Catrecillo

Publicado el Ana Cristina Vélez

El papel que juega el contexto en la obra de arte

Tomado de la entrada anterior del blog, La definición de Arte. Parte II: “Cuando juzgamos un objeto, analizamos muchos aspectos que están en él, y muchos otros de los cuales no somos conscientes, que están en el contexto en el cual el objeto se evalúa. Objeto y contexto son una unidad, la percepción de uno depende del otro”.

Vemos las figuras porque algún tipo de contraste nos permite separarlas del fondo (tono, color, textura, y otros). El Teatro Negro de Praga, famoso en todo el mundo, juega con el contraste, y para ello utiliza cortinas negras, escenario oscuro, linternas y objetos fosforescentes, para esconder y para resaltar los objetos de una manera estratégica.

La oscuridad total lo esconde todo, y la luz brillante, también. Es como decir que no podemos ver un objeto negro que está sobre un fondo negro y lo mismo si es blanco sobre un fondo blanco. Nuestro cerebro solo tiene una opción entre dos: mirar la figura o mirar el fondo.

En el siguiente ejemplo, Tomado de mi libro Los invisibles de lo visible el fondo está compuesto de figuras.

No solo en el arte, también en las matemáticas, el contexto, o sea, lo que rodea al objeto, lo que no es el objeto, puede darnos información sobre este. En el nudo Borromi*, el espacio alrededor del nudo es tan real como el nudo mismo (aunque exista una representación de este, se está hablando de un concepto matemático). En Topología, a veces es necesario observar lo que no es el nudo para entenderlo; es necesario conocer lo que se llama el complemento. Al estudiar los complementos de los nudos, los matemáticos saben, a pesar de las distintas formas que adoptan, si se trata de un mismo nudo o de un nudo distinto (se sugiere mirar el video Not Knot, en YouTube).

Dos expresiones del Nudo Borromi, o nudo borromeo

En el arte, el contexto está conformado no solo por el espacio, el tiempo, las circunstancias y la cultura, variables que están por fuera de la obra o de la acción artística, sino también por aspectos que están dentro de la mente del receptor, tales como el conocimiento sobre el tema, la experiencia, la inteligencia, la salud, la personalidad, la compañía y las emociones.

Explicado someramente, el espacio en el que se presenta la obra influye en su apreciación. Es muy citado el experimento que se hizo con Joshua Bell**, de que en forma anónima tocara piezas de Bach en el metro de Nueva York, para notar la casi nula recepción que había en el público. Asimismo, las máscaras balinesas están diseñadas para transmitir un mensaje concreto cuando se las usa en el baile correspondiente; otra cosa significan las mismas máscaras colgadas en la pared, como objetos decorativos***.

En el cine, la secuencia de las escenas se ha acelerado. Cuando se miran películas viejas, parece que no pasara mucho, son lentas. El manejo del tiempo ha cambiado. Las horas del día, las estaciones modifican la apreciación de la música, del baile, de la literatura.

Emociones como la felicidad, la tristeza y el asco alteran nuestros juicios. El conocimiento, lo aprendido, la memoria son los factores que más peso tienen sobre los juicios. Nadie duda de que los expertos ven lo que los legos no ven, y que esto ocurre en todos los campos. Ante una ecografía, el paciente no confía en que está entendiendo lo que ve con sus ojos, y, en cambio, espera la lectura del médico experto. El ojo, el oído y el olfato se refinan. La educación y la exposición a las artes crean expectativas más difíciles de satisfacer y, al mismo tiempo, generan una vasta serie de parámetros contra los cuales evaluar la obra. Es erróneo pensar que porque la obra está al frente de nuestros ojos, y la podemos ver, la podemos juzgar atinadamente. En una entrevista, el director de cine François Truffaut dijo que él empezaba a entender una película cuando la había visto al menos tres veces.

