodista he tenido la oportunidad de entrevistarla en dos ocasiones para medios de información y en otras, para temas puntuales de reflexión en materia de diálogos pedagógicos y de saberes.

No pienso esconderles mi afinidad con varios rasgos de su personalidad y su ideal de Nación; a los periodistas nos enseñan que no hagamos públicas nuestras afinidades con los temas de exposición o las fuentes, porque dicen que “eso quita objetividad”. Hace años decidí que tenía que ser franca con mis lectores. En cada texto reafirmo mi compromiso con ustedes, el cual siempre será informar si tengo algún conflicto de interés o similar referente a los temas que expongo. De más está decir que mi gran afinidad con el carácter acérrimo y con varios de los postulados de Piedad Córdoba de ninguna manera me convierten en una fanática subjetiva que anula su capacidad crítica.

Ustedes no solo merecen toda autenticidad sobre los estímulos y objetivos de mis temas si no que tienen el derecho legítimo de ser informados y para mí, ese derecho indiscutiblemente debe ir amarrado a conocer desde qué mirada se está produciendo la información. No creo que los periodistas tengamos que ofrecer disculpas por nuestras posiciones y afinidades políticas y sociales, sé perfectamente que ningún periodista pierde sus derechos políticos a razón de su labor.

Algún tiempo atrás, delante de la audiencia del programa virtual Mujer y sociedad transmitido por el periódico Publimetro Colombia, realizado cuando ella aspiraba a ser presidente le pregunté de dónde salían los recursos de su campaña, lo hice debido a que en ese momento se especuló que ella recibía apoyo económico de parte del gobierno venezolano; la respuesta no fue contundente, pero si fue una evasiva amable y muy inteligente.

Ella, hábilmente le dio una salida feminista a esa pregunta: “¿A cuántos hombres les están preguntando por sus patrocinadores públicamente?”. Sin embargo, valoré que no huyo de la pregunta ni se exaltó, tampoco decidió negarse a darme respuestas en el futuro como algunos políticos suelen hacer cuando un periodista les resulta incómodo. La razón de compartir esta anécdota aun cuando ella nunca se ha negado a responder mis confrontaciones por difíciles que sean es porque tengo el mea culpa por mi falta de sagacidad y pericia ese día, quedé encantada con el modo de evadir la respuesta que no supe cómo ser incisiva; todo periodista debe ser incisivo y a veces no sé cómo serlo. Esta pregunta sobre si recibe patrocinio de Venezuela o de cualquier otro gobierno internacional para sus campañas y actividades humanitarias y políticas en Colombia es tarea para preguntárselo mirándola a los ojos y frente a las audiencias. En el futuro, espero que como siempre, encuentre el modo de dar respuesta sin que me cancele como interlocutora por atreverme a preguntar las cosas que en los pasillos se dice y qué es normal que la ciudadanía tenga interés por saber. Sin más preámbulos, solicito por favor que hoy me lean más allá del estigma impuesto y de los prejuicios políticos que ya conocemos sobre esta mujer. ¿Realmente sabe Colombia quién es Piedad Córdoba? ¿Por qué es importante saber quién es? ¿Significa algo para el feminismo el trabajo político de Piedad Córdoba? En esta nota pretendo resolver tres de las decenas de preguntas que me hago sobre este personaje trascendente en la historia política y feminista de Colombia.

Buscaré resolver los interrogantes en dos partes. La primera mediante un recorrido biográfico y la segunda dando a conocer un diálogo que sostuve recientemente con ella para la redacción de este relato.

¿Colombia realmente sabe quién es Piedad Córdoba?

Tengo mis grandes dudas al respecto. Hay mucho ruido alrededor de este personaje. Veo gente repitiendo una y otra vez cosas sacadas de contexto o verdades a medias; tanto a la derecha como a la izquierda y hasta el centro. Pienso que si bien mucha gente sí sabe quién es como figura pública y popular, la admira o la desprecia con o sin conocimiento. Aun así, existe mucha ciudadanía que no tiene idea de su trasegar y simplemente la desprecian por herencia o por sospecha. Piedad Córdoba puede fascinar o causar desprecio, es polémica, pero jamás puede ser ignorada; y para disgusto de sus contrarios, a donde quiera que ella hace presencia es evidente que a la gente le importa cuando llega.

