El Cuento

Publicado el ricardogonduq

Existe la verdad…y la verdad

En Colombia estamos tan mal que algunos pretenden que la verdad sobre el personaje más importante de nuestra historia reciente, el expresidente Álvaro Uribe, sea contada a través de un material audiovisual que se pierde en la idea de ser una serie o documental, llamado “Matarife”. El problema con la verdad mal contada es que suele convertirse en mentira y sepulta la realidad de los hechos, de la misma forma que el uribismo ha pretendido sabotear los mecanismos para construir nuestra memoria histórica.

Por: Ricardo González Duque

En Twitter: @RicardoGonDuq

La construcción de la verdad es quizá uno de los retos más grandes que tenemos como sociedad, una tan violenta como la nuestra, llena de episodios, actores y bandos en disputa, la tiene más difícil para llegar a un relato que satisfaga a las víctimas, que son las que más lo exigen. Además, porque en la mitad se atraviesan las tensiones de sectores que quieren acomodarla a su antojo con un objetivo político claro.

Por eso es tan peligroso que un ejercicio –quizá polémico– de libertad de expresión como la serie digital “Matarife”, basada en artículos de Gonzalo Guillén y Julián Martínez, se ofrezca como la verdad absoluta de los supuestos nexos del expresidente Uribe con el narcotráfico y el paramilitarismo. La pieza audiovisual que vimos el viernes pasado aunque puede abundar en la técnica, es probable que se quede corta en el contenido de sus 50 capítulos porque será un reencauche de lo que ya hemos sabido.

Esto es, existen sospechas de que el expresidente Uribe favoreció al Cartel de Medellín cuando fue funcionario de la Aeronáutica Civil, también hay evidencias de su amistad con algunos miembros del Clan de los Ochoa, integrantes de esa organización criminal. Posteriormente y con la sombra del asesinato de su papá a manos de las Farc, hay denuncias de que siendo gobernador de Antioquia ayudó a que las cooperativas de seguridad, ‘Convivir’, se convirtieran en las autodefensas que después fueron responsables de algunas de las peores masacres de nuestra historia. Ya en la Presidencia se le acusó de haber extraditado la verdad de los jefes paramilitares con quienes había firmado un acuerdo de desmovilización y casi al final de su mandato fue señalado de promover la muerte de jóvenes inocentes a quienes hicieron pasar por guerrilleros en combate. ¿Es poco todo esto? Por supuesto que no. Es la ficción perfecta para un libretista, pero no una verdad oficial.

La verdad que está mostrando uno de los bandos a través de esta serie, que quieren volver además cartilla para los más jóvenes, se enfrenta a la de los contenidos que el uribismo está publicando por estos días para contrarrestar el efecto del otro relato: bondades de la Presidencia del líder del Centro Democrático. Ambos, por razones políticas, están contaminados al no tener una premisa básica de los investigadores y del buen periodismo, la de contrastar con fuentes.

¿Por qué la que publicará “Matarife” no es la verdad oficial? Quizá por dos razones: o porque no sea cierta –tal vez una verdad a medias– o más grave aún, porque no se ha permitido contar la verdad en Colombia. Y en eso el uribismo está demostrado que ha hecho todo lo posible porque se mantenga oculta con sus torpedos a la Jurisdicción Especial de Paz, que el presidente Duque en algún momento quiso derogar; a la Comisión de la Verdad, señalada por el Centro Democrático de tener sesgos; y al Centro de Memoria Histórica, el cual han querido llevar hacia un negacionismo del conflicto armado.

Estas son las herramientas que hoy tenemos para que nuestra verdad sea lo más cercana posible a la realidad de los hechos, aunque –como ya lo había planteado– quedaron con un gran vacío por no obligar a la comparecencia de los expresidentes que directa o indirectamente dejaron víctimas durante sus períodos en el poder.

Todavía no sabemos si este Sistema de Verdad, Justicia y Reparación que se creó en el país logre acercarnos a la verdad que necesitan las víctimas, pero hay algo que queda claro: “Matarife” está lejos de contarnos la verdad de la historia reciente de Colombia, aunque llegar a ella no va a ser posible sin conocer la de Álvaro Uribe.

UN PUNTO DE GIRO: Va a ser muy difícil creerse el cuento de que el Ñeñe Hernández, fanático seguidor del presidente Duque, con quien compartió en no pocas ocasiones, también haya aportado dineros ilícitos a la campaña presidencial de Gustavo Petro en 2018, como lo anticipó el fiscal Barbosa.

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