Ese extraño oficio llamado Diplomacia

Publicado el Asociación Diplomática y Consular de Colombia

POESÍA Y DIPLOMACIA*

Me entero en la distancia que la Asociación Diplomática y Consular de Colombia ha organizado, con gran tino, una serie de merecidos homenajes a reconocidos escritores, poetas y ensayistas colombianos por considerarlos «Embajadores Culturales», y ha iniciado tales homenajes con los poetas Darío Jaramillo y Piedad Bonnett. Ambos, se encuentran en el grupo de los mejores exponentes literarios de nuestro país. Eso me recuerda la relación entre diplomacia y poesía. No en vano las dos son disciplinas humanistas, en donde la palabra es fundamental como forma de comunicación, expresión y estética. Las dos son manifestaciones del arte de la sugerencia, cuando vale más lo que se insinúa que lo evidente.

Homenaje a Darío Jaramillo @ASODIPLOPalabra escrita, palabra hablada, palabra en todas sus formas. En ocasiones, una Nota Diplomática puede tener tantas metáforas e imágenes sugestivas como cualquier poema inspirado. Así como un poema, en un momento adecuado, puede convertirse en herramienta apropiada para mejorar cualquier relación bilateral. Tengo fresco el recuerdo de dos presidentes latinoamericanos que tuvieron ocasiones de odio y amor; en sus lunas de miel, se reconciliaban recitando poemas de memoria.

En este artículo veremos poetas que, gracias a la profundidad, sentimiento o gracia de sus palabras, han sido designados como representantes de sus países; pero también los casos, estos menos frecuentes, de funcionarios de carrera diplomática que han incursionado en la poesía.
homenaje-a-piedad-bonnett-13 No es precisamente corta la lista de poetas diplomáticos. Se encuentran varios premios Nobel como Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Miguel Ángel Asturias, Octavio Paz (para empezar por los latinoamericanos), Saint-John Perse, Ivo Andrić, Giorgos Seferis, Czeslaw Milosz. Pero también nombres legendarios como Rubén Darío y José Asunción Silva, nombrados como diplomáticos representando a Colombia, por un presidente y un vicepresidente que también eran poetas, Rafael Núñez y Miguel Antonio Caro.

Hay dos autores líricos que aparecen en la base de cualquier selección literaria-diplomática. Me refiero a Giovanni Boccaccio y Geoffrey Chaucer, posiblemente de los primeros poetas que tuvieron misiones diplomáticas oficiales. Chaucer (1343 – 1400) es considerado el padre de la literatura inglesa y fue el primer vate enterrado en la llamada Esquina de los Poetas de la Abadía de Westminster. Son dos poetas conocidos universalmente por sus cuentos, Chaucer por sus Cuentos de Canterbury y Boccaccio por El Decamerón.  Chaucer tuvo una extensa carrera como servidor público y habría viajado a España, Francia e Italia en misiones diplomáticas.

El humanista Giovanni Boccaccio (1313 – 1375), uno de los símbolos del Renacimiento, estudió leyes, paralelamente con estudios literarios. Posterior a la escritura de El Decamerón, y otros importantes trabajos, Boccaccio representó a la República de Florencia en misiones diplomáticas ante otras ciudades Estado como Venecia y Nápoles. Es bastante probable que Boccaccio y Chaucer se hubieran conocido, de hecho, se dice que Chaucer para su obra cumbre se inspiró precisamente en el trabajo de Boccaccio.

Todo esto no es casual porque la diplomacia moderna nació en el territorio que hoy es Italia, el cual durante los siglos X al XV se dividía en ciudades Estado. Varias de las características de la diplomacia contemporánea nacieron allí: los primeros ministerios u oficinas de relaciones exteriores, los embajadores permanentes en los otros Estados, e incluso los conceptos como la extraterritorialidad de las sedes diplomáticas e incluso normas de protocolo, privilegios e inmunidades. Aparte del poeta Boccaccio, otro gran escritor como Nicolás Maquiavelo fue también diplomático en este sistema. La diplomacia fue otra hija del Renacimiento.

El siglo XVI fue pródigo en poetas diplomáticos, como es el caso del español Diego Hurtado de Mendoza y Pacheco, poeta, historiador y político granadino, quien representó a España en el Concilio de Trento de la iglesia católica. En Inglaterra, Sir Thomas Wyatt, a quien se le atribuye haber introducido el soneto en la poesía británica, al servicio de Enrique VIII, conformó la delegación que intentó la anulación del matrimonio del monarca inglés con Catarina de Aragón.

En este apartado vale la pena destacar aquellos poetas que ingresaron al servicio exterior de sus países y se desempeñaron como diplomáticos de carrera.