La gente quiere verla y escucharla y quienes no la quieren escuchar desean confrontarla.

Esta mujer es fruto de una hibridez cultural maravillosa, hibridez que es muy común en esta nación colombiana mestiza. Esculpió su talante entre lo antioqueño y lo chocoano. Su carácter firme como un roble y valía cultural solo pueden ser apreciados por quienes tengan oídos abiertos y corazón sensible a la Colombia diversa. Sus características particulares la convierten en una mujer con una puesta en escena magnética, poco común entre las mujeres políticamente correctas.

Es peculiar, capaz de desconcertar a todo aquel que decida escudriñarla sin prejuicios ni deseo de perfilarla al servicio de los intereses políticos de alguien. Su padre el señor Zabulón Córdoba, sociólogo y su madre la señora Lía Ruiz profesora. Heredo la ‘vena política’ principalmente de su tío Diego Luis Córdoba, uno de los primeros chocoanos en estudiar Derecho y representar a su departamento en el Congreso de la República. Gracias al trabajo político de su tío Diego, su apellido logro tener importancia para el partido liberal en Antioquia.

Es madre de cuatro hijos, egresada de la Facultad de Derecho de la Universidad Pontificia Bolivariana. Cuenta con especializaciones en Opinión Pública y Mercadeo de la Universidad Javeriana y en Derecho Organizacional de la misma Universidad Pontificia Bolivariana. Una mujer que ha dedicado gran parte de su vida a formarse para tener herramientas intelectuales y profesionales y, así lograr sacar adelante sus propósitos y proyecciones tanto personales como políticas.

Piedad ha narrado que en sus primeros años sufrió la discriminación en carne propia; que aprendió a leer a los cuatro años junto a su abuela Eumelia, una educadora que trabajaba con las comunidades de los barrios y quien les inculcó el amor por el servicio a las personas más desfavorecidas. Ejemplifica este suceso de su vida narrando un recuerdo, ha contado que, un día salió a jugar y regresó llorando a casa para decirle a su mamá que no quería volver porque los niños le decían apodos. Lía su madre, reunió a sus hijos en la sala y con tono enérgico les dijo que, si volvían llorando como Piedad, no saldrían más a la calle porque era el colmo que las burlas por su color de piel los ‘achicopalaran’.

En esa reunión les dijo:

“La gente es gente por lo que tiene por dentro, por su espíritu trabajador, por su sabiduría.” Piedad nunca olvido esa lección.

Su carrera política comenzó, de manera formal, cuando ingresó al liberalismo atraída por las ideas de William Jaramillo Gómez, defensor de las ideas liberales de izquierda quien fue alcalde de Medellín, senador y ministro. Siendo tan solo una adolescente se vinculó al trabajo social y político con las comunidades marginadas de Medellín; fue tesorera del municipio, secretaria general de la alcaldía de Medellín, contralora auxiliar, concejal y diputada. Posteriormente, y luego de que él anunciara que no estaba interesado en ser reelegido como senador, Piedad alcanzó una curul en la Cámara de Representantes durante el periodo 1992 – 1994. Tan pronto llego al Legislativo fue el centro de atención y ganando amores y odios. Con posturas claras en temas como los derechos de las mujeres, las minorías étnicas y los derechos humanos en general, decide aspirar al Senado para el siguiente periodo 1994 -1998.

En agosto de 1998 viajó a Europa para gestionar, de la mano del senador Javier Cáceres, la liberación del senador Carlos Espinosa, secuestrado por el ELN. Durante su segundo periodo como senadora, Piedad consagró su voz para hacer énfasis en el tema de la solución del conflicto armado colombiano por la vía de la negociación, empezó a hablar de la construcción de paz como un postulado político justo, serio y necesario antes de que en Colombia la paz se convirtiera en un parapeto más para los corruptos que hacen de este asunto un tema de “pan y circo”. Fue la primera mujer que le puso el pecho al tema de la paz en medio de una ola de violencia catastrófica, tanto así que sus pronunciamientos en materia de paz le costaron amenazas de grupos de las autodefensas. De hecho, el 21 de mayo de 1999, hombres del entonces líder paramilitar Carlos Castaño la secuestraron. Varias semanas estuvo privada de su libertad. Una vez libre, Piedad se exilió junto con su familia durante un tiempo en Canadá. Meses después, decide regresar al país siendo víctima de dos atentados contra su vida, de los que salió ilesa.

