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Días de Playa: una apuesta a la ciudadanía

Por: Felipe Murillo (@felipemurilloc)

Cada momento histórico cuenta con características que permiten calificarlo una vez éste ya ha transcurrido. Renacimiento, Romanticismo, Edad Media, Antigüedad, son calificativos que se le han inscrito a períodos históricos ya sea por su literatura, su arquitectura, la recuperación de antiguos valores, y demás características que permiten estas distinciones. ¿Cómo se le denominará al período que actualmente transcurre ante nuestros ojos?; ¿qué características serán las determinantes para darle nombre a nuestro tiempo? En una conversación entre amigos en el municipio de Barbosa, donde confluían disciplinas de todo tipo, se abrían críticas a la pérdida de identidad, a la ausencia de discusiones en cuerpo presente, a las valoraciones que la sociedad actual otorga a aquello que la rodea y a la incógnita alrededor de la característica que domina el tiempo presente. Después de horas de cruzar palabras e intentar darle cuerpo a temas tan amorfos, llegamos a un acuerdo: actualmente transcurre un siglo marcado por la soledad.

Comparto con García Márquez los argumentos para decir que existen diferentes tipos de soledad. En la que vivimos actualmente, las personas le otorgan un mayor valor  a un objeto que a otra persona; reemplazan la calidez de la compañía de un alma e imprimen un valor inimaginable a permanecer tras pantallas, al interior de una fortaleza de acero laminado, a refugiarse en papel moneda y pepas brillantes o mantenerse inamovible entre cuatro paredes. El momento que nos tocó vivir nos agarra con fuerza para llevarnos a este estado que viola la esencia del concepto de humanidad. Y en muchísimos casos, es imposible no ingresar en esta cárcel por más voluntad que se le imprima a la lucha.

Así pues, si al otro le hemos restado una importancia descomunal, hasta el punto de abstraerlo de nuestro accionar cotidiano, ¿cómo definir con las realidades actuales el concepto de ciudadanía? ¿quién es considerado ciudadano en un espacio donde cada día se hace más para que prime la individualidad?

En mi opinión, se torna más que necesario rescatar valoraciones de antiguos conceptos, claro está que no al a pie de la letra.  El de ciudadanía expuesto en la antigüedad por Aristóteles, donde no es suficiente nacer en un determinado territorio, hijo de padres de igual “nacionalidad” y superar la mayoría de edad, se torna en un ejemplo claro. Para él, se es ciudadano completo cuando en el corazón de cada quien se resalte la importancia de trabajar por el bien de lo público; por aquello que concierne y afecta a todos. Hoy en día, ese trabajo por lo público se torna suficiente cuando firmamos un acta de protesta por internet, cuando manifestamos nuestro descontento por Twitter u otra red social. Sucumbimos antes lo que Jorge Resina llamaría la protesta posmoderna, caracterizada por una solidaridad egoísta. Mientras pueda hacer eco de mi “protesta” desde la comodidad de mi hogar, todo está bien y ya he cumplido mi labor como ciudadano.

Pero, para el bien del rescate de este concepto en detrimento, existen quienes aún trabajan para fortalecer la esencia de lo público; de aquello que es y nos concierne a todos. En mi ciudad, Medellín, se lleva a cabo una propuesta que pone en primer plano a la gente, a la ciudadanía y sus formas de manifestarse: arte, cultura, recreación y demás. Esta propuesta se denomina Días de Playa. En ella, la supremacía de los desplazamientos en vehículo particular, que tan solo representan un 9% en la ciudad, está siendo poco a poco desplazada, para dar cabida a un ejercicio ciudadano por excelencia: la interacción. Sergio Restrepo, director del Teatro Pablo Tobón Uribese expresa con claridad: «se trata de un proyecto de apropiación del espacio para el diseño colectivo de ciudad». Y es que hoy en día quienes diseñan nuestras ciudades lo hacen detrás de un escritorio, dejando de lado el elemento sustancial de toda ciudad: sus ciudadanos. Esto, en gran parte, por nuestra propia apatía, por el sistema que nos tocó vivir y que muchos se reúsan a aceptar.

A quienes aún se preocupan por la necesidad de la creación colectiva de ciudad para el desarrollo de un concepto de ciudadanía que se preocupe por lo público, sólo me queda decirles: ¡gracias, muchas gracias! Al Teatro Pablo Tobón Uribe, a La Ciudad Verde, a las entidades competentes de la alcaldía y sobre todo a los ciudadanos que se han apropiado de este espacio, les agradezco por lo que hacen. Quizá sin saberlo, están llevando a cabo un ejercicio de recuperación y al tiempo de reconstrucción de la esencia de un concepto que cada día se ve inmiscuido en la soledad y la solidaridad cómoda y egoísta

Para terminar, quisiera preguntarle a los ciudadanos: ¿a qué más estamos dispuestos a atrevernos para hacer de nuestra ciudad una ciudad para la gente?

 

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