Saint-John Perse, cuyo nombre real era Alexis Leger, nacido en la isla de Guadalupe, fue trasladado a París y se unió al servicio diplomático francés. Ostentó diversos cargos en España, Alemania, el Reino Unido y China. Llegó a ser Secretario General del Ministerio de Asuntos Exteriores francés. Comenzó a publicar con el pseudónimo de Saint-John Perse porque no era bien visto que un diplomático escribiera ficción. Recibió el premio Nobel de literatura en 1960.

Otro caso destacado es el del yugoslavo Ivo Andrić quien trabajó en el Ministerio de Relaciones Exteriores del extinto país balcánico sirvió en el exterior y en diversos destinos. En 1961 recibió el premio Nobel de Literatura. De igual forma, el diplomático de carrera Giorgos Seferis, poeta griego recibió el premio Nobel en 1963.

El sueco Dag Hammarskjõld, quien es una leyenda en el mundo diplomático, y uno de los más recordados Secretarios Generales de la Organización de las Naciones Unidas, también escribió algunos versos, especialmente haikus, una modalidad de poesía corta nacida en Japón.

En Brasil, Vinicius de Moraes desarrolló en paralelo la carrera diplomática con su faceta de poeta, compositor y promotor del movimiento musical de la Bossa Nova. Moraes obtuvo tanta celebridad por su desempeño artístico que se granjeó envidias y enemistades que provocaron su salida del Ministerio de Relaciones Exteriores. Años después de su muerte y como desagravio histórico, Vinicius de Moraes fue promovido al rango de Embajador.

Abhay Kumar, más conocido como Abhay K., es un joven poeta y diplomático de carrera de la India, conocido por escribir no solo poesía, sino textos relacionados con democracia y diplomacia digital. Es una celebridad en su país. El colega Abhay Kumar ha escrito: “La diplomacia es un arte complejo que implica la mezcla de perspicacia política, finura cultural, habilidades de comunicación para ejercer el poder de persuasión. La diplomacia generalmente se lleva a cabo mediante oraciones cortas que revelan tanto como lo que esconden. La poesía no es muy diferente.”

Existen ejemplos de diplomacia poética no oficial. Los festivales y congresos de poesía son muestra de ello. La homenajeada Piedad Bonnett ha sido destacada en este tipo de representación no gubernativa. Darío Jaramillo también ha obtenido numerosos premios. Los poetas en dichos eventos acumulan aplausos, suspiros y sonrisas que van a parar en la caja de ingresos no monetarios de Colombia.

Alguna vez tuve el honor de representar a Colombia en el festival de poesía de Granada, Nicaragua. Leí un poema en donde imaginaba al gran Rubén Darío mirándome fijamente desde su cómodo refugio monetario, pues en una de esas paradojas de la vida, su imagen aparece en el billete de cien córdobas. Precisamente él, quien en vida, no tuvo muchos de esos papeles valiosos en sus bolsillos; o cuando los poseyó, los dejó volar rápido en alas de música, licor y otras compañías.

Ruben-Darío-diplomáticoRubén Darío me miraba irónico y lastimero, mientras yo continuaba mi trabajo consular, escribiendo memorandos, atendiendo consultas, resolviendo entuertos como un Quijote sin Sancho. A propósito del poeta nicaragüense, aparte de haber sido cónsul de Colombia en Argentina, el traje diplomático que vistió al presentar cartas credenciales como Embajador de Nicaragua en España (en la imagen), fue un préstamo –posterior obsequio- del Ministro Plenipotenciario colombiano Juan Evangelista Manrique, quien auxilió al poeta, a quien un sastre no le tuvo a tiempo el frac encargado. Manrique había sido médico y confidente de José Asunción Silva.

Sobre diplomacia poética, dejo otro ejemplo. Hace algunos años, estuve involucrado en un bello proyecto, la traducción al árabe de algunos poemas colombianos. Se inauguraba la primera embajada de Colombia en la península arábiga, en los Emiratos Árabes Unidos, país en donde hay verdadera pasión por la poesía.  En la feria del libro de Abu Dhabi, se lanzó la primera edición de “Diez poemas colombianos”, antología preparada por Juan Felipe Robledo y Catalina González y traducida por el poeta egipcio Ahmad Yamani.

Al final, y quizás sea lo más importante, es que tanto la diplomacia como la poesía son ejercicios de paz.

Dixon Moya. Sociólogo de la Universidad Nacional de ColombiaMinistro Plenipotenciario de la Carrera Diplomática y Consular, ha prestado servicios en Venezuela, Nicaragua y Emiratos Árabes Unidos. Actualmente Cónsul de Colombia en Chicago. En poesía con su nombre literario Dixon Acosta Medellín, ha publicado el libro “Partes de Guerra”.

 

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