Los partidos han atravesado durante los últimos 25 años por una de las más profundas crisis, expresada en el descontento, la falta de legitimidad y de representatividad, en la desconfianza y, con ella, la multiplicación de expectativas incumplidas que hace que el ciudadano no comprenda el por qué y el para qué de su intermediación.
Ante tal descrédito se ha celebrado, tal vez ingenuamente, el surgimiento de plataformas ciudadanas, independendientes, para la administración de los problemas y retos públicos. Plataformas lideradas por personas con ideas y no por estatutos, orientadas bajo un esquema de principios, con una visión clara sobre el por qué y el para qué la política, sin miedo a superar las dificultades que entraña lo político. A propósito de esas plataformas, muchos se han atrevido a sostener que Compromiso Ciudadado liderada por Sergio Fajardo es una de ellas.
Ante los resultados de las elecciones regionales en Antioquia, la explicación razonable para algunos en términos de los resultados obtenidos por Federico Restrepo y Compromiso Ciudadano ha sido falta de una organización estructurada, la ausencia de reglas de juego interno, una jerarquía determinada o un modelo de trabajo al menos permanente, que supere los intereses de personas y periodos de gobierno. La respuesta ante la “derrota” ha sido un llamado a conformar un partido o movimiento político en el que se tomen las decisiones de forma democrática, que de pie a nuevos liderazgos y que permita identificar claramente qué es eso de Compromiso Ciudadano más allá de Fajardo.
Sin precisar lo razonable o no de la respuesta, y aún partiendo del supuesto según el cual es en un partido o movimiento político donde efectivamente se pueden tomar decisiones democráticas, hay dos elementos a destacar y que nos pueden llevar a reflexionar sobre el descenlace de Compromiso Ciudadano:
De un lado, subrayar que en la mal llamada “desorganización” ha habido una manera particular y exitosa de hacer política, una manera de organizarse, dirigir la acción, inspirar, actuar, sumar y continuar. En el ejercicio aparentemente desestructurado, se la logrado multiplicar los proyectos, inspirar a las personas y construir un sueño colectivo de sociedad. Parte de la mística de Compromiso Ciudadano y de Sergio Fajardo en particular ha sido el liderazgo de éste último y su capacidad para reinventarse cada cuatro años aún sin estructura, poniendo a soñar a los ciudadanos. Por supuesto mucha gente valiosa ha quedado atrás y sin duda se han perdido oportunidades, pero es en esa espontaneidad y capacidad de acercarse al ciudadano que se ha trazado un ejecicio político. Ejercicio político que hoy explica parte del éxito de Federico Gutierrez y Creemos.
Por otro lado, si bien es cierto que garantizar una estructura puede ser garantia de estabilidad y en esa medida la oportunidad para nuevos liderazgos capaces de multiplicar esa manera de ejercer la politica, lo cierto es que antes de pasar a la organización es preciso ponerse de acuerdo sobre los fundamentos de la misma, lo escencial. Si lo que nos une son los principios, si lo que compartimos es la forma de entender la politica como instrumento de transformación, no puede ser el quién y de dónde viene el criterio para determinar la vocería o no de Compromiso Ciudadano y por tanto su permanencia. Tan Compromiso Ciudadano es quien ha estado construyendo este proceso colectivo 16 años atrás, como quien hoy entiende que es la la legalidad más la educación la fuente de oportunidades que logra finalmente sacudir una sociedad y transformarla.
La gran enseñanza de las elecciones regionales gira en torno a superar las disputas individuales y trabajar sobre lo fundamental: los principios. Muchas decisiones y divisiones se habrian podido evitar si la discución hubiera superado el quién y se concentra en el por qué, el para qué y el cómo. Tal vez hace falta, en este obligado periodo de reflexión interna, repensar el proyecto de sociedad que Sergio Fajardo y los “50” locos se pensaron hace años atrás, qué los motivó a unirse y qué sensación despertaron en los ciudadanos para movilizarse en torno a ese proyecto. Hace falta que Compromiso Ciudadano, independiente de la forma, logre ser capaz de agrupar intereses y personas cuyas concepciones pueden diferir sin que ello suponga que, justamente en esa diferencia, no se encuentran las condiciones necesarias para construir un mejor proyecto de sociedad, un proyecto ciudadano uniforme, con capacidad para crecer y responder a los retos no solo de la politica electoral, sino de la politica como instrumento permanente de transformación social.
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