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Informe de violencia en Cali

Por: JUAN FELIPE SUESCÚN (@jfsuescun)

La semana anterior tuve la oportunidad de estar en Cali por motivos laborales. Fue una grata experiencia visitar esta ciudad, pero a su vez dejo en mi un sinsabor asociado a los tiempos de mi infancia, en la que visité en varias oportunidades la capital del Valle.

Esta era la ocasión para re-conocer la ciudad desde otras perspectivas, y esta experiencia sí que lo fue!

Llegué el martes en la noche al Hotel, ubicado cerca al barrio Granada, y al preguntar por sitios para comer lo primero que me advirtieron, fue no caminar alrededor.

Al día siguiente en la tarde, al salir de mi segunda cita del día, camine unos pasos hasta un paradero. Mientras esperaba el taxi tomé un par de fotos a los arboles de un parque contiguo. En ese momento se me acercaron 8 tipos a preguntarme porqué le tomaba fotos a un prostíbulo ubicado frente al parque. Ante las palabras amenazantes del presunto dueño del negocio tuve que borrar las fotos y escuchar como me intimidaban diciendo que mi actitud era muy extraña ya que era paisa, y él estaba siendo extorsionado por el frente X de las FARC y por los Urabeños. Afortunadamente pasó una moto de la policía y pude llamar su atención, ante lo cual llegaron más policías y la situación se pudo aclarar, aunque cabe anotar que fue manejada la mayor parte del tiempo por el tipo del prostíbulo, ante la ausencia de autoridad de la fuerza pública que se limitó a decirme “¿usted pa que se pone a hacer eso? ¿no ve que estamos en Cali?”.

Un día después, cuando me dirigía al barrio Simón Bolívar el taxista antes de llegar me advirtió de lo peligrosa que es la zona. Cuando estábamos cerca de mi lugar de destino, me advirtió que podíamos dar uno vuelta más o quedarme en ese punto, y cruzar caminado una cuadra, pero que ahí habían matado doce personas la semana pasada.

Finalmente, cuando me dirigía al aeropuerto de regreso, el taxista me contó que a un pasajero, el día anterior, un motociclista le había tocado el vidrio con un arma y le había robado todas sus pertenencias.

De vuelta en Medellín pensé que tal vez era coincidencia que todos los días de mi estancia en Cali, de una u otra forma, tuviera algún contacto con la violencia, que se asocia a esta ciudad, a la mía, y al país en general, y tal vez había tenido mala suerte.

Sin embargo esa semana El Espectador publicó “Pandillismo: una sombra que ronda a Cali”, un recorrido por Potrero Grande uno de los barrios más deprimidos de esta ciudad (noticia disponibleaquí), donde se hace un recuento por las principales problemáticas que aquejan a esta comunidad como el pandillismo, las fronteras invisibles, el desplazamiento intraurbano, la violencia intrafamiliar y la pobreza en general. Ante esta situación el personero de la ciudad Andrés Santamaría ha solicitado el acompañamiento de la las Naciones Unidas, ONG internacionales, y la Vicepresidencia de la República, entre otras entidades.

En 2013 en Cali se perpetuaron 1.962 asesinatos, que sumados a las problemáticas mencionadas motivaron a la Defensoría del Pueblo a emitir el informe de riesgo 002-14 para la ciudad de Cali y el Valle del Cauca. Según el informe presentado ayer lunes 10 de febrero (comunicado de prensa aquí) la situación de violencia que ejercen las bandas criminales específicamente los ‘Rastrojos’ y los ‘Urabeños’ en 17 de las 22 comunas de la ciudad, y la persistente influencia de milicias de la guerrilla, principalmente de las Farc en los sectores aledaños a la ciudad, está sometiendo a la ciudad a las constantes violaciones de Derechos Humanos por parte de estos grupos. El informe señala que hasta el 3 de febrero se registraron 142 homicidios en Cali, que corresponde a una tasa de 85,6 muertes violentas por cada 100 mil habitantes.

Es evidente que esta ciudad, al igual que Medellín, Bogotá, Barranquilla, entre otras, presenta graves problemas de seguridad. En esta visita a Cali recordé los años de mi niñez, pero no por estar allá, sino por los graves problemas que ha tenido Medellín desde esa época, y no ha dejado de tenerlos, pero que en Cali en la actualidad se han acentuado más, según lo pude constatar personalmente, y que lo corrobora el llamado hecho por parte de la Defensoría del Pueblo que ojalá sea escuchado por parte de las instituciones del Estado y de la sociedad civil.

 

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