Desde el fogón

Publicado el Maritornes

Argumentos inválidos…¡en guardia!

Sorprende, por no decir que es alarmante, pensar en cuánta gente cambia de parecer, aun en contra de sus principios o convicciones más arraigadas, por caer en la trampa de argumentos inválidos. Hay muchos, pero actúan de manera subrepticia, al amparo de la oscuridad lógica; hacen trampa por debajo de la mesa, sin que el contrincante lo note. El que está a punto de ser injustamente derrotado es consciente apenas de un malestar, pero no alcanza a darse cuenta de que le están jugando sucio. Como un colegial asediado por matones en un patio trasero de la escuela termina “convencido” de toda clase de cosas en las que aterrizó no por convicción sino por miedo al ridículo.
Un periodista radial muy renombrado en nuestro medio utiliza con frecuencia, por ejemplo, la burla, la sorna y el sarcasmo para desarmar a sus oponentes. Ya no lo hace con los oyentes porque de alguna manera la audiencia percibió que durante las llamadas era víctima de algo incómodo —y lo manifestó—; pero ahora este mismo periodista lo utiliza con sus corresponsales que, cuando se atreven a disentir al aire reciben del periodista una burlita sutil pero poderosa que los va arrinconado y termina marchitando en ellos el deseo de defender su postura.
La adjetivación forma parte del matonismo argumental. Todos lo hemos vivido, creo, esa sensación de enfrentarnos no a un argumento lógico, respetuoso y que abra un espacio para conocer el contrargumento o el punto de vista contrario, sino a un seudoargumento acompañado de uno que otro comentario cargado de ironía que nos desarma pero por las razones equivocadas. El adjetivo es la cáscara invisible en donde se resbala el discurso argumentativo del contrario, que cae sin darse cuenta de que la cáscara fue plantada adrede.
Esta insidiosa forma de acometer una diferencia de opiniones tiene bien a la mano expresiones acuñadas que no exponen una idea sino que se limitan a adjetivar sobre la opinión ajena y a hacer mofa de una supuesta incapacidad para ver la luz de la esclarecida verdad que debería iluminarnos a todos. Es bueno estar advertido para exigir que se juegue con las cartas sobre la mesa: a razonamientos lógicos, otros razonamientos lógicos. Son las únicas herramientas permitidas en un juego limpio. ¡En guardia! Cuando se está sobre aviso es más fácil zafarse de la trampa.

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