Podría afirmar que todos los lectores han tenido que memorizar, por gusto o por obligación, alguna rima, bien sea una copla, un verso, un refrán, una regla ortográfica, una retahíla o un método para recordar cosas. Los ejemplos abundan y aunque no seamos conscientes de ello, desde temprana edad hemos ejercitado la memoria aprendiendo infinidad de cosas, algunas de las cuales luego transmitimos a los niños desde muy pequeños. Por ejemplo quién no ha entretenido a un bebé con: «este dedito compró un huevito // este lo cocinó // este le echó la sal // este se lo llevó // y este pícaro gordo se lo comió» o enseñándole la correcta pronunciación de la letra r con «erre con erre cigarro…».
Y ¿quién no tuvo que aprender alguna rima ortográfica como esta para la h intermedia?: «intercalada en ahora // siempre me vas a encontrar // en ahí y en zanahoria // en alhaja y azahar», o esta otra de don José Manuel Marroquín para la z: «Con zeta se escriben azada, vergüenza // hozar, despanzurra, bizcocho, azafrán // azufre, bizarro, calzones y trenza // coraza, lechuza, durazno, azacán».
Existen también muchas rimas para aprender la correcta manera de escribir palabras que suenan igual, pero que tienen diferente ortografía, tales como la que diferencia “sirio” de “cirio” que dice: «se les denomina sirios —¿podría ser de otro modo?— // a los nacidos en Siria, según lo sabemos todos // hay, sin embargo, otros cirios de ajena naturaleza // y son esas velas grandes que vemos en las iglesias».
Sobre esta diferencia recuerdo un chiste reciente que se hizo, como es costumbre, al presidente de un país latinoamericano, a quien le convencen de que sería un gran gesto, bien recibido en la comunidad internacional, alojar algunos de los miles de sirios que quedaron sin techo debido a la guerra en su país. Entonces el presidente ordena al ministro: “informe al mundo que nosotros estamos dispuestos a recibir hoy mismo a 20.000”. Y le dice el ministro: “pero presidente no tenemos tanta capacidad… es que estos son sirios con s”.
La facilidad que tenemos para repetir, desde niños, la letra de cientos de canciones es otra prueba de nuestra capacidad para memorizar. Hay también otras rimas que se aprenden con el objetivo de recordar números, datos, fechas, cifras, detalles y hasta cuántos días tiene un mes: «Treinta días tiene noviembre // con abril, junio y setiembre // y los demás treinta y uno // excepto febrero mocho // que sólo tiene veintiocho».
Las rimas no han sido ajenas a la aritmética y a los números y estos aparecen incluso en estribillos de canciones infantiles que se aprenden antes de saber sumar: «2 y 2 son 4 // 4 y 2 son 6 // 6 y 2 son 8 // y 8 dieciséis».
Aun cuando cada vez se necesita menos el uso de la memoria y ya ni siquiera debemos preocuparnos por retener el propio número telefónico debido a la disponibilidad de celulares y motores de búsqueda como Google con los que nos podemos ayudar para recordarlo todo, hay cosas que definitivamente deben aprenderse de memoria. Por ejemplo las tablas de multiplicar hay que saberlas de memoria. En contra de quienes opinan que memorizar cosas no sirve, ni enseña nada, opino que no se puede generalizar y este es justamente un buen contraejemplo, ya que aprender que 7×5 es igual a 35 le enseña inmediatamente al niño que puede ahorrarse una nueva sin esfuerzo alguno, basta saber que 5×7 también es igual a 35 y con este beneficio el niño está aprendiendo entonces que la multiplicación es una operación conmutativa, propiedad maravillosa, gracias a la cual él necesita un menor trabajo.
La memorización en matemáticas es muy común, no porque sea obligatoria, sino porque retener una fórmula que se va a usar frecuentemente resulta muy cómodo; es así como a medida que se avanza en el aprendizaje se van reteniendo cada vez más cosas tales como el Teorema de Pitagoras o algunas fórmulas como la de la velocidad (= distancia/tiempo) y muchas otras. Para citar solo algunas:
Área de un círculo = πr²,
solución de una ecuación cuadrática: ,
identidades trigonométricas como: sen²(x) + cos²(x) = 1.
La dificultad para integrar funciones es una motivación en los cursos de cálculo para que los estudiantes memoricen el valor de muchas integrales que aparecen con frecuencia, tales como las de funciones trigonométricas, logarítmicas y exponenciales. Algunos disfrutan tanto el reto del cálculo de integrales, que se especializan en aprender toda clase de trucos y despiertan verdadera admiración. En la Universidad Nacional sede Medellín, por ejemplo, se realiza anualmente, desde hace unos 15 años, una competencia denominada “Concurso de Integrales” en la que participan estudiantes de casi todas las universidades, que cursan carreras de ingenierías, matemáticas, economía, estadística y física principalmente. El concurso ofrece jugosos premios y de él han salido verdaderas estrellas de la integración.
Recuerdo justamente una buena técnica para memorizar el método de integración por partes, uno de los más populares, que se enseña en los cursos de cálculo. La fórmula que se presenta es:
y para recordarla existen algunas frases que nos ayudan. Una que aún recuerdo es la que dice:
«Un Día Vi Una Vaca Vestida De Uniforme».
Y para recordar también la posición de la integral (que es como una S estirada) tenemos una frase más larga:
«Sentado Un Día Vi Un Valiente Soldadito Vestido De Uniforme».
Aun cuando no todas las cosas se deben aprender de memoria, la riqueza de rimas y técnicas para memorizar son un tesoro personal que debemos guardar, preservar y estimular para ejercitar nuestra mente y mantener activa esa capacidad humana que aumenta el ingenio de quienes inventan rimas para memorizar.
@MantillaIgnacio