En 2002, experimentó nuevamente la presión de las autodefensas, Piedad por ello no pudo realizar su campaña electoral para el Senado en las regiones donde años atrás había obtenido su mayor votación, es decir, Medellín y el bajo Cauca. Aunque conservó su curul estuvo entre los últimos renglones. No obstante, en julio del 2005 el Consejo de Estado atendió las denuncias de la Procuraduría sobre supuestas alteraciones en puestos de votación y anuló más de cinco mil mesas. Piedad perdió su curul. En las elecciones del año siguiente volvió a ser elegida. Piedad siempre se ha caracterizado por una fuerte oposición al expresidente Álvaro Uribe, quien, pese a esto, la nombró en 2007 como facilitadora para lograr el acuerdo humanitario entre las FARC y el Gobierno. Esa tarea la desempeñó en compañía del fallecido presidente venezolano Hugo Chávez hasta noviembre de 2007, cuando luego de una reunión con alias ‘Iván Márquez’ perdió el aval del Gobierno colombiano por considerar que se habían roto los acuerdos que pactaban la manera como se haría la negociación. Y contra todo pronóstico, entre enero y febrero de 2008, Piedad logró la liberación de seis secuestrados. El 10 de enero del mismo año, las FARC dejaron en libertad debido a la mediación de Piedad, a la excongresista Consuelo González y a la exsenadora Clara Rojas. Mes y medio después regresaron a la libertad los excongresistas Luis Eladio Pérez, Gloria Polanco y Orlando Beltrán. El exparlamentario Jorge Eduardo Gechem también fue liberado. En el 2009 entre el 2 y el 5 de febrero también con la facilitación de Piedad y en colaboración con colombianos por la Paz, fueron liberados el ex gobernador del Meta Alan Jara, el ex diputado del Valle Sigifredo López, los policías Walter José Lozano Guarnido, Alexis Torres Zapata y Juan Fernando Galicia, y el soldado del Ejército, William Domínguez. Por su participación y postura, fue postulada al Premio Nobel de Paz 2009 por el argentino Adolfo Pérez Esquivel, quien obtuvo el galardón en 1980.

Hoy, esta mujer polémica, representante de una minoría étnica, combativa, política de oposición, es portadora del turbante de la controversia y al mismo tiempo es un ícono en la búsqueda de la paz, así las formas y los procedimientos por ella utilizados hayan sido cuestionados, confrontados y sobre todo incomprendidos.

Sus decisiones poco ortodoxas han sido usadas a conveniencia por sus detractores para intentar quitarle la dignidad política que ella a pulso se ha forjado por décadas.

En septiembre del 2010 El Procurador General de la Nación del momento, Alejandro Ordóñez Maldonado, sancionó disciplinariamente a la exsenadora Piedad Córdoba con destitución e inhabilidad por el término de 18 años tras considerar haber promocionado y colaborado con el grupo al margen de la ley, FARC.

Posteriormente Piedad demanda al Estado Colombiano solicitando nulidad y restablecimiento del derecho y gana dicha demanda: en agosto de 2019 el juzgado 38 administrativo de Bogotá condenó a la Nación –en cabezada por la Presidencia de la República- y al extinto DAS a pagarle más de 1.100 millones de pesos a la exsenadora Piedad Córdoba y a sus familiares más cercanos, por los seguimientos y chuzadas ilegales que sufrió por parte del extinto DAS entre el 2005 y el 2008.

La decisión asegura que, aunque el Estado tenía la facultad de recaudar información para mantener la seguridad nacional, no es permitido que use como pretexto esas labores de inteligencia empleando recursos públicos «con el único propósito de recopilar información privada de la oposición para desacreditar a sus militantes».

El fallo de 49 páginas asegura que está probado que el antiguo DAS «realizó tareas de inteligencia, seguimientos y acciones tendientes a desacreditar la imagen pública de Piedad Esneda Córdoba, con propósitos prohibidos por la Constitución Política y la Ley».

