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Publicado el Bajolamanga

¿Formar … o uniformar?

Porque aunque suene un tanto “cliché” y sea un poco esa frase de cajón que se utiliza a menudo para referirse a ella, la educación es y seguirá siendo siempre la base de una sociedad sólida y estable. Si hablamos más precisamente de educación escolar, esta es la herramienta que permitirá la consolidación de una generación de ciudadanos de un futuro que se pinta de presente.

Ahora bien… miremos un poco más de cerca esa sociedad de la cual se hablaba anteriormente. Vivimos en un presente donde existen tantos tintes de color como ideas y formas de pensamiento, se nos invita constantemente a celebrar y proteger la diversidad, se nos motiva cada día a respetar la singularidad de cada quién… pero, entonces, ¿por qué se pretende todavía en la educación escolar que todo niño tenga un igual interés y rendimiento en todas las materias y áreas?, ¿por qué se nos convoca tanto a la multiplicidad y a la diferencia pero igualmente se nos exige tanta paridad de resultados, donde no se tienen en cuenta nuestro contexto, necesidades, dificultades, facilidades…?

En el caso de los mas jóvenes, la educación escolar busca la estructuración de su pensamiento y busca, igualmente, brindar herramientas que les permitan desarrollar diferentes formas de expresión y relacionamiento. La educación debe tener como fin permitirle al individuo expandir al máximo las fronteras de su proyecto de vida y proporcionarle a éste instrumentos que le sean útiles en su desarrollo personal.

Cuando hablamos de la educación escolar de forma generalizada, vemos que los currículos educativos están conformados por una serie de materias que abarcan desde las ciencias sociales, naturales y tecnológicas hasta las artes, la salud y el deporte. Es, sin lugar a dudas, de suma importancia que todo niño que se encuentre en un proceso de escolarización adquiera los conocimientos básicos de las anteriores para así, cuando se vea enfrentado al mundo laboral, pueda responder con efectividad lo que le demanda el medio. Como se dijo con anterioridad, la educación en los niños busca que desarrollen al máximo sus formas de expresión personal, y es allí donde se encuentra la falencia: la educación que se brinda muchas veces, hoy en día, se ha encargado de suprimir en los educandos su capacidad de autoexpresión, de creatividad y originalidad por tener la mirada puesta sobre cifras más “cuantitativas” que “cualitativas”.

La anterior debería tener como fin no el uniformar a todo un grupo de niños y jóvenes en exactamente los mismos conocimientos, “las mismas habilidades”  y “entrenarlos” a todos en un mismo tipo de comportamiento, sino que debería buscar el formar sujetos autónomos, independientes y, sobre todo, con la capacidad de encontrar soluciones a todo tipo de problemas (que no encontraremos escritos en el álgebra de Baldor).

No se trata de crear instituciones educativas donde se necesite un profesor por estudiante, donde se trate completamente distinto a cada quien y donde no hayan parámetros básicos de rendimiento. Se trata de un balance entre lo que en nuestro medio “se necesita” para salir adelante y lo que en realidad el individuo necesita  para llevar a cabo su proyecto de vida de forma exitosa. Se trata de abrirle más espacios a la cultura y al arte, al deporte y al juego, de permitir que cada niño se convierta en el superhéroe con el que siempre soñó, que sea todo aquello que siempre quiso y siempre admiró, sin importar cuál sea este camino. Se trata de formar más seres humanos y, como leí hace poco, menos “haceres humanos”

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