Desde el fogón

Publicado el Maritornes

Homenaje a los silenciosos

A menos que deliberadamente elijamos el silencio, nos apartemos, apaguemos los dispositivos, los noticieros y los chismes, somos arrastrados hora tras hora por el bullicio de un mundo en general estruendoso y cacofónico. Es un ruido visual, auditivo y mental, un incesante parloteo adictivo sin el cual podemos sentirnos por fuera de acontecimientos que creemos indispensable conocer y de relaciones que consideramos de vida o muerte conservar; pero por fortuna también existe la necesaria especie de los silenciosos.
Es probable que la mayoría conozcamos a una de esas personas que parece flotar por encima de la espuma contaminada de los acontecimientos. Silenciosas en medio del tropel, opinan poco y lo hacen con ponderación y en resumen. Son aquellas cuyas palabras, por lo escasas, encuentran casi siempre oídos atentos. Igual, si nadie las escuchó, no se sienten demasiado afectadas. Solo hablan para el que de verdad quiere oír.
Los silenciosos de la vida parecen sentirse más a gusto escuchando. A diferencia de nosotros los vocingleros, no tienen siempre lista la salva de respuestas para dispararla en la primera oportunidad; observan tranquilos desde la tribuna y no necesitan saltar a la refriega.

Maritornes piensa en cuánto bien nos hacen los silenciosos. Es como si tuvieran el poder subliminal de comunicarnos algo que ellos ya saben, y saben que no sabemos, pero que algún día tendremos que descubrir para escalar el siguiente peldaño de la vida. Su presencia misma nos recuerda que no todo hay que decirlo, que no es necesario gritar y que ni el mundo se acabará ni nosotros nos marchitaremos si no decimos lo que pensamos. Su silencio nos invita a poner a funcionar un órgano interno que se nos está atrofiando por falta de uso —y aun no descrito en los atlas de anatomía—, en donde se gesta lo mejor que tenemos para ofrecer, un órgano que produce nobleza, que se conecta con otras almas por allá en lo alto en donde la vida vuela por encima de la babel emocional para encontrarse en el silencioso pero elocuente lugar de la concordia.

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