Al humanista, filósofo y analista político norteamericano Noam Chomsky, a quien tuve el gusto de conocer cuando recibió el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Nacional de Colombia en el año 2002, se le atribuye la autoría de un texto didáctico en el que se sintetizan las principales estrategias de manipulación masiva, resumidas en diez principios sencillos de comprender. Pero hay quienes aseguran que el autor del texto no es Chomsky sino el escritor francés Sylvain Timsit, quien publicó este decálogo hace ya 15 años; también hay quienes afirman que esta lista tampoco es del todo original de Timsit, pues la recopilación se inspira en un texto anterior de William Cooper.
Aun cuando el documento sea apócrifo, lo cierto es que se ha difundido ampliamente y se constituye en una lista que bien vale la pena conocer. Las diez estrategias de manipulación masiva parecen conformar un nuevo manual que actualiza a Maquiavelo y que siguen al pie de la letra nuestros gobernantes, como trataré de mostrarles con algunos ejemplos locales concretos.
Primera estrategia. La distracción.
Consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios ya decididos sin consultar, mediante la orientación de la atención hacia temas banales, atiborrando de información irrelevante a los ciudadanos para mantenerles distraídos. Se le da demasiada importancia, por ejemplo, a eventos deportivos o de farándula para perder de vista los problemas reales. O se atrae la atención del público hacia un hecho que sea escandaloso. Esta estrategia es indispensable para alejar el interés por los conocimientos esenciales.
En Colombia nos sobran ejemplos de esta estrategia a la que contribuyen los medios de comunicación.
Segunda estrategia. Crear problemas y después ofrecer soluciones.
Este método también llamado “problema-reacción-solución” consiste en agravar una situación prevista para causar una reacción esperada en el público y así tomar una medida extrema que será presentada como necesaria y entonces fácilmente aceptada. Por ejemplo crear una crisis económica para eliminar beneficios o disminuir servicios públicos; desmejorar intencionalmente el servicio que presta una empresa estatal para justificar su venta o su transformación.
En Colombia esta es una de las estrategias favoritas de algunos de nuestros alcaldes.
Tercera estrategia. La gradualidad.
Para hacer que se acepte una medida que seguramente sería rechazada, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, pacientemente hasta que el público se acostumbre. Es por ejemplo la actitud de implementar o reconocer formas precarias de trabajo que terminan viéndose como normales aun cuando no ofrezcan garantías de seguridad social.
¿Será que ya nos estamos acostumbrando al modelo de RAPPI?
Cuarta estrategia. Diferir.
Es más fácil aceptar un sacrificio futuro o por cuotas que un sacrificio inmediato o grande. Se presenta afirmando que en el corto plazo parece perjudicial, pero a futuro traerá grandes beneficios. Esto da más tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.
Se me parece mucho a la estrategia que usa la administración actual para el cobro de la valorización en Bogotá.
Quinta estrategia. “Infantilizar”.
Dirigirse al público como si todos fueran niños. Hacer publicidad dirigida con discursos, personajes, gestos, expresiones, entonación infantil y actitud conciliatoria para neutralizar el sentido crítico. Mostrarse como figuras paternales que explican con ejemplos de fábulas.
Aquí esta estrategia es usada frecuentemente por nuestros gobernantes quienes se esfuerzan en su aplicación, pero en lugar de contratar payasos y “cuentachistes”, son los mismos funcionarios los actores.
Sexta estrategia. Acudir a las emociones.
Para neutralizar el sentido crítico de las personas se pueden cambiar las reflexiones por las emociones, así se garantiza la aparición de miedos, temores o deseos que garantizan comportamientos dóciles. El miedo es una de las armas más poderosas; en medio de la desesperanza se acepta cualquier solución que evite lo temido. Los mensajes están por eso llenos de emotividad.
En esta estrategia son expertos nuestros dirigentes: desde el temor que nos infunden al atraco callejero, hasta el temor a perder el trabajo. Y ¡qué miedo convertirnos en otra Venezuela! ¿Y no teme perder su salud? Pues vaya en bicicleta al trabajo.
Séptima estrategia. Aumentar la ignorancia.
La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible. El público debe ser incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. Se recurre a los datos anecdóticos, adormeciendo la curiosidad y evitando el pensamiento crítico. Se aprovecha el desconocimiento para engañar al público con aparentes cifras y estudios.
Encontré esta cita pertinente de Chomsky: “La población no sabe lo que está ocurriendo, y ni siquiera sabe que no lo sabe”.
Esta estrategia es la que ha querido usar frecuentemente el alcalde de Bogotá. Por ejemplo: no sabemos qué es un metro o desconocemos la tecnología asombrosa de los nuevos buses. Además nos convence con sus conocimientos: “en todas las ciudades del mundo…”.
Octava estrategia. Estimular la mediocridad.
Hacer creer al público que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto. Promover estilos de vida tontos, superfluos y ridículos, estimulando comportamientos masivos controlables. Moldear y manipular para que al público le agraden las cosas que se quieren imponer.
En Colombia ayudan bastante las telenovelas.
Novena estrategia. Reforzar la autoculpabilidad.
Hacer creer al individuo que él es responsable de su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema, el individuo se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. Como consecuencia, el público se conforma con el mal funcionamiento porque es su culpa. De este modo se hace creer que el entorno es perfecto y que si se presenta una falla es culpa del individuo que no se esfuerza por encajar en el sistema.
En Bogotá estamos acostumbrados a oír: “por pendejo lo robaron, dio papaya”. “Por su culpa llegó tarde, hay que salir dos horas antes por el trancón”. “Se tiró el carro por no saber esquivar un hueco”. ¡Quién lo manda a salir de noche!
Décima estrategia. Conocimiento minucioso de los individuos.
El sistema consigue conocer al individuo común mejor de lo que él se conoce a sí mismo. Así se puede ejercer un mayor control y un gran poder sobre los grupos. Estudios y encuestas permiten acciones para convencer o someter al público. La utilización del conocimiento de reacciones ante ciertos estímulos y nuestro comportamiento de consumo es un elemento valioso para los estrategas.
¿Cómo no usar la información sobre las cosas por las que los colombianos se endeudan?
A estas diez estrategias mundiales de manipulación masiva yo agregaría una muy nuestra: polarizar.
@MantillaIgnacio
*Imagen tomada de larevista.ec