Por: ANDRÉS PRECIADO (@andrespreciado3)
En los sucesos políticos recientes de mayor relevancia a nivel mundial me ha llamado poderosamente la atención ver la forma en la que se comporta la opinión sobre ellos. El primer lugar común que se le puede ocurrir a cualquier analista es que de política y fútbol todo el mundo sabe, todo el mundo opina, todo el mundo tiene algo que decir.
Quizá lo que más curiosidad despierta es la movilización en cuanto a toma de partido que las personas se sienten en la necesidad de hacer en el universo de las redes sociales, tan volátil a temas coyunturales.
Voy a confesar algo: soy politólogo, pero la verdad conozco muy poco del conflicto palestino – israelí, al menos no tanto como para decir cuál de los dos es el bueno o el malo, tampoco tengo presente el entramado multicausal de la confrontación actual y sus raíces históricas, por este motivo no puedo emitir una opinión sensata sobre los problemas que hay hoy en la Franja de Gaza, y menos puedo declararme propalestino o proisraelí, como muchos hacen sin mayor análisis. Me pasa lo mismo con el conflicto sirio, no conozco las complejidades del país como para dar una declaración en redes, más allá de lo impresionante y lo triste de las cifras de muertes que los medios revelan.
Por eso es tan curioso que las personas se vean en la necesidad, casi obligación, de emitir opiniones y tomar posición en temas de política que desconocen, simplemente por el boom mediático de la noticia, por la ola que se ha creado en torno a ella. Por ejemplo, pocas personas saben que en Siria, recientemente se ha asesinado más gente que en Gaza, lo que ocurre es que la noticia en Siria es vieja, la noticia sobre Palestina e Israel no.
En política la información que se genera sobre un hecho y la utilización que de esa información se hace es igual o más importante que el hecho mismo. La construcción de imaginarios colectivos de enemigo – amigo, buenos – malos, democráticos – populistas, es en últimas el sustento de las decisiones políticas y los juicios que los ciudadanos, receptores del mensaje, hacen a posteriori de la información recibida.
Ante esta situación siempre hay un mecanismo de defensa básico: no por estar en un red social o en permanente contacto con medios de comunicación usted debe saber o le deben interesar los temas de moda, las olas. Cada ciudadano es libre y responsable de no emitir opiniones y menos tomar partido en situaciones que no le interesan ni le afectan, en realidad es irrelevante la marcha propalestina en Medellín así como llega a ser irrelevante si usted es o no cercano a alguno de los bandos en disputa. Lo realmente relevante sería que cada ciudadano mostrara real preocupación por lo cercano, es decir, aquello que si le es relevante y que además le preocupa, no solo que se deje llevar por la ola.
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