Por: Daniel Montoya (@D_nielMontoya)
La suspensión del uso de glifosato en las fumigaciones de cultivos ilícitos en Colombia marca un punto de quiebre en la política antinarcóticos del principal exportador de cocaína del mundo y promete sentar un precedente de cara al debate mundial sobre la guerra contra las drogas.
Como estaba previsto, el Consejo Nacional de Estupefacientes determinó la suspensión del uso de glifosato en las fumigaciones de cultivos ilícitos basado en un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre sus efectos nocivos. La suspensión de su uso no implica la suspensión de fumigación por aspersión aérea, la cual podrá continuar con la implementación de otros herbicidas.
Durante el próximo mes el gobierno enfocará sus esfuerzos en proponer una táctica alternativa antes de que se implemente esta nueva medida a partir de octubre de este año. Colombia es el único país en el mundo que aún utilizaba glifosato para la fumigación de narcocultivos, incluso México y Afganistán lo habían prohibido desde hace muchos años debido a sus efectos dañinos para la salud, la destrucción medioambiental y alto costo.
Según cálculos reportados por la Comisión Asesora en Política de Drogas en el informe que entregó al presidente Santos, para erradicar de manera definitiva una hectárea de coca es necesario asperjar 30, debido a que un porcentaje muy alto de esos cultivos se resiembran en poco tiempo. Eso significa que, a un costo de 2.600 dólares por hectárea asperjada, eliminar una hectárea efectivamente cuesta 72 mil dólares (mientras la cocaína que produce cuesta unos 3.600 en el mercado).
Si bien Perú tampoco utiliza el glifosato en el combate de cultivos ilícitos, siendo el país con mayor cantidad de hectáreas sembradas de coca, su política antidrogas aún sigue lineamientos tradicionales como el prohibicionismo y la criminalización de todos los actores de la cadena, desde productores hasta consumidores; en cambio, la nueva medida tomada por el gobierno colombiano promete un cambio de visión frente al fenómeno del narcotráfico en el marco de un escenario de posconflicto.
La nueva visión tiene varios cambios de los cuales vale la pena resaltar tratar el consumo como un problema de salud pública y enfocar los esfuerzos policiales en los últimos eslabones del narcotráfico, acompañado con el escalamiento de la erradicación manual. Nadie más que Colombia tiene la legitimidad para proponer nuevas políticas frente a las drogas sin embargo el cambio de estrategia presenta grandes retos que impedirán un cambio profundo en las enquistadas estructuras narcotraficantes pero será el primer paso para elevar un debate a nivel mundial y revisar la guerra contra las drogas, 44 años después de que el presidente Nixon la declarara en 1971.
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