Matthew Perry

 

Nota preliminar: Esta columna se publica simultáneamente en El Correo del Golfo, en donde el autor firma con su nombre de pila.

Cuando un amigo lejano se va…

A Matthew Perry nunca lo vi en persona, ni siquiera de lejos, nos separaban miles de kilómetros, pero la noticia de su muerte, la he sentido como la de un amigo cercano y la verdad es que durante 10 años cada tarde ingresaba a mi casa, con otros cinco jóvenes, más o menos de mi edad, cuyas historias entre divertidas, tiernas y románticas, se convirtieron en parte indispensable del cotidiano vivir de toda una generación.

Ha fallecido el actor Matthew Perry, DEP, y de inmediato todos los que seguimos la serie Friends, sentimos un golpe en el alma y no es algo exclusivo de seres exageradamente nostálgicos, pues en las redes sociales, ese termómetro actual de las sensaciones del mundo, muchos reconocen que ninguna otra muerte había sido tan lamentada en los últimos tiempos y se debe sin duda a la huella que dejó una serie de televisión que conectó con aquellos que todavía éramos jóvenes en los años 90.

En 1994, yo había terminado la universidad y estaba trabajando en Editorial Norma, no lo sabía en ese momento, pero era algo temporal, pues un año más tarde ingresaría a la Academia Diplomática de San Carlos, luego de pasar el concurso de méritos para los interesados en hacer parte del servicio exterior colombiano. Era una época de cambios en mi vida, como seguramente la de muchos jóvenes que todavía no tenían claro los rumbos de su existencia, por eso, conectamos de manera inmediata con una comedia estadounidense, que en ocasiones no lo era tanto, que empezó de manera tímida y luego fue creciendo como espuma, hasta convertirse en uno de los fenómenos televisivos en la historia de los medios audiovisuales.

Es posible que en la actualidad, no sea tan comprensible el éxito de Friends, pero en aquella época en la que todavía no estábamos inmersos en las redes sociales y debíamos hablar a la cara y no a una pantalla para relacionarnos con los demás, seguir las incidencias de estos amigos lejanos, se convirtió en parte importante de nuestra misma existencia. En mi caso, empecé a ver la serie doblada al español, pero luego estando en Venezuela, en mi primer destino diplomático, podía verla en inglés con subtítulos en nuestro idioma y cuando no podía ver el capítulo del día, por algún compromiso laboral, la dejaba grabando en el VHS. Costumbre que seguí cuando ya estaba casado con Patricia, en las felices experiencias de Managua y Abu Dhabi.

Friends

 

La serie mostraba a seis jóvenes neoyorquinos, amigos entre sí, cuatro que vivían como vecinos en el mismo piso de un edificio, que en su planta baja tenía una cafetería llamada “Central Perk”, su sitio de encuentro público, en donde se sentaban a tomar un café y hablar de mil cosas y ninguna. Protagonizada por actores relativamente desconocidos, quizás la que llevaba más trayectoria era Courteney Cox, quien, para el inicio de la serie, ya tenía una carrera en el cine y televisión. De resto, Jennifer Aniston, Lisa Kudrow, David Schwimmer, Matt LeBlanc y Matthew Perry, resultaban rostros nuevos.

Luego con el éxito de la serie, se convertirían en famosos, especialmente Jennifer Aniston, pero ni el tema de las cifras astronómicas de dinero que ganaban por capítulo, ni la celebridad que alcanzaron unos más que otros, lograron dañar una amistad que fue auténtica, dentro y fuera del plató de grabación, que han mantenido durante estos años y se expresó en el comunicado colectivo de esta semana por parte de los cinco restantes al lamentar la desaparición de Perry, “éramos una familia”, dijeron lacónicamente. La serie fue espejo de su tiempo. Unos muchachos que a pesar de su simpatía y belleza, tenían serios problemas emocionales y que no siempre sabían afrontar las responsabilidades de la vida adulta. Va una rápida semblanza, de los mismos.

Las chicas: Monica una chef obsesiva con el orden y la limpieza, quien tuvo problemas en la adolescencia con la obesidad, y no le es fácil encontrar trabajo estable. Phoebe, una especie de hippie excéntrica y alternativa, inocente hasta la médula, terrible cantautora, a quien dejan tocar en la cafetería por su simpatía. Rachel la niña mimada y caprichosa, experta en moda, hija de buena familia que le teme a afrontar la vida sola, la mejor amiga de Monica, desde la adolescencia.

Los chicos: Ross, el científico del grupo, paleontólogo, divorciado, inseguro  e inestable, cuya primera esposa se casó en segundas nupcias con otra mujer, es hermano de Monica y eterno enamorado de Rachel. Joey, un aspirante a actor de raíces italianas, que debe hacer mil cosas para sobrevivir, siempre a la espera del papel de su vida, mujeriego de éxito y quien vive con su amigo Chandler. Por su parte, Chandler es un ejecutivo de éxito en el trabajo (un analista de datos, cuyo oficio para los demás siempre resultaba incomprensible), pero fracasado en el tema amoroso, experto en hacer bromas en los momentos menos indicados.

Joey y Chandler.

 

Todos tenían un lado cómico, sin duda, pero la pareja de Matt LeBlanc (Joey) y Matthew Perry (Chandler) llegó a representar uno de los dúos más graciosos y al mismo tiempo entrañables de la televisión, en la misma línea de los clásicos como Laurel & Hardy, una química extraordinaria que sacaba sonrisas, con simples gestos. La serie, que no pretendía pasar de ser una comedia ligera, tocó temas complejos para su momento y otros posiblemente resultarían ahora políticamente incorrectos.

El éxito del serial, se debió sin duda a la sabiduría de sus creadores y guionistas, Marta Kauffman y David Crane, quienes supieron equilibrar el reparto, sin darle mayor protagonismo a uno sobre los demás. Eso fue una política desde el primer hasta el último día. Podía seguir extendiendo este artículo, pero no sería justo con los lectores, ni con los que coinciden en este sentimiento de pérdida, ni con aquellos que nos miran con algo de sorpresa y nos tildan de exagerados. Con mi esposa Patricia y otros amigos, tuvimos una bonita experiencia hace unos años, cuando estuvimos visitando la reproducción de los escenarios de la serie, los “amigos de Friends”, nos entenderán.

Con mi mejor amiga en Central Perk.

 

Matthew Perry, tuvo una vida dolorosa por culpa de sus adicciones, que intentó controlar y de paso ayudar a personas en su condición. A pesar de la fama y el dinero, era complejo y solitario, por eso la imagen con la que cierro, la de su salida en compañía del pato y el pollito, que en la ficción habían adoptado Chandler y Joey, es tan apropiado, obra de arte de Lucy Claire Dunbar, que se ha divulgado por las redes sociales.

 

Buen último viaje, querido amigo lejano.

  Dixon Acosta Medellín

En lo que antes se llamaba Twitter a la hora del recreo me encuentran como @dixonmedellin

Avatar de Dixon Acosta Medellín (@dixonmedellin)

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