El documento dice que, si bien las actividades de inteligencia y contrainteligencia «constituyen mecanismos legítimos de las autoridades públicas en la consecución de los postulados estatales», en el caso de Córdoba, esas actividades del DAS «no se utilizaron para prevenir, controlar y neutralizar situaciones que pusieran en peligro los fines legítimos del Estado sino para desprestigiar a la demandante, desbordando totalmente el marco de la legalidad».

Tras su rehabilitación para ejercer cargos públicos en 2016, Piedad Córdoba se lanzó a la arena política con el fin de llegar a la presidencia de Colombia en 2018.

Llega a la carrera electoral con una vasta experiencia que incluye su papel de mediadora del gobierno para la liberación de secuestrados ante las FARC. Y aunque esa campaña no la llevo a la casa de Nariño demostró que hay una multitud que le aprecia y la valora en este país.

Refrescó su vida política, sin embargo, decidió tomar un receso político. El 8 de septiembre del año en curso, una nueva noticia escandalosa surge alrededor de este ícono político en Colombia: Según el autor del libro Alex Saab: La verdad, Gerardo Reyes Copello, Saad “recuperó 30.000.000 dólares de exportaciones ficticias gracias a Piedad Córdoba”. Piedad afirma que jamás ha tenido negocios en Venezuela y que, esto es mentira y falso testimonio. Ella tomará las acciones legales pertinentes en su defensa ¿Otra vez ganará una batalla jurídica en defensa de su honra y su buen nombre? . Hasta el día de hoy a Piedad no han podido condenarla por ninguno de los supuestos delitos que le han acusado, todo lo contrario, ha tenido que ser reparada por el estado como ya lo he expuesto.

¿Por qué es tan importante saber quién es Piedad Córdoba? ¿significa algo para el feminismo el trabajo político de Piedad Córdoba?

Su importancia trata de que, con luces y sombras, esta mujer ha librado grandes batallas por la paz y la justicia social; y aunque han hecho todo lo posible por enterrar en el cementerio del olvido su vida política, lo cierto es que, con ella en el Congreso o fuera de él, el país cuenta con una mujer ejemplo de lucha y perseverancia, de empoderamiento femenino y de defensa de los derechos humanos. Existen quiénes creen que es una delincuente aun cuando hasta hoy ha demostrado lo contrario, tienen derecho a pensar lo que quieran, los hechos hablan solos.

Estoy convencida de que el país necesita de la inspiración que su trasegar da a las nuevas generaciones respecto a las luchas sociales.

Por supuesto que significa muchísimo para el feminismo y más allá de él: fue autora de 82 proyectos de ley, ponente de 64 y citó a debates de control político en 21 oportunidades.

Las mujeres debemos agradecerle múltiples ponencias, entre muchos actos administrativos en favor de la justicia social, los derechos humanos y los derechos de las mujeres; la sanción positiva de la Ley en favor de la despenalización del aborto y la sanción de la Ley 70 de 1993 mediante la cual las comunidades afro obtienen restitución de sus Derechos a través de la protección de la identidad cultural de las comunidades negras de Colombia la cual fue declarada en el Articulo 55 (texto transitorio) de Constitución Política.

Conversación con la mujer roble

¿Cuáles son los techos de cristal a los que se enfrenta una colombiana cuándo hace política?

El ejercicio político para las mujeres continúa siendo limitado, teniendo en cuenta que representamos más del 50% de la población según cifras del DANE, esto es el resultado de una larga tradición patriarcal que siempre la ha visto con recelo y ha obstaculizado con obstinación la participación de las mujeres en diferentes escenarios, en especial aquellos asociados al poder, ya sea este político, académico o empresarial, contextos tradicionalmente ocupados por hombres

De tal manera que el primer obstáculo a superar pasa por resistir y revelarse contra eso, lo que es un ejercicio constante, porque el machismo se manifiesta de diversas maneras, algunas tan naturalizadas que pasan desapercibidas, otras son más evidentes. Así entonces, no es raro que a una mujer la saboteen incluso sus propios copartidarios, que al momento de intervenir les sea silenciado el micrófono o que la dejen hablando sola; que sus compañeros propicien que ellas se equivoquen o que no las tengan en cuenta a menos que sea representada o acompañada por un hombre. Son situaciones que se presentan constantemente y que se asumen como parte del trabajo.

