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Democracia profunda, democracia política y apatía profunda

Por: 

«Cambiar el mundo, amigo Sancho, no es locura ni utopía. Sino justicia”

Miguel de Cervantes Saavedra

La foto del menor Sirio de 3 años, muerto en las costas de Turquía que recorre las redes sociales y el mundo entero, las fotos de los miles inmigrantes náufragos en las costas europeas provenientes de la África, las fotos de los Colombianos expulsados de Venezuela, entre muchas otras, confirman la más que urgente necesidad a nivel mundial generar una democracia económica y una distribución desigual de los factores de producción que se encuentran concentrados: Tierra, Capital, Tecnología, Conocimiento; todo esto con el objetivo de garantizar las grandes catástrofes humanitarias que tenemos hoy en todos los continentes del globo.

En la historia humana hemos tenido grandes problemas, pero la promesa del capitalismo triunfante – claro que a sangre y fuego – a nivel mundial fue la eficiencia en la asignación de los recursos, aunque es innegable que ha producido avances en la humanidad, es de igual forma innegable que el sistema no sólo posee lo que los economistas llaman “fallos”, sino además se observa que el sistema económico posee en sí mismo un mal que lo hace incompatible con el Estado Social de Derecho, el cual radica en la acumulación de los factores de producción y del capital y la plusvalía por estos generada, hecho que ha generado disparidades abismales y que tienen a todo el planeta en una crisis social sin precedentes, en la que el hombre es un lobo para el hombre pero obligado por el mismo sistema.

Sin embargo, como dice Loïc Wacquant “[…] no es de guetos de lo que hay que hablar hoy sino del acceso al trabajo, a la educación, a la vivienda, es decir, a los medios válidos para ejercer una ciudadanía efectiva. Del aumento de las desigualdades de todo tipo ante las cuales los tecnócratas, tanto de izquierda como de derecha, se cubren vergonzosamente la cara al considerar que la nueva generación de excluidos por la reestructuración del capitalismo francés debe esperar al próximo periodo de crecimiento para alcanzar una justa redistribución de la riqueza nacional, del mismo modo que callan ante las posibilidades de vida eternamente sacrificadas en el altar del “rigor”es decir, para poder hablar de democracia profunda, es necesario crear una redistribución tanto del ingreso como de los factores de producción, la riqueza en sí misma.

Sin estas decisiones, es imposible llamar a un sistema político de cualquier organización social “democracia”, puede ser lo que sea menos una democracia, la democracia exige condiciones de dignidad y bienestar para todos los ciudadanos a fin de impedir los conflictos armados como el Colombiano, las inmigraciones masivas con las Africanas y las muertes por desnutrición como sucede de nuevo en Colombia.

La democracia no es una palabra bonita o buenas intenciones, como dice Cesar Tapias «La sociedad civil es el espacio donde se construyen las desigualdades sociales, en cuyo seno existen instituciones y organizaciones que representan intereses muy divergentes. No será suficiente entonces cambiar los corazones para transformar automáticamente las sociedades. Es necesario crear otras relaciones de poder”

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