EDITORIAL BAJO LA MANGA (@bajo_lamanga)
Quien iba a pensar que una campaña aburridora, por decir lo menos, iba a encontrar algún grado de picante en la imagen de Marta Lucía Ramírez, una política con calidades pero con poco carisma y un discurso cargado y denso para el electorado. No llegó a reacomodar las cosas precisamente con la palabra. Su arribo a la campaña luego de que la convención conservadora la eligiera como representante del partido azul para los comicios electorales que elegirán presidente de Colombia a mediados de 2014, movió las fichas del ajedrez, revivió muertos y atajó triunfalismos. Recogió y repartió de nuevo.
Ya no es tan fácil. La cosa se equilibra, se agregan más colores al panorama y el electorado puede pensar por cuales ideas votar, saliéndose del esquema maniqueo de la simpleza y reducción de contar con solo dos opciones.
Con lo sucedido en las toldas azules no se modifica solo el panorama del partido conservador. Hay, digámoslo así, algunos efectos indirectos.
Antes de la convención, el presidente-candidato Juan Manuel Santos dormía tranquilo por el apoyo irrefutable y sólido de la Unidad Nacional, que lo llevaba en coche, como se dice coloquialmente, hacia la reelección. El panorama cambió. Los godos, luego del encuentro de dirigentes y bases celebrado el domingo pasado, que se tornó tenso y desordenado, se fraccionaron, así Omar Yepes diga lo contrario, entre quienes van con Ramírez y los que prefieren apoyar a Santos.
Revive Óscar Iván Zuluaga por la posibilidad de pasar a segunda vuelta y tener el apoyo de parte de los conservadores en esa etapa, si antes la candidata azul no lo supera en las encuestas o Álvaro Uribe no lo traiciona uniéndose a Marta Lucía, hecho cada vez más posible luego de la reunión entre el expresidente Pastrana, partidario de la candidatura única conservadora, y el candidato al senado por el Centro Democrático, que fortalece el bloque antireelección a punta de sapos tragados entre dos individuos que no se bajaban de “cómplice de las FARC” y “paramilitar” hace manos de un año.
Revive también Peñalosa, el más posible ganador de la precandidatura a la presidencia por la Alianza Verde, que aunque subía en las encuestas –situándose de segundo en la intención de voto- no lograba desequilibrar los bloques que se estaban formando al tenor de sí o no reelegir al actual presidente.
Hoy hay opciones, no muy disímiles entre ellas, claro está, pero con matices importantes en el tratamiento que tendrá el principal tema de campaña, como sosteníamos hace una semana en nuestro editorial: la paz.
Ya, aunque todo indique que sí, no es seguro que Santos se reelija, o que el bloque más importante de la oposición lo vaya a representar el expresidente Uribe. Se le imprimirá dinamismo a una campaña que, hasta el domingo, recorría un cauce estrecho, lento, sin viros políticos y que presentaba poca confrontación de ideas.
El país pasa por un momento fundamental de su historia, por lo que contar con más opciones, ideas y personas que diversifiquen las posturas políticas frente al futuro es fundamental para una campaña que iba a pasar sin pena ni gloria.
PD: el expresidente Pastrana dice que lo sucedido en la convención conservadora fue un triunfo contra la mermelada. Debemos creerle ya que el la conoce bien, sobre todo cuando, a punta de mermelada, le tapaban la boca desde el uribismo para que dejara de decirle paramilitar a Álvaro Uribe. Con una embajada bastó.
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