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Vélez Uribe, ganador seguro

Nada qué hacer. El alcalde de Medellín va a ser el distinguido doctor Uribe Vélez, perdón, Vélez Uribe. Se me trocan los apellidos debido a la espléndida estrategia de la campaña de Juan Carlos Roberto -cuyos tres nombres no suenan a nada en la ciudad, de pronto en Bogotá donde ha pasado los últimos 17 años- que ha sabido confundir al electorado paisa, bajito de alfabetismo, con el juego de apellidos del candidato y del senador.

La estrategia ha sido perfecta: lo pusieron a hablar en tono campechano; a decir ‘La Far’ y ‘La seguridá’; a gritar por todas partes que se nos viene el ‘Castrochavismo’ y a negar la posibilidad de otra Operación Orión. No importa. A punta de mentiras gobernamos en Colombia y ahora, con toda seguridad, lo vamos a hacer en Medellín.

No hay que responderle al manojo de mamertos que escriben en esos diarios subversivos como El Colombiano y El Espectador todas las babosadas que les da por vomitar. Lo del apoyo de Álvaro Villegas es mínimo, como mínimo es el asunto de la cercanía con Valencia Cossio. Son hombres probos, que en el ejercicio de sus funciones no le han hecho daño a nadie.

Ahora sale el comunista de Héctor Abad a decirle al doctor Vélez que es un bobo porque hace campaña desde el Campestre. Bobo Abad que cree que la política es para ir a visitar barrios, mirar sus necesidades y velar por solucionarlas. Dice el otro comunista de Fajardo que como se hace campaña se gobierna: cierto, una campaña desde el Campestre o el Country garantiza limpieza, recursos y lejanía de tanto pobre que habita este gueto. Por eso el doctor Vélez vive en Bogotá y, con toda seguridad, desde allá va a gobernar.

Vamos a ganar así se unan o se bajen un par de candidatos. Esa bobadita de priorizar la inversión social se va acabar. La pobreza y las desigualdades se combaten es con bala. Para los problemas de seguridad: bala; para los líos en movilidad: bala; ¿calidad en la educación?: bala; déficit de vivienda: bala. ¿Desempleo? Pues los empleamos para que repartan bala.

Que se olvide ese muchachito Federico, el Castrochavista de Alonso y el Castrosantista de Eugenio que se pueden enfrentar a un grupo con la sapiencia de María Fernanda Cabal, con el poder discursivo de Paloma Valencia, con el carisma de Juan Carlos Roberto y con la probidad de nuestros líderes.

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