Circunstancias caprichosas, como un robo, por ejemplo, hacen que un objeto se vuelva famoso. Esa fue la historia detrás de la fama de la Monalisa; es la obra más conocida de Da Vinci, y solo porque se la robaron del Louvre. Para convertirse en una obra de arte reconocida socialmente hay que llamar la atención, y para ello, el escándalo es muy útil. Muchos artistas lo han utilizado. Por eso, el genial Oscar Wilde dijo: “Hay solamente una cosa en el mundo peor que hablen de ti, y es que no hablen de ti”, frase que ha terminado convertida en: “Que hablen de ti, aunque sea mal”.

Paris, France: MONA LISA THEFT, 1911. The gap on the wall of the Carre Gallery of the Louvre Museum, Paris, where the Mona Lisa was exhibited before it was stolen 1911. ©Mary Evans Picture Library / The Image Works

El grupo social o cultural es uno de los elementos del contexto que más influyen en la apreciación de la obra de arte. Quentin Bell, en su extraordinario libro On Human Finery, asegura que a la gente le queda casi imposible apreciar una obra de arte si no ha sido validada socialmente. Dice que usualmente somos incapaces de ver la belleza formal, el diseño o el sentimiento en una obra de arte hasta que se la haya validado en un grupo. Necesitamos que nos digan dónde mirar y cómo mirar para apreciar el arte, sea el Negro o el de la Polinesia. Los expertos en arte de la época fueron incapaces de apreciar las virtudes en las pinturas impresionistas, cuyas cualidades hoy nos parecen evidentes. Bell aseguró que, sin contar con un arsenal de claves para la interpretación —unas más naturales y de fácil acceso, y otras que necesitan educación—, sería imposible entender lo que se exhibe en los museos. Para el público fue muy complicado pasar de cuadros que representaban cosas, a cuadros abstractos que no representaban nada. La “hazaña social”, como la llamó Bell, exigió cambiar por completo de actitud, de parámetros, de referentes, para hacer los juicios sobre las obras. Pasar de Jean-Antoine Watteau a Pierre-Auguste Renoir no fue muy difícil; pero, de uno de estos dos, a Piet Mondrian o a Jackson Pollock, fue una verdadera hazaña.

El valor de los objetos es susceptible a muchas variables, y una es la escasez o la rareza (la historia, la procedencia, son otras). Quentin Bell cuenta en el libro mencionado que en el interior de África, a finales del siglo 19, las mujeres usaban unos collares hechos de cuentas azules, que les daban mucho prestigio a sus dueñas porque había que transportarlas desde Arabia y eran muy difíciles de conseguir; sin embargo, con el invento de la locomotora, se volvieron muy fáciles de trasportar hasta el centro de África, y las cuentas se volvieron baratas, y de ser elegantes, pasaron a ser consideradas de muy mal gusto. Parece que en términos de jerarquía lo que es muy caro o difícil de conseguir se termina considerando de buen gusto.

Y esta es la idea más chocante de todas: en el contexto social, lo que se pueda vender como arte, es arte. Ya lo había notado Bell, y así lo dijo: “En una sociedad que no cree en nada excepto en el dinero, el arte es una religión que permite el gasto conspicuo, es la religión del dinero”. Formas de arte como NFT (no fungible token) son posibles por las razones que aduce Bell, y por otras razones más…

Obra NFT. Todos los días. Los primeros 5000 días

Notas

*El nombre nudo de Borromi, o anillos de borromeo, se refiere a tres anillos que forman tres círculos enlazados. La aristocrática familia Borromi, en el norte de Italia, utilizaba la figura como escudo de armas. Hay evidencia de que el nudo es mucho más antiguo, y aparece sobre piedras —con la forma de tres triángulos equiláteros unidos con lados paralelos—, en imágenes nórdicas que datan del siglo 7.

Not Knot https://www.youtube.com/watch?v=QcLfb0PhfO0

**Joshua Bell toca su violín Stradivarius en el metro de Nueva York.

Cerca de un baile con mascarillas de animales durante un ritual llamado Barong, en Bali. Considerado un baile nativo balinés.

On Human Finery: https://archive.org/details/in.ernet.dli.2015.238920

Un nuevo tipo de arte virtual, el NFT 

 

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