Así mismo, las mujeres en posiciones de poder están sometidas constantemente a escrutinio sobre su aspecto personal, su comportamiento, su forma de reaccionar ante las provocaciones o los desplantes, así como sobre su sexualidad o sobre la maternidad. Asuntos por los cuales un hombre jamás es cuestionado. De tal manera que estructuralmente hay que superar diversos obstáculos, así como soportar actitudes o mentalidades que se resisten a la idea de una mujer poderosa y empoderada.

Con todas estas dificultades ¿Por qué es importante que las mujeres en Colombia decidan tomarse en serio la política y la participación?

No solo las mujeres, es muy importante que la ciudadanía en general ejerza su poder político porque es una manera de contrarrestar los problemas estructurales que tiene el país. Un país que siempre ha sido gobernado por las élites económicas de las ciudades para su propio beneficio, un país excluyente e inequitativo imaginado por una cantidad de patriarcas de club y gobernado como si fuera una hacienda colonial. Ahora, afirmar que las mujeres no se han tomado en serio la política no me parece justo con las luchas feministas que han sido invisibilizadas históricamente en Colombia, que han trazado un camino y han logrado los avances que hoy disfrutamos muchas mujeres. Avances que son importantes, pero no suficientes. En este sentido, las mujeres colombianas sí han estado interesadas en hacer política, en economía, en la academia y en el mundo empresarial, lo que ocurre es que no las han dejado ejercer su derecho a participar libremente en esos escenarios y en otros. Por otra parte, se requiere primero que muchas de ellas, que han sido víctimas sistemáticas de exclusión, de discriminación, de acoso y otras formas de maltrato, entiendan que no es aceptable, que no es normal, que “no es parte del trabajo”; cambiar esa mentalidad es clave para propiciar transformaciones profundas, de fondo y ese camino parte de la toma de conciencia, eso se logra con pedagogía, con cambiar el lenguaje y diversas prácticas sociales y culturales que ya van siendo hora de retirar de la cotidianidad.

¿Es cierto que una mujer indígena o una mujer Afro enfrenta mayores dificultades al hacer política en comparación con una mujer blanco-mestiza?

Colombia es un país estructuralmente racista y patriarcal, de tal manera que las mujeres afrodescendientes e indígenas que quieran hacer política deben sobreponerse a la opresión del patriarcado, así como a la violencia misógina de siempre, pero también al racismo del día a día. A pesar de ello, hay más coincidencias que diferencias en ese punto, porque las diferencias, que prefiero llamar diversidad, han sido usadas por el poder patriarcal, heterosexual y hasta religioso para sostener su estructura excluyente. Sembrar esa diferencia, esa otredad, los beneficia.

¿En qué es lo primero que debe formarse una mujer que tiene como objetivo hacer parte de la construcción política del país?

Formarse, es una cosa que todas las personas deben hacer, no solo para hacer política sino para ser parte del mundo y contribuir a su desarrollo y no solo las mujeres. En esa medida, lo primero que debe hacer alguien, es tomar conciencia del sistema opresivo que nos ha gobernado y posteriormente formarse en los derechos que todas y todos tenemos y que son violentados sistemáticamente por una estructura política, económica y cultural excluyente e inequitativa.

Colofón: Recientemente Piedad Córdoba ha anunciado su campaña al congreso de la república, sumándose a las listas del pacto histórico Proyecto Político liderado por Gustavo Petro. Piedad tiempo atrás había dicho que no votaría por Petro porque no lo consideraba una buena persona, eso es algo que en estos días se ha recordado no pude evitar hacerle saber mi sorpresa ella me hizo ver que ese proyecto político no era solo Petro y que en promedio estaban muchas más personas involucradas que trabajan honestamente por la paz. Yo no pienso apoyar a Petro porque no le creo ya, sin embargo no pienso desconocer a las grandes mujeres que trabajan en su proyecto político. Ningún partido es perfecto tendremos que esperar al desenlace de esta unión entre Petro y Piedad más allá de cualquier prejuicio u opinión personal, Sin importar el desenlace de esta campaña, la historia de la nación dará cuenta del trasegar y el legado de Piedad Córdoba para bien o para mal; ya no hay manera de que su legado pase de